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Op-Ed: Incluso ahora, Trump todavía tiene índices de aprobación mucho más altos que George Bush. Aquí están las razones…

El presidente Trump habla durante un mitin de campaña en Tulsa, Oklahoma, el 20 de junio.
(Associated Press )

El enfoque de Trump de apelar a su base y avivar la polarización política le ha ayudado a mantener un nivel de aprobación estable.

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Una característica definitoria de la presidencia de Trump ha sido el apoyo aparentemente sólido de su base partidista. Cuando Donald Trump declaró en un evento de campaña en enero de 2016 en Iowa que “podría pararme en medio de la 5ta Avenida y dispararle a alguien y no perdería votantes”, la mayoría de los observadores lo tomaron como una hipérbole.

Cuatro años y medio después, la aparente impermeabilidad de la base de Trump a crisis tras crisis ha transformado esta creencia en sabiduría recibida entre los observadores políticos.

De hecho, frente a las críticas fulminantes, incluso entre algunos republicanos, de su gestión de la peor crisis económica desde la Gran Depresión, la crisis más dura de salud pública desde la gripe española y el mayor movimiento de protesta en la historia de Estados Unidos, Trump continúa disfrutando 85 % de aprobación entre los republicanos en la última encuesta de Gallup.

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¿Las leyes de gravedad política simplemente no se aplican a este presidente?

La comparación de Trump con George W. Bush, el último presidente republicano, muestra cuán inusual es esta situación. El índice de aprobación del ahora primer mandatario entre los republicanos para el primer semestre de 2020 es del 91% en comparación con el 69% de aprobación republicana para Bush en el primer semestre de 2008. Si comparamos los índices de aprobación entre los republicanos para todo el segundo mandato de Bush con el primer mandato de Trump, la aprobación general promedio de Bush fue aproximadamente ocho puntos menor que el promedio de Trump: 78% frente a 86%.

De hecho, el nivel de apoyo promedio de Trump entre sus compañeros partidarios es más alto que el de cualquier presidente de cualquiera de los partidos desde Eisenhower.

La orden ejecutiva de Trump dirigida a Twitter se basa en una ley llamada Sección 230 - que puede ser la ley más importante para el discurso en Internet

Este apoyo republicano increíblemente alto y estable ayuda a dar cuenta del índice de aprobación promedio de 46% de Trump entre todos los votantes en 2020, que es muy superior al índice de aprobación general promedio de 30% de Bush durante 2008.

¿Qué explica la resistencia continua de Trump dentro de su partido frente a múltiples calamidades nacionales y mundiales simultáneas y un flujo interminable de escándalos políticos?

La respuesta se encuentra en una combinación de factores. A diferencia de Bush, Trump nunca aspiró a ser “unificador, ni un divisor”. Su enfoque en apaciguar su base a toda costa ha creado una estabilidad de apoyo que continúa a pesar de las crisis. Su intensa polarización política lo ayuda a mantener ese nivel de aprobación.

Críticamente, la presidencia de Trump se produjo durante un período de polarización partidista históricamente extrema. La brecha de aprobación partidista, la diferencia entre la aprobación demócrata y republicana, es mayor para el ahora mandatario que para cualquier presidente anterior.

La brecha promedio de 78 puntos porcentuales durante la presidencia de Trump supera las brechas de aprobación de 61 y 70 puntos durante las presidencias de Bush y Obama, respectivamente. Esta brecha quizá explica por qué un grupo bipartidista de expertos encuestados por la Brookings Institution clasificó a Trump como el presidente más polarizador en la historia de Estados Unidos.

La insatisfacción de los votantes con la respuesta a la pandemia de Trump lo pone a la defensiva en Iowa, un estado que ganó por un amplio margen en 2016.

Los demócratas y los republicanos no sólo están en desacuerdo sobre el desempeño de Trump en mayor medida que los partidarios en el pasado, sino que también se disgustan más que nunca. El politólogo Shanto Iyengar y sus colegas han documentado el aumento constante de la llamada polarización afectiva en las últimas dos décadas.

Al mismo tiempo, un mayor número de republicanos se identifica como conservador, mientras que más demócratas se identifican como liberales. Este cambio es evidente en el apoyo demócrata a Bush y Trump. Casi el 31% de los demócratas aprobó el desempeño de Bush en su segundo mandato, frente al 38% en su primer mandato. La cifra correspondiente a Trump es inferior al 8%, otro récord.

Una mayor polarización ideológica significa que menos votantes están dispuestos a reevaluar sus posiciones. Esto ayuda a explicar la estabilidad sin precedentes en el apoyo a Trump, independientemente de otras medidas de su desempeño.

Entre los independientes, Trump tiene un índice de aprobación promedio de primer término del 35% (es del 39% en la última encuesta de Gallup). La aprobación entre los independientes de Bush en su segundo mandato fue de sólo un 31%. Al igual que sus contrapartes partidistas, los independientes, que representan alrededor del 40% del electorado, se han mantenido notablemente consistentes en su apoyo a Trump.

¿Cuáles son las implicaciones de esta dinámica hacia las elecciones de 2020? Los demócratas tienen poco espacio para deslizarse más en el apoyo a Trump. Y los republicanos muestran que tampoco se están moviendo demasiado, con su apoyo cerca de niveles récord.

Si bien uno nunca puede descartar el efecto de una sorpresa en octubre, parece poco probable que las calificaciones de aprobación de Trump cambien drásticamente en los próximos meses. Lo más seguro es que permanezca aproximadamente en el rango que ha ocupado durante su presidencia, aunque el apoyo parece estar erosionándose en algunos segmentos, como entre los votantes mayores y las mujeres blancas sin títulos universitarios.

El índice de aprobación del 46% de Barack Obama en junio de 2012 es la medida más baja de junio para un titular que fue reelegido desde Harry Truman en 1948. El porcentaje de Obama finalmente aumentó a 52% justo antes de las elecciones de 2012.

Ahora, con demócratas y republicanos aparentemente involucrados, parece que los votantes independientes, en un grado aún mayor que en el pasado, muy probablemente determinarán el resultado de las elecciones.

Matthew A. Baum es profesor de política pública en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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