Columna de Adictos y adicciones: Aceptación
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Hace cuatro meses que está limpia. Después de un tratamiento de metadona de 21 días e internarse en un centro de rehabilitación por noventa días, Lucero dijo estar lista para salir al mundo, prometió no volver a consumir, conseguiría un trabajo y estudiaría algún oficio, hasta el día de hoy, nada de eso ha ocurrido; es verdad, no ha vuelto a consumir, pero se siente vacía y aburrida. “La mera verdad me siento peor ahora, nada me hace sentir bien, ni tengo ánimos de hacer nada”, dijo Lucero, con tono ácido y despectivo.
Desde que dejó del centro de rehabilitación, se ha negado a salir a la calle, sus amigas la buscan, la invitan a salir y no falta quien, con cierto asombro le pregunte: ¿a poco no se te antoja?. Lucero está librando una batalla, lucha contra sus pensamientos obsesivos y un deseo lejano de vivir con alegría, por ahora eso parece imposible.
“No solo es un antojo, es una obsesión, el problema está en la mente, la cuestión es no poder pensar en otra cosa”. A pesar de todo se mantiene limpia, se reprime para salir a la calle y se miente a sí misma, fantasea, imagina que solo volvería a consumir en ocasiones especiales. Se escucha y se da cuenta que busca razones, excusas para escapar al menor descuido. Lucero dibuja una sonrisa en los labios, se acomoda el cabello con sus dedos y se atreve a decir parte de su verdad: “Tengo miedo”.
Columna de Adictos y Adicciones
“A veces creo que me estoy volviendo loca, no dejo de pensar en drogas, y al mismo tiempo me persigue la imagen del doctor diciéndome que la próxima ocasión tal vez no tenga tanta suerte, estuve a punto de morir, desperté en un hospital, esa fue la gota que derramó el vaso, todas mis mentiras quedaron al descubierto, por eso me fui al centro de rehabilitación, porque no tenía alternativa, pero honestamente yo no tenía planes de parar, pensaba que tal vez algún día, pero no tan pronto, quiero y no quiero volver a usar, y mientras tanto vivo encerrada igual o peor que antes”.
Las drogas de preferencia de Lucero, es una combinación letal de cristal con heroína, aunque en los últimos tiempos dejo el cristal y empezó a consumir directamente heroína; su encuentro con el fentanilo la llevó a conocer los pasillos del más allá. Su primera experiencia fue una sobredosis que por poco le cuesta la vida, pero al parecer no le fue suficiente.
Como dicen en los grupos de doce pasos: aún le falta mucha calle. Lucero está enojada, no puede creer que sufre de una grave enfermedad, su padecimiento no solo es la adicción, que ya de por sí es pesada, sino la incapacidad para manejar sus emociones. Incapaz de enfocarse evita un encuentro honesto con ella misma, da vueltas, argumenta, se justifica y cuando puede, encuentra culpables.
Lucero, está en la antesala del primer paso, que básicamente consiste en aceptar que se tiene un problema y que nuestra vida se ha vuelto ingobernable. Para dar este gran paso tiene muchos recursos a su alcance, por ejemplo, el apoyo de su familia, es joven e inteligente, también tiene una gran capacidad para el dibujo y el arte, en su comunidad hay grupos de doce pasos y tiene a Dios, que siempre responde cuando se le habla con el corazón.
“Hola, mi nombre es Carlos.
Así es, de acuerdo a la experiencia de alcohólicos y adictos en recuperación, un programa de doce pasos y un acercamiento a Dios -Poder Superior- son las mejores armas contra las adicciones, no solo para los adictos, también para quienes convivimos con ellos.
La moneda está en el aire, no debe extrañarnos si Lucero recae, pero tampoco nos asombre si logra dar este paso, muchos lo logran. No olvidemos que ocurren milagros todos los días.
Esperamos de todo corazón que Lucero encuentre el valor para cambiar.
Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.
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