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Trump no acepta su derrota, y probablemente despida a sus enemigos e indulte a sus amigos

President Trump speaks in the East Room of the White House at 2:30 a.m. Wednesday.
El presidente Trump da un discurso en el Salón Este de la Casa Blanca a las 2:30 a.m. del miércoles, cuando continuaba el conteo de votos en todo el país. El sábado tuiteó imágenes falsas antes de llegar a su campo de golf de Virginia.
(Getty Images)

El presidente Trump aún tiene 10 semanas para vengarse de sus enemigos políticos, perdonar a sus amigos y complicarle la vida a Joe Biden, quien obtuvo la victoria electoral para convertir al actual presidente en lo que odia: un perdedor.

Después de ser derrotado en las elecciones, Trump continúa impulsando normas políticas y acrecentando pasiones partidistas al negarse a ceder, repitiendo las mismas falsedades evidentes después de las elecciones; que había ganado, pero que los demócratas “robaron” la carrera a través de un fraude, lo que es falso.

Trump tuiteó sus intenciones la mañana del sábado, antes de llegar a su campo de golf en el estado de Virginia, afirmando falazmente: “¡GANÉ ESTA ELECCIÓN, POR MUCHO!”

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Las primeras acciones del presidente podrían ser el despido de varios altos funcionarios de la administración que Trump había designado, pero que luego consideró insuficientemente leales, o simplemente no estaban dispuestos a cumplir sus órdenes, enfureciéndolo, así como a su círculo más cercano.

Quienes estarían en mayor peligro son: el director del FBI, Christopher A. Wray, quien no encontró ninguna razón creíble para investigar a Biden y su familia; el secretario de Defensa, Mark Esper, quien se resistió a enviar tropas en servicio activo para sofocar las protestas por la justicia racial; y la directora de la CIA, Gina Haspel, quien se negó a declarar falsos los informes que señalan a Rusia en el pago de recompensas a talibanes para matar a militares estadounidenses en Afganistán.

Pero la autoridad de Trump es limitada, como descubrió frecuentemente cuando los tribunales federales anularon sus órdenes ejecutivas, bloqueando su capacidad para hacer cambios duraderos en diversos ámbitos.

En octubre, cuando los casos de coronavirus llegaban a nuevas proporciones, Trump amenazó con despedir al Dr. Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del país. Aunque el mandatario no tiene autoridad directa para despedir a Fauci, quien es un funcionario de carrera, aunque podría intentarlo.

Trump tiene mucho más margen de maniobra en asuntos exteriores, y numerosos expertos gubernamentales dicen que no pueden concebir las cosas que el presidente puede hacer, especialmente dada su ira por perder ante un demócrata que durante meses insultó.

“Vamos a tener el episodio más revelador sobre su personalidad de lo que posiblemente hayamos visto estos cuatro años”, declaró Miles Taylor, un ex funcionario de la administración Trump quien, como “Anónimo”, escribió un libro en 2019 muy crítico de su presidencia. “Si encuentra un poder en alguna parte, tiene un deseo insaciable de usar dicho poder”.

Los indultos ofrecen al presidente el poder más absoluto durante su última fase en la presidencia.

Es probable que indulte al ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn, quien se declaró culpable en 2017 de mentir al FBI, pero luego trató de retractarse en su declaración, y Paul Manafort, quien fue condenado por delitos financieros, y que había sido director de campaña de Trump en 2016.

Trump ya ha absuelto o indultado a una gran cantidad de aliados políticos, amigos y socios.

En julio, conmutó la sentencia de Roger Stone, su viejo amigo y agente político condenado por siete delitos graves al obstruir una investigación del Congreso sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016.

El presidente también puede tratar de protegerse a sí mismo y a la Organización Trump, su compañía familiar, de un posible enjuiciamiento, una vez que deje el cargo.

Los fiscales federales y estatales de Nueva York están investigando un presunto fraude bancario y de seguros, mientras que el Servicio de Recaudación de Rentas ha estado auditando una deducción de $70 millones de dólares por años.

“Va a utilizar [el resto de su presidencia] estratégicamente para básicamente buscar protegerse a sí mismo, a su familia y a su dinero”, señaló Andrew Weissmann, ex fiscal superior involucrado en la investigación del fiscal especial Robert S. Mueller III, que trataba sobre la campaña de Trump en 2016 y si obstruyó la justicia y colaboró con Rusia.

