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Columna de Adictos y adicciones: Extrañas adicciones: El trabajo

Archivo.

Samuel llegó del sur de México hace 15 años, venía como tantos otros, con muchas ilusiones y ganas de trabajar. En los primeros tiempos hizo de todo, lavó platos, fue ayudante de cocinero, después trabajó en una lonchera, por las noches hacía limpieza de oficinas y, no trabajaba más, porque no le alcanzaba el tiempo.

Después de trabajar haciendo de todo un poco, se colocó en la industria de la construcción; su situación empezó a mejorar y decidió formar una familia, así que se casó. Lucía, su esposa, le ayudó a arreglar sus papeles. El cambio fue notable, con aquellas ansias de salir adelante y con un hijo en camino, se tiró a matar con el trabajo.

La situación de la familia mejoró, los patrones de Samuel lo apreciaban por cumplidor y por no “rajarse” a la hora de trabajar. Largas jornadas de trabajo y una buena actitud, le fueron abriendo puertas. Actualmente está a punto de obtener su licencia como contratista y tiene planes de comprar su primera casa, aunque antes quiere terminar la casa que está construyendo en su pueblo natal.

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Para Samuel aquella casa es un trofeo, ni siquiera sabe si algún día él y su familia se irán a vivir al rancho; de hecho, en los años de matrimonio, nunca han ido a visitar el pueblo de Samuel, pero ante su comunidad, él es un triunfador y eso lo llena de satisfacción.

Sin embargo, todo tiene un precio, tanto trabajo y esfuerzo le está pasando la factura, su relación matrimonial se va deteriorando lentamente y a sus hijos los ve muy poco, su vida es el trabajo. Samuel se justifica argumentando que lo hace precisamente por su familia, para que no les falte nada, pero no alcanza a ver la importancia de su presencia en la vida de sus hijos y el hartazgo de Lucía, que vive esperándolo; “Cuando no está trabajando se va a México a supervisar la obra, el caso es que nunca está en casa”, dijo Lucía con enfado.

Obviamente ser responsable y trabajador son cualidades altamente valoradas, sin embargo, hay un dicho muy sabio que a la letra dice: “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.

Hace cuatro meses que está limpia.

Samuel padece algo conocido como ‘workaholic’ o trabajólico, en otras palabras: La adicción al trabajo, que se caracteriza por una compulsión casi incontrolable de trabajar de forma constante, es una necesidad excesiva e incontrolable que, a la larga, puede repercutir en la salud física y emocional, sin contar con un deterioro en las relaciones familiares y sociales.

Los síntomas

Como todo adicto, el trabajólico lo niega y lo justifica, muchas veces ni siquiera es consciente de su adicción y, por lo tanto, le resulta absurdo buscar ayuda; por lo general, acusa a sus familiares de que exageran y de que no comprenden ni aprecian sus sacrificios.

Sin embargo, para quienes rodean al trabajólico, es evidente que algo está mal: se excede en sus horarios de trabajo, nunca tiene tiempo libre y cuando lo tiene, no lo usa para descansar o estar con su familia, de hecho, el tiempo libre lo incomoda y no sabe qué hacer. En las reuniones familiares su único tema de conversación es el empleo; cuando está a solas experimenta una sensación de angustia o temor por su trabajo, por tal motivo, en muchas ocasiones hay tensión en las relaciones con su pareja y sus hijos. Por supuesto que las vacaciones no le interesan para nada, y en caso de enfermedad prefiere irse a trabajar.

Marco se internó en un centro de rehabilitación, donde pasó un año sin consumir. Durante ese tiempo, Erika lo visitó y se hizo ilusiones

Posibles causas

Los especialistas lo identifican con la necesidad de descargar adrenalina, es decir, vivir bajo presión para funcionar mejor, a tal grado que se acostumbran a vivir bajo estrés.

Otra posible causa, es el deseo de tener cada vez más dinero, o bien el trabajo es una excusa para escapar de su realidad emocional y familiar. En el fondo, la adicción al trabajo es un problema de autoestima, la persona siente que solo siendo un buen trabajador obtendrá reconocimiento y aprecio.

Como en cualquier adicción, lo recomendable es buscar ayuda, una visita a un psicólogo o consejero familiar puede ser un buen comienzo. En internet existen sitios donde se puede obtener información y ayuda.

Actualmente, Samuel está recibiendo orientación y ayuda; aún le cuesta mucho trabajo tocar otros temas o salir de paseo con su familia, pero en este caso, el amor a ellos, ha sido la principal motivación para decidirse por un cambio.

Un abrazo a Samuel y Lucía, quienes no se dejaron vencer y están trabajando en salvar su relación. Dios los bendiga.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

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