Columna: Los suplementos dietéticos carecen de regulación, y eso es una tontería
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Independientemente de lo que hayamos aprendido de la carrera para crear una vacuna contra el COVID-19, está claro que los consumidores dependen de las autoridades federales para garantizar que los medicamentos que tomamos sean seguros y eficaces.
Entonces, ¿por qué esas mismas autoridades hacen caso omiso de la seguridad y eficacia de los suplementos dietéticos, esos remedios herbales y holísticos de venta libre destinados a tratar dolencias potencialmente graves?
Dichos artículos se venden sin ningún requisito de evidencia inicial de efectividad y sin necesidad de aprobación regulatoria antes de ser ofrecidos a los consumidores.
Si bien muchos, si no la mayoría, de los suplementos son benignos y no representan una amenaza aparente para la salud del público, la gran libertad que se le da a esa industria, con $35 mil millones en ingresos, crea una oportunidad no deseada para que los empresarios sin escrúpulos den rienda suelta a sus peores conductas.
Un ejemplo: actualmente se están enviando por correo cheques por un valor total de casi $775.000 a más de 13.000 consumidores en todo el país, como parte de un acuerdo extrajudicial entre la Comisión Federal de Comercio (FTC) y una compañía de suplementos de Colorado, llamada AS Research.
El acuerdo incluye un suplemento llamado Synovia, destinado a aliviar la artritis y el dolor articular.
La FTC descubrió que AS Research “hizo declaraciones de propiedades saludables engañosas” y “utilizó testimonios falsos, incluido uno en el que un usuario dijo que regaló su andador” después de usar tal suplemento.
La denuncia dice que no hay verdad en las afirmaciones de AS Research de que Synovia está “clínicamente probado” para reducir significativamente el dolor de la artritis y restaurar el cartílago dañado.
También dice que AS Research intentó que los clientes se actualizaran a una versión mejorada de Synovia por $9.95 adicionales, más allá del costo estándar de casi $70 -incluido el envío-, por suministro para un mes. “De hecho”, señala la demanda, “los demandados envían el mismo producto a todos los consumidores, paguen o no $9.95 adicionales por frasco”.
Un portavoz de la FTC me dijo que aproximadamente el 10% del efectivo del acuerdo con Synovia se destina a los residentes de California.
Nadie en AS Research respondió a mis solicitudes de comentarios. El acuerdo señala que los propietarios de la empresa “no admiten ni niegan ninguna de las acusaciones” en su contra.
Las prácticas descritas por la FTC son obviamente sospechosas. Pero hemos visto varios casos similares en los últimos años, y especialmente desde el inicio de la pandemia.
En uno de esos episodios, escribí en abril sobre las medidas enérgicas que la FTC tomó contra un empresario de Los Ángeles llamado Marc Ching, cuya compañía, Whole Leaf Organics, vendía un suplemento llamado Thrive que supuestamente “trata, previene o reduce el riesgo de COVID-19”.
La compañía “manifestó que los beneficios de Thrive están clínicamente o científicamente probados”, establece la denuncia de la FTC. “De hecho, no existe evidencia científica competente y confiable de que Thrive o cualquiera de sus ingredientes trate, prevenga o reduzca el riesgo de COVID-19”.
Posteriormente, una investigación de Los Angeles Times descubrió que Ching supuestamente participaba en prácticas preocupantes que involucran negocios relacionados con mascotas y una organización benéfica de rescate de animales.
La venta de los cuestionables suplementos vendidos tanto por AS Research como por Whole Leaf Organics podría haberse detenido en seco si la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) exigiera a los fabricantes de suplementos que cumplan requisitos de seguridad y eficacia similares a los de los laboratorios de medicamentos recetados.
Los productos farmacéuticos deben someterse a múltiples pruebas y ensayos antes de que los consumidores los aprueben para su uso. El proceso generalmente lleva años, aunque la urgencia de encontrar una vacuna contra el COVID aceleró mucho las cosas.
Los suplementos, por otro lado, no están regulados en gran medida antes de llegar a los estantes de las tiendas.
“Los fabricantes y distribuidores de suplementos dietéticos son responsables de garantizar que sus productos sean seguros y legales, estén bien fabricados y debidamente etiquetados, y la FDA está autorizada a tomar medidas cuando identifica una infracción”, remarcó Courtney Rhodes, portavoz de la agencia.
En otras palabras, la FDA intervendrá solo después de que surja un problema. La FTC, por su parte, se centra en prácticas de marketing potencialmente engañosas que, de nuevo, suelen salir a la luz solo después de que un producto se pone en venta. “Actualmente, la FDA no tiene una forma sistemática de saber qué productos de suplementos dietéticos hay en el mercado, cuándo se introducen nuevos artículos o qué contienen”, reconoció Rhodes.
Aunque la FDA propuso fortalecer su supervisión de los suplementos, el Congreso no ha mostrado interés en darle ese poder.
Eso claramente no es muy bueno, como demuestran las recientes medidas de control.
Daniel Fabricant, director ejecutivo de Natural Products Assn., un grupo comercial que representa a la industria de los suplementos, me dijo que no es necesario que los suplementos sean supervisados de forma tan rigurosa como los medicamentos recetados. “Parecen drogas, pero no lo son”, manifestó. “Eso es como decir que deberíamos someter el jugo de naranja a ensayos clínicos para asegurarnos de que contiene vitamina C”.
Bueno, no tanto.
Según la ley federal, las empresas no pueden afirmar que un suplemento curará una enfermedad, pero sí que puede ser bueno para tratar ciertas afecciones. Por ejemplo, no se puede decir que la melatonina cura el insomnio, pero sí que puede ayudar a conciliar el sueño.
El problema es que, a los ojos de al menos algunos consumidores, esta distinción puede no ser una diferencia.
Camine por el pasillo de suplementos de cualquier farmacia grande; será difícil no tener la impresión de que los distintos frascos de píldoras tienen valor medicinal.
Como mínimo, la FDA debería exigir que las empresas de suplementos demuestren por adelantado que sus productos pueden hacer lo que dicen, tal vez no tan meticulosamente como exigen las pruebas de medicamentos recetados, pero al menos lo suficiente para satisfacer modestas preocupaciones de seguridad.
Tomar medidas enérgicas después de que un producto relacionado con la salud llega a los estantes de las tiendas parece totalmente inadecuado.
Sobre todo en un momento como este.
Para leer esta nota en inglés haga clic aquí
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