Anuncio

Finalmente los senadores republicanos admiten lo que fue obvio todo el tiempo: Trump es culpable

Sen. Lamar Alexander  (R-Tenn.), during the impeachment trial of President Trump.
El Senador Lamar Alexander (R-Tenn.) admite que el presidente es culpable pero no cree que Trump deba ser removido de su cargo.
(Mario Tama / Getty Images)

Tampoco debemos descartar que Trump, envalentonado por su “exoneración”, haga algo aún peor

Mientras que el juicio político se acaba, me pregunto si el Partido Republicano ha perdido la cabeza.

No me refiero a la decisión colectiva de los senadores republicanos de no destituir al presidente. Siempre he argumentado que esta era una cuestión en la que la gente razonable podía discrepar.

He fundamentado durante meses que era obvio que el presidente era culpable de abusar de su cargo presionando al gobierno ucraniano para atacar al ex vicepresidente Joe Biden en una investigación de supuesta corrupción. Esto ha sido evidente desde que publicó la transcripción de su conversación con el presidente ucraniano.

Anuncio

Durante la mayor parte de este tiempo, siguiendo sus indicaciones desde el principio, los más ardientes defensores del presidente trataron esta observación totalmente razonable como si fuera a la vez loca e indignante. La llamada fue “perfecta”, insistió una y otra vez Trump, como si el decirlo suficientes veces lo hiciera cierto.

Gente como mi amigo, el presentador de radio Hugh Hewitt, sostenía que incluso la sugerencia de la culpabilidad del presidente no sólo era errónea, sino también extraña. Según sus palabras, vivimos en “diferentes planetas de impugnación”. Otros defensores estuvieron de acuerdo. Roger Kimball, el editor de New Criterion, pensó que Hewitt estaba siendo generoso.

Ahora que todo lo que queda de este circo es que los senadores republicanos terminen sus discursos y levanten la carpa. Lo que era de otro mundo se ha convertido repentinamente en algo terrestre. Los senadores... Lamar Alexander (R-Tenn.) y Marco Rubio (R-Fla.) fueron los primeros en explicar que el presidente es culpable pero no debe ser expulsado por ello.

En una declaración, Rubio explicó que siempre trabajó partiendo del supuesto de que los cargos eran verdaderos, pero: “Sólo porque las acciones cumplan con el estándar de impugnación no significa que sea en el mejor interés del país destituir a un presidente de su cargo”.

Alexander fue aún más enfático. En su declaración, dijo que los administradores de la Cámara “han probado [los cargos] con lo que llaman una ‘montaña de abrumadoras pruebas”.

En una entrevista con “Meet the Press” de NBC, Alexander descartó la necesidad de más testigos. “Si tienes ocho testigos que dicen que alguien abandonó la escena de un accidente, ¿por qué necesitas nueve? Quiero decir, la pregunta para mí fue: ¿Necesito más pruebas para concluir que el presidente hizo lo que hizo? Y concluí que no”.

El senador Ben Sasse (R-Neb.) estuvo de acuerdo con la posición de Alexander, diciendo a los periodistas que habla en nombre de “muchos y muchos de nosotros”.

De alguna manera dudo que haya un torrente de indignación por parte del presidente hacia todos estos senadores (uno nunca sabe que pasa por la cabeza de Trump) que finalmente se atrevieron a admitir que el emperador estuvo desnudo todo el tiempo.

Uno de los mejores - al menos más efectivos - argumentos del equipo legal de la Casa Blanca fue que las “impugnaciones partidistas” son malas y si el Senado valida esta, nos sumergiríamos más en la “era de las impugnaciones” - palabras de Kenneth W. Starr - en la que este mecanismo constitucional será armado para obtener ventajas políticas. Es difícil exagerar la hipócrita santurronería más que peligrosa de los principales abogados del presidente.

Entonces, incluso antes de que el telón tuviera la oportunidad de caer en este juicio político, la senadora republicana de Iowa Joni Ernst dijo que ahora que se había abierto la puerta a los juicios políticos, era posible que los republicanos impugnaran a Joe Biden inmediatamente si era elegido. (Unos días antes, Ernst había especulado que la discusión de la impugnación podría haber perjudicado a Biden con los asistentes a la asamblea electoral de Iowa, confirmando tácitamente que el plan de Trump para manchar a Biden había funcionado).

Trump rechazó saludar a la presidenta de la Cámara de Representantes, quien le extendió la mano antes del informe del Estado de la Unión

Un capítulo en la saga de la impugnación de Trump está terminando, pero la historia está lejos de finalizar. Más evidencia de la culpabilidad del presidente saldrá a la luz a través del libro del ex asesor de seguridad nacional John Bolton.

De hecho, se puede perdonar que se piense que la razón por la que Rubio, Alexander y otros sintieron la necesidad de proclamar la culpabilidad del mandatario tiene menos que ver con el deseo de decir la verdad y más con adelantarse a un futuro torrente de hechos irrefutables.

Tampoco debemos descartar que Trump, envalentonado por su “exoneración”, haga algo aún peor.

Starr puede tener razón en que estamos entrando en una “era de impugnación”. Pero si lo hacemos será porque la hipocresía ha perdido su aguijón, la vergüenza es algo que sólo el otro lado debe sentir, y decir la verdad cuando es inconveniente es una forma de locura.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio