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L.A. Affairs: ¿Por qué las citas a los 67 años se sienten como si estuviera en la escuela preparatoria otra vez?

Illustration of a woman looking at a dating app on her phone.
¿Quiere un trofeo o me quiere a mí?
(Jungyeon Roh / For The Times)

Estuve felizmente casada con un hombre que me encontró atractiva durante los 42 años que estuvimos juntos. Me imaginé que los hombres cercanos a mi edad, 67 años, ya no darían prioridad a la imagen socialmente idealizada de la sexualidad, como hacíamos todos en la escuela preparatoria. Supuse que con la madurez habían aceptado sus propios cuerpos no tan musculosos y se habían dado cuenta de que una relación sostenible no se basa únicamente en la belleza.

En su mayor parte, parece que estoy tristemente equivocada.

Tomemos a Josh, por ejemplo, quien describió que valoraba la honestidad, la lealtad y la mentalidad abierta y dijo que buscaba a alguien emocionalmente disponible. Le gusta el senderismo, los viajes y el teatro (todas las cosas que yo había marcado como mis intereses). Pero luego señaló que le gustaría una mujer que se vista con “sentido del estilo”. ¿Qué significa eso?

Imagino que busca a alguien alta, delgada, que compre en boutiques caras y que tenga un talento innato para la confección creativa de prendas de vestir que incluso sus camisetas de diario sean de Rodeo Drive en Beverly Hills.

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Mido 5 pies 2 pulgadas y me visto más bien por el lado práctico. Piensen en J. Jill, NYDJ y ocasionalmente en Nordstrom. Estoy físicamente en forma, soy admirada por mi cabello rojo natural y siempre me he visto más como un Honda o un Toyota en lugar de un BMW o un Mercedes.

Josh quiere un trofeo. Así que lo paso de largo.

Luego estaba John, un médico cuyo perfil mostraba ingenio y un seco sentido del humor, algo que aprecio. (En el apartado de cosas favoritas escribió: “Hacer fila en el Departamento de Vehículos”). Pero continuó diciendo que busca belleza interior y exterior, o lo que describió como “escote interior”. Hizo, además, una confesión tonta acerca de que también le gusta el escote exterior. Me miré el pecho. Creo que tengo el “interior”, pero el “exterior” no es tan robusto. Me sentí desamparada. ¿Hablaba en serio o estaba bromeando?

A continuación, recibí un “me gusta” de alguien que se hace llamar MangoLover. Como los intereses de su perfil coincidían bastante con los míos, tuve esperanzas. Se trataba de un profesional recientemente semi jubilado y con estudios superiores, cercano a mi edad, que compartía valores, actividades y deseos similares. Además, vivía a menos de 10 millas de mí, lo que en Los Ángeles es una gran ventaja.

Le di “me gusta” e incluí un breve mensaje: “¡A mí también me gustan los mangos!”. Pero luego de unos días de silencio vuelvo a sentirme decepcionada. ¿Qué pasa? Después de todo, fue él quien me eligió primero. Mi mente imaginaba a varias mujeres respondiendo con la misma frase coqueta y me sentía vergonzosamente poco original. Entonces se me ocurrió que “mangos” podría ser un código para senos, lo que me hizo sentir aún más avergonzada por mi respuesta.

Luego vino Stuart, un profesor alto y bien peinado cuyo compromiso con los eventos actuales, el disfrute del aire libre y el amor por la música y el teatro resultaban atractivos. Pasamos rápidamente de la aplicación al teléfono. Pero durante la conversación quedaron claras dos cosas: nunca se ha casado y no tiene hijos. Eso era preocupante. Una persona que nunca ha estado casada puede tener dificultades con la intimidad y las relaciones y es más probable que busque una aventura. Quiero a alguien que se identifique con mi experiencia y sea capaz de entender lo que supone haber perdido a alguien después de una larga y rica vida juntos.

Entonces me preguntó qué tan alta soy y le dije. “¿Es eso un problema?”

“Bueno, puedes usar tacones altos”, contestó con una voz que transmitía que eso le excitaría.

“Ya no uso tacones altos”, respondí, con buen humor. “Son demasiado incómodos”.

Nos deseamos amistosamente buena suerte.

Más tarde, revisé mis fotos de perfil. Son fotos buenas y claras, pero me doy cuenta de que no hay fotos de mí arreglada. No he necesitado arreglarme para nada “elegante” desde el funeral de mi madre hace cuatro años. ¿Es esto otro punto en contra de mi atractivo? Me imagino a otras mujeres de más de 60 años cuyas fotos de perfil lucen vestidos de cóctel rojos en los eventos benéficos de gala de Hollywood a los que probablemente asisten con regularidad, mostrando sus largas piernas, sus uñas bien cuidadas envueltas alrededor de copas de martini, con mucho escote interior rebosando.

Nunca voy a ser esa mujer, decido.

Y tal vez esa sea la lección aquí. No necesito ser esa mujer ni pertenecer a ese club. En su lugar, tengo que sentirme bien en el club en el que estoy y atraer a los que quieren pertenecer al mío. Mis fotos son perfectas, tal y como son.

Tal vez sea el momento de elevar mis estándares y buscar al hombre excepcional que lo entienda.

Al fin y al cabo, si yo hubiera muerto primero y mi esposo estuviera buscando un nuevo amor, sé que buscaría a alguien con quien pudiera mantener conversaciones inteligentes y significativas, que hablara con el corazón y le gustara reír, que fuera franca y aventurera. Y si le apasionara la navegación, tanto mejor.

Pero nunca, jamás, mencionaría los tacones altos.

La autora es escritora y psicoterapeuta con consulta privada en Burbank. Su página web es mcarrmft.com

L.A. Affairs narra la búsqueda del amor romántico en todas sus gloriosas expresiones en el área de Los Ángeles, y queremos escuchar su verdadera historia. Pagamos $300 por un ensayo publicado. Envíe un correo electrónico a [email protected] Puede encontrar las pautas de envío aquí.

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