Trump cede ante la realidad, mientras Biden configura el gabinete más diverso de la historia
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WASHINGTON — La administración Trump cedió el lunes a la realidad de que las elecciones presidenciales no serán anuladas, y finalmente autorizó el inicio de los procedimientos formales de la transición. En tanto, el presidente electo, Joe Biden, avanzó para cumplir su promesa de nombrar un gabinete históricamente diverso.
Poco después de que Michigan certificara su mayoría de votos por el demócrata -un gran golpe a los intentos de Trump por impugnar las elecciones- la funcionaria de la Administración de Servicios Generales (GSA, por sus siglas en inglés) que había bloqueado el inicio de la transición formal durante tres semanas reconoció efectivamente a Biden como ganador de las elecciones y acordó proveer espacio de oficinas, acceso a funcionarios gubernamentales y otros recursos logísticos para ayudar al nuevo equipo.
En una carta de dos páginas dirigida a Biden, la administradora de la GSA, Emily Murphy, escribió que ella había decidido “independientemente” retener el asentimiento oficial hasta ahora y que no fue presionada “directa o indirectamente” por la Casa Blanca mientras Trump luchaba infructuosamente en la corte para anular los comicios con falsas afirmaciones de fraude. Murphy negó haber retenido la ayuda para el traspaso “por miedo o favoritismo”. “Para ser clara, no recibí ninguna orden de retrasar mi decisión”, escribió Murphy. “Sin embargo, recibí amenazas en línea, por teléfono y por correo dirigidas contra mi seguridad personal, la de mi familia e incluso la de mis mascotas, en un intento de obligarme a tomar esta determinación de forma prematura. Incluso frente a miles de amenazas, siempre mantuve el compromiso de respetar la ley”.
Poco después, Trump tuiteó que había recomendado que Murphy “hiciera lo que se debía hacer... y le dije a mi equipo que hiciera lo mismo”. Sin embargo, él en particular no reconoció la derrota.
El inicio de la transición formal significa que Biden y sus principales asistentes recibirán informes clasificados sobre amenazas a la seguridad nacional, entre otras ayudas. También podrán coordinar con los funcionarios de salud federales acciones sobre la pandemia y una posible campaña nacional de vacunación para el próximo año.
El último giro en una de las elecciones más extrañas del país se produjo horas después de que Biden anunciara que nominará al primer latino para dirigir el Departamento de Seguridad Nacional, y a la primera mujer para liderar el vasto aparato de inteligencia de la nación.
Según los informes, Biden también está preparado para nominar a Janet Yellen, ex presidenta de la Reserva Federal, como la primera mujer en dirigir el Tesoro de Estados Unidos. Yellen, una figura respetada entre los progresistas y Wall Street por igual, ayudaría a liderar la respuesta del futuro mandatario a la pandemia a nivel económico, si es confirmada por el Senado.
Los nominados hablan de un amplio y variado equipo de liderazgo de seguridad nacional y política exterior para la Casa Blanca. A diferencia de muchos en el gabinete siempre cambiante de Trump, Biden eligió asesores conocidos, con largos antecedentes de servicio público y experiencia.
Biden recurrió principalmente a confidentes de confianza y figuras del establishment (sistema) para su círculo íntimo, y llenó su gabinete con ex altos funcionarios de la administración Obama, con quienes había trabajado de cerca.
Ausentes de la ronda inicial de seleccionados para el Gabinete de Biden están los guerreros partidistas. La lista está definida por conocedores deliberadamente no partidistas y de perfil no polémico, que refuerzan la inclinación del mandatario electo a proyectar competencia y unidad por sobre el ajuste de cuentas políticas.
La figura más controvertida podría ser Alejandro Mayorkas, elegido por Biden como secretario de Seguridad Nacional. Como subsecretario del DHS bajo el presidente Obama, Mayorkas, nacido en Cuba, fue uno de los principales arquitectos del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) y uno de los principales negociadores del ‘deshielo’ en las entonces congeladas relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
DACA y la apertura a Cuba se convirtieron en los principales objetivos políticos de Trump y otros republicanos. Pero el Senado confirmó a Mayorkas -quien asistió a UC Berkeley y trabajó como fiscal federal en California- otras tres veces en el pasado para sus roles en el gobierno.
Mientras Biden completaba las designaciones para su administración, los esfuerzos de Trump por revertir las elecciones tambalearon. Una junta bipartidista de Michigan certificó la victoria del demócrata en el estado y los condados de Pensilvania ignoraron las demandas del republicano de retrasar la certificación de los resultados.
Trump pasó otro día negándose a conceder la derrota, pero su autorización del proceso de transición formal, incluidas las sesiones informativas clasificadas para Biden y su equipo, se produjo después de que incluso algunos legisladores republicanos lo instaron a reconocer la realidad. Los resultados electorales no oficiales muestran que Trump perdió ante Biden por seis millones de votos y 306-232 en el Colegio Electoral.
El equipo de transición de Biden se negó a confirmar los rumores de su elección de Yellen como secretaria del Tesoro y dijo que los nominados para economía se anunciarán la próxima semana. De confirmarse, sería la primera vez que el Tesoro no está liderado por un hombre blanco.
A los 74 años, la exprofesora de UC Berkeley y directora del banco Fed de San Francisco es muy querida por los moderados y progresistas del partido demócrata. Se le considera en el mundo financiero como alguien que guió al banco central y brindó apoyo económico clave durante un período crítico de recuperación de la Gran Recesión de 2007-2009.
Wall Street aplaudió la noticia, publicada por primera vez por el Wall Street Journal, y las acciones subieron.