Eso podría incluir indultos proactivos para los hijos mayores de Trump, empleados actuales, anteriores y otras figuras cercanas a Trump, incluso a su abogado personal, Rudolph W. Giuliani. Trump también puede intentar perdonarse a sí mismo, un poder que nunca ha sido llevado a los tribunales.

“Depende de lo que preocupa al presidente para conocer qué tan amplios deben ser los indultos”, dijo Weissmann.

Los indultos no limitarían toda la exposición potencial de Trump. Solo cubrirían los delitos federales, no las investigaciones que ahora está llevando a cabo la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, y el fiscal de distrito de Manhattan, Cyrus Vance.

Trump también tiene opciones para implementar políticas. Podría emitir órdenes ejecutivas llamativas con la esperanza de entusiasmar a su base política para otra carrera en la Casa Blanca en 2024, o utilizarlas para publicitarse si elige iniciar una compañía de medios.

Pero con escasas excepciones, Biden podría anularlos de un plumazo, al igual que Trump usó su autoridad para deshacer muchas de las acciones ejecutivas del presidente Obama.

“Las órdenes ejecutivas son el último recurso de un presidente débil”, señaló Elaine Kamarck, una ex funcionaria de la administración Clinton que dirige el Centro para la Gestión Pública Efectiva en Brookings Institution, un grupo de expertos de izquierda. “El próximo mandatario las puede cambiar fácilmente”.

Es poco probable que Trump apruebe alguna legislación en el Congreso antes de que Biden entre en funciones el 20 de enero, a menos que surja el apoyo bipartidista para un proyecto de ley de estímulo relacionado con COVID-19.

Se estancaron, a fines de octubre, meses de negociaciones para un paquete de ayuda económica, pero el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, quien ganó la reelección, expresó que quiere un acuerdo este año.

Algunos de los partidarios más fervientes de Trump y sus aliados de los medios de comunicación, quieren que emita una orden ejecutiva que ponga fin a la concesión de ciudadanía automática a cualquier persona nacida en suelo estadounidense, incluso si los padres no son residentes legales.

Eso probablemente sería detenido por los tribunales y sin duda sería revertido por Biden. Pero generaría una ola de publicidad y solidificaría la posición de Trump como el presidente más agresivo ante la inmigración de los tiempos modernos.

“Es algo que su base realmente ha impulsado”, señaló Sarah C. Pierce, analista de políticas del Migration Policy Institute, un grupo de investigación sin fines de lucro no partidista. “Es algo de lo que ha hablado repetidamente”.

Trump también podría impulsar cambios en las reglas de política migratoria, ambientales y de otro tipo al final de su mandato a nivel del gabinete. Los cambios en las reglas de política generalmente toman entre nueve meses y dos años porque requieren extensos períodos de revisión interna y pública, junto con justificaciones legales.

Una de esas reglas que está a punto de completarse limitaría aún más el asilo estadounidense a las personas que declaran estar huyendo de la persecución en el extranjero. Durante los últimos cuatro años, Trump ha reducido las admisiones de refugiados a una pequeña fracción de las permitidas en el pasado, borrando la tradición estadounidense de ofrecer santuario.

La administración de Biden también podría revertir tales reglas. Pero el proceso llevaría mucho tiempo y llamaría la atención de los funcionarios que trabajan en otras prioridades, lo que limitaría las posibilidades de Biden de llevar a cabo su propia agenda.

“Las administraciones presidenciales tienen una cantidad de tiempo limitada”, explicó Joseph Goffman, quien dirige el programa de leyes ambientales y energéticas en la Facultad de Derecho de Harvard. “Hace que sea más difícil para la administración de Biden romper con la línea de salida desde el primer día”.

Goffman dijo que Trump podría promover cambios en las reglas ambientales que flexibilizarían los estándares para el hollín y el smog, así como una propuesta que restrinja qué estudios científicos se pueden utilizar para justificar otras normas sobre calidad del aire.

Trump también podría buscar abrir más terrenos federales para el desarrollo. El 28 de octubre, abrió más de 9 millones de acres en el Bosque Nacional Tongass, en su mayoría prístino, para la tala y otras formas de desarrollo, marcando fin a las protecciones que el presidente Clinton puso en marcha durante su período final en 2001.

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