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Columna: Kamala Harris fue inflexible sobre el control de armas en la campaña. La realidad dice lo contrario

Vice President Kamala Harris talks with children.
La vicepresidenta Kamala Harris se ha alejado de su audaz retórica sobre las armas para alinearse con la posición del presidente Biden.
(Mark Mirko / Hartford Courant)

Como candidata a la presidencia, Kamala Harris fue inflexible. Una vez que asumiera el cargo, dijo, el Congreso tendría 100 días para aprobar una amplia legislación de control de armas. Si los legisladores no actuaban, prometió, lo haría unilateralmente a través de una acción ejecutiva.

“Han tenido años para resolverlo”, declaró la entonces senadora de California en un foro de seguridad de armas de 2019. “Si no pueden resolverlo en 100 días, tomaré medidas sin excusas de ningún tipo”.

Por supuesto, existe una gran diferencia entre la retórica tecnicolor de las campañas y la realidad gris de la gobernanza.

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La mañana después de que 10 personas fueron asesinadas en un supermercado de Boulder, Colorado, la vicepresidenta Harris apareció en “CBS This Morning”, donde pidió al Congreso que aprobara una legislación que prohibiese las armas de asalto y fortaleciera las verificaciones de antecedentes necesarias para comprar un arma. Suficiente, dijo, con la falsa elección entre regular las armas de fuego y derogar la Segunda Enmienda.

Sin embargo, Harris esquivó repetidamente preguntas sobre acciones unilaterales que el presidente Biden podría tomar dada la extrema probabilidad de que el Senado, dividido 50-50, no haga nada en absoluto.

No hubo un ultimátum vicepresidencial en caso de que los legisladores no actuaran antes del día 100 de la administración, el 30 de abril.

No fue la primera, ni seguramente será la última, vez que Harris mostró la deferencia y los labios cerrados que se esperan del suplente del presidente. Es Biden quien establece las prioridades de la administración y controla la agenda. Es ella quien se espera que se alinee.

Después de la entrevista de CBS, en la primera rueda de prensa plenamente desarrollada del presidente, se le preguntó a Biden qué acciones tomaría después de los tiroteos masivos, con menos de una semana de diferencia, en Atlanta y Boulder. “Es una cuestión de tiempo”, señaló, y declaró que la reparación de la infraestructura, no la violencia por armas de fuego, sería lo siguiente en su lista de tareas legislativas.

La respuesta fue recibida con consternación por los defensores del control de armas, quienes sin duda preferirían el tipo de medidas audaces que la vicepresidenta había prometido como candidata presidencial.

Pero cuando se le preguntó al día siguiente acerca de las formas “muy creativas y agresivas” de las que había hablado usando la acción ejecutiva, Harris desvió la discusión de las armas al propósito de su visita con niños en escuelas de Connecticut, promoviendo el paquete de ayuda para la pandemia de la administración. “Creo que el presidente ha sido bastante obvio en su intención de ser audaz”, indicó Harris a los periodistas, mientras avanzaba rápidamente.

(También admitió cómo Biden hizo un “gran trabajo en su rueda de prensa ayer” y señaló que “respondió a todo durante más de una hora”, el tipo de elogio que se ha convertido en otro requisito laboral de la vicepresidencia moderna).

Harris hizo de la reducción de la violencia con armas de fuego un tema principal de su candidatura a la Casa Blanca, lo que fue una agradable sorpresa para quienes buscaban leyes de regulación de armas más estrictas en Sacramento.

Harris fue “cautelosa pero servicial” durante dos mandatos como fiscal general de California, indicó Amanda Wilcox, quien ayuda a liderar la sección estatal de la Campaña Brady para Prevenir la Violencia con Armas de Fuego. “Ella no estaba empujando los límites. Pero en general estaba bien”.

Establecerse como defensora del control de armas fue una forma en que Harris, como exfiscal, mejoró sus credenciales liberales en un campo primario demócrata grande y abarrotado. (Aunque otros, sobre todo el ex representante de Texas, Beto O’Rourke, se aventuraron aún más a la izquierda).

Pero su postura también fue una cuestión de profunda convicción personal. El tiempo de Harris como fiscal de distrito de San Francisco, en el que examinó innumerables escenas de crímenes y fotos de autopsias, dejó una poderosa impresión. Estaba particularmente conmovida por el asesinato de 20 niños y seis miembros del personal de la escuela primaria Sandy Hook en Connecticut en 2012.

“Debieron haber cerrado las cámaras del Congreso para difundir las fotos de la autopsia de esos bebés y exigirles que miraran esas fotografías”, señaló Harris en un acto de campaña en 2015 durante su carrera por el Senado de Estados Unidos.

Esa pasión se trasladó a su campaña para la presidencia, aunque a veces chocó con la dura verdad de hacer las cosas en un Washington épicamente dividido, un hecho que Biden, nada menos, consideró oportuno señalar.

“Algunas personas realmente talentosas están buscando la nominación”, comentó Biden en una entrevista de agosto de 2019 con reporteros políticos negros, pero “no tienes autoridad constitucional para emitir esa orden ejecutiva: ‘Voy a eliminar las armas’”. “No lo puede hacer por orden ejecutiva, como tampoco [el presidente] Trump puede hacer las cosas que está tratando de hacer por ese medio”.

Cuando se le preguntó sobre ese comentario, el mes siguiente durante uno de los debates demócratas, Harris respondió con alegría. “Oye, Joe”, dijo riendo, “En lugar de decir: ‘No, no podemos’, digamos, ‘¡Sí, podemos!’”.

Harris está acostumbrada a ser su propia jefa. Ha sido así desde que fue elegida fiscal de distrito en 2003. Pero Harris siempre ha sido una estudiante dispuesta. Quienes la conocen bien, dicen que se ha posicionado cómodamente en el papel de vicepresidenta, consciente de sus limitaciones, que incluyen, entre otras cosas, nunca adelantarse al presidente.

Si Harris todavía le está dando a Biden el tipo de consejo exhortatorio que le dio en el escenario del debate, sobre el control de armas y otros temas, lo está haciendo en privado, a puerta cerrada.

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