Anuncio

¿Es el riesgo de COVID-19 en los aviones realmente tan bajo? Esto señalan los expertos

Con la demanda de viajes aéreos aún en picada, la industria de las aerolíneas está promoviendo estudios que indican que el riesgo de contraer el coronavirus en un vuelo es bajo.

Aunque los expertos en salud señalan que el sistema de filtración de aire en la mayoría de los aviones comerciales ayuda a reducir el riesgo de infección, revelan que los estudios tienen limitaciones y que no todos los resultados son definitivos.

Delta Air Lines y dos de los grupos comerciales de la industria aeronáutica más grandes del mundo han promovido los estudios recientes, mientras buscan aliviar el miedo a volar durante una pandemia que ha matado a más de un millón de personas en todo el mundo.

Anuncio

Un nuevo estudio de @HarvardChanSPH revela que las múltiples capas de protección contra COVID-19 hacen que estar en un avión sea tan seguro, si no sustancialmente más seguro, que otras actividades comunes, como ir de compras o ir a un restaurante. https://t.co/HG8l0ep2UD

— Airlines for America (@AirlinesDotOrg) 28 de octubre 2020

¿Por qué es importante para las aerolíneas promover la seguridad de volar?

Porque el volumen de pasajeros que vuelan en aerolíneas estadounidenses se redujo un 63% en comparación con el mismo período del año pasado, los viajes nacionales cayeron un 61% y los vuelos internacionales un 77%. Como resultado, estas compañías están perdiendo más de 200 millones de dólares al día, según Airlines for America, un grupo comercial de la industria aérea estadounidense.

¿Cuáles son los estudios que promueven?

El estudio más destacado fue realizado y patrocinado por United Airlines, el fabricante de aviones Boeing y el Departamento de Defensa de EE.UU para ver cómo podría propagarse el coronavirus en un avión comercial, el estudio midió un aerosol fluorescente emitido por un maniquí colocado en varios asientos en dos tipos de aviones Boeing.

El maniquí fue movido a lo largo de las cabinas de los aviones, con sensores instalados en los asientos circundantes para medir qué tan lejos viajaba el aerosol. Se realizaron más de 300 pruebas, con variables que incluyen hacer que el maniquí emita aerosol a diferentes concentraciones para replicar la respiración, el habla o la tos. Las pruebas se realizaron con el maniquí utilizando cubrebocas y, también, sin su uso.

El estudio concluyó que “el riesgo de exposición a aerosoles es mínimo, incluso durante vuelos de larga duración”, y el mayor peligro corresponde a quienes se sientan en la misma fila que el maniquí.

¿Están de acuerdo los expertos en salud?

Solo parcialmente.

Los expertos en enfermedades infecciosas y atención médica dicen que el estudio concluye correctamente que el riesgo de infección es menor en un avión que en lugares como tiendas y restaurantes. El estudio dio gran parte del crédito al sistema de circulación de aire en las cabinas, en donde éste es empujado a través de filtros para partículas de alta eficiencia, conocidos como filtros HEPA.

Pero los expertos señalan que la prueba se limitó a ciertos escenarios. El estudio no midió lo que sucede cuando un pasajero infectado gira la cabeza para hablar con un compañero de viaje o se levanta del asiento para caminar por el pasillo o usar el baño. El maniquí permaneció en un asiento, mirando hacia adelante durante las pruebas.

“En la vida real, las personas se mueven alrededor del avión, interrumpiendo el flujo de aire y probablemente resultando en exposiciones más altas en algunos lugares y más bajas en otros, en comparación con el estudio”, dijo Linsey Marr, profesor de ingeniería civil y ambiental en Virginia Tech. “Estas consideraciones en la vida real podrían aumentar fácilmente el riesgo de algún factor de 10 a 100”.

La prueba también asumió que todos los pasajeros llevaban mascarillas y que en la cabina solo había una persona infectada.

Más de 900 pasajeros han sido proscritos por negarse a usar un cubrebocas en Delta, United y Alaska Airlines, según un recuento reciente del Washington Post.

Mercedes Carnethon, profesora de medicina preventiva en la Northwestern University, agregó que el estudio no evaluó el riesgo de ir y venir de un vuelo, caminar por una terminal de aeropuerto abarrotada y hacer fila con viajeros que pueden, o no, llevar cubrebocas.

“Según estos hallazgos, el tiempo que se pasa en el avión no es el aspecto más riesgoso de viajar”, señaló.

El estudio incluye una sección titulada “Limitaciones y Suposiciones”, en donde se reconoce algunos de esos puntos.

¿Qué otros datos han promovido la industria de las aerolíneas?

La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés), el grupo comercial de las aerolíneas del mundo, anunció este mes que solo ha habido 44 casos este año en los que se cree que COVID-19 se transmitió en un avión. En comparación, señaló el grupo, alrededor de 1.200 millones de viajeros han volado en vuelos comerciales en todo el mundo en el mismo período.

“Creemos que estas cifras son extremadamente tranquilizantes”, dijo en un comunicado el Dr. David Powell, asesor médico de la IATA. “Además, la gran mayoría de los casos publicados ocurrieron antes de que se generalizara el uso de cubiertas faciales en los vuelos”.

El grupo dijo que sus cifras se alinean con los datos de un estudio publicado recientemente en el Journal of Travel Medicine.

¿Están todos de acuerdo con eso?

No. El Dr. David O. Freedman, profesor emérito de enfermedades infecciosas de la Universidad de Alabama en Birmingham y coautor del estudio del Journal of Travel Medicine, dijo que la IATA tergiversó sus hallazgos.

Aunque está de acuerdo en que el riesgo general de infectarse en un avión es bajo, señaló que la IATA no puede asumir que solo 44 viajeros han sido infectados en vuelos cuando no hay datos que muestren que los otros 1.200 millones de pasajeros fueron examinados o puestos en cuarentena después de que desembarcaron de sus vuelos.

“No se puede decir que el denominador sea 1.200 millones sin estar infectados porque solo un pequeño puñado de estos pasajeros fueron examinados para detectar COVID-19”, manifestó Freedman. “La IATA quería una cifra, pero todavía no hay números de riesgo publicados”.

En el comunicado de prensa del 8 de octubre que promocionaba sus hallazgos, la IATA reconoció que “no hay forma de establecer un recuento exacto de los posibles casos asociados con vuelos”. Dijo que se acercó a las aerolíneas y las autoridades de salud pública y revisó la literatura disponible y no encontró “indicios de que la transmisión a bordo sea en algún sentido común o generalizada”.

El estudio se basó en la revisión de datos públicos divulgados anteriormente, además de modelos de transmisión de enfermedades a bordo realizados por expertos de Harvard. El estudio indicó que las aerolíneas han mantenido bajas las transmisiones a bordo al exigir mascarillas a todos los pasajeros y miembros de la tripulación, empujar el aire de la cabina a través de filtros HEPA, desinfectar las cabinas entre vuelos y examinar a los viajeros para detectar síntomas de COVID-19.

¿El estudio llamó a algún cambio en la forma en que volamos?

El estudio de Harvard concluyó que, para reducir aún más el riesgo de infecciones a bordo, las aerolíneas deben continuar operando el sistema de ventilación de aire mientras los pasajeros suben y bajan del avión. También dijo que se debe alentar a los pasajeros a mantener distancia física entre sí cuando ingresan a los estrechos pasillos de la aeronave para encontrar sus asientos y cuando caminan para salir del avión.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

Anuncio