Yellen recibió el apoyo bipartidista del Senado cuando fue confirmada como la primera mujer para presidir el banco central de la nación, en 2014. Es una firme defensora del máximo empleo y de quienes se encuentran al margen del mercado laboral y la economía.
Como presidenta de la Fed, visitó centros de capacitación laboral, habló a menudo sobre la necesidad de abordar la desigualdad económica y presionó para brindar un mayor apoyo a los trabajadores y comunidades desfavorecidas.
Biden eligió a Avril Haines como la primera directora de inteligencia nacional, la principal espía del país. Haines se desempeñó como asesora adjunta de seguridad nacional durante el mandato de Obama, y antes de eso como subdirectora de la CIA. El Departamento de Inteligencia Nacional (DNI, por sus siglas en inglés) dirige la comunidad de inteligencia de EE.UU, que posee 16 agencias repartidas por todo el gobierno.
Biden planea traer a su antiguo colega John Kerry a la Casa Blanca para que sirva como enviado especial en cuestiones de clima en el Consejo de Seguridad Nacional, lo cual refleja el compromiso del presidente electo de impulsar las iniciativas del país combatir el cambio climático. Kerry fue secretario de Estado de 2013 a 2017 después de servir como senador por Massachusetts y de presentarse como candidato presidencial demócrata en 2004.
Biden anticipó que nominará a Linda Thomas-Greenfield para ocupar el puesto a nivel de Gabinete de embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas. Thomas-Greenfield es una mujer negra y ex embajadora de EE.UU en Liberia, que también fue subsecretaria de Estado para Asuntos Africanos en la era Obama.
El equipo de transición confirmó públicamente los rumores surgidos el domingo de que Biden nominará a Antony Blinken, un veterano diplomático y asesor adjunto de seguridad nacional, para secretario de Estado.
El presidente electo también indicó que había elegido a Jake Sullivan como su asesor de seguridad nacional. Sullivan fue vicejefe de gabinete de Hillary Clinton cuando ella dirigió el Departamento de Estado, y luego fue un asistente principal en su fallida candidatura presidencial de 2016.
A Sullivan se le atribuyó haber ayudado a establecer un canal secreto hacia Irán que produjo el ambicioso acuerdo nuclear firmado por Teherán y las seis principales potencias en 2015. Trump se retiró del acuerdo en 2018 y se espera que Sullivan busque formas de reactivar el pacto de desarme.
“Estas personas son tan experimentadas y a prueba de crisis como innovadoras e imaginativas”, remarcó Biden en un comunicado. “Sus logros en diplomacia son incomparables, pero también reflejan la idea de que no podemos enfrentar los profundos desafíos de este nuevo momento con un pensamiento antiguo y hábitos sin cambios, o sin diversidad de antecedentes y perspectivas. Es por eso que los he seleccionado”.
A excepción de Kerry y Sullivan, el Senado debe confirmar las nominaciones. Los nombres en la lista de Biden son un enfoque cauteloso hacia un Senado hostil y controlado por el partido republicano, donde el líder de la mayoría, Mitch McConnell (R-Kentucky), amenaza con echar por tierra las nominaciones que su caucus considere inaceptables.
El control del Senado permanece en el limbo hasta que Georgia celebre dos elecciones de segunda vuelta, el próximo 5 de enero. A menos que los demócratas ganen ambas -una posibilidad remota-, la administración Biden tendrá que negociar con McConnell.
Al menos hasta ahora, las nominaciones de Biden parecen estar bien posicionadas para ser confirmadas en el Senado. “Son personas que tienen mucha experiencia y no están vinculados con una ideología específica”, dijo Michael Singh, un ex funcionario de seguridad nacional del presidente George W. Bush, sobre las nominaciones para política exterior. “Son practicantes pragmáticos de la política exterior, con un largo historial de trabajo”.
Las nominaciones subrayaron la aptitud de Biden para encontrar el centro, y varias de ellas fueron recibidas con entusiasmo por facciones divergentes en su propio partido. Pero surgen tensiones a medida que voces prominentes de la izquierda exigen que el presidente electo otorgue roles de liderazgo a figuras progresistas más estridentes.
Biden trazó un plan audaz para gobernar, que atrajo una amplia aceptación de la izquierda -totalmente decidida a derrocar a Trump-. Pero a algunos progresistas ahora les preocupa que una administración dominada por el establishment demócrata retroceda en las promesas del próximo mandatario de ganarse el apoyo del Senado.
“Ya es hora de que los demócratas dejen de ceder ante los matones”, expresó Jeff Hauser, fundador del Revolving Door Project, un grupo progresista que escudriña a los nombrados por el poder ejecutivo. “Biden no debería eludir esta lucha. Se pierden todas las peleas que no se está dispuesto a dar”.
Las elecciones de Biden muestran que el presidente electo busca avanzar en su ambiciosa agenda y devolver la competencia a agencias clave después del caos de los años de Trump.
En Haines, por ejemplo, Biden busca restaurar el profesionalismo y el no partidismo en la oficina del DNI, que fue sacudido por algunos leales a Trump, como Richard Grenell y John Ratcliffe. “Cualquier cosa va a ser mejor que los dos últimos”, afirmó Larry Pfeiffer, quien coincidió con Haines en la Casa Blanca y la CIA.
Para John Brennan, quien encabezó la CIA durante el mandato de Obama, Haines “disfruta de la total confianza y seguridad de Joe Biden, quien buscará que Avril restaure la integridad y honestidad al frente de la comunidad de inteligencia”. Brennan elogió su “intelecto superior, humildad y bien conocida ética de trabajo”.
Blinken es un diplomático consumado, refinado y telegénico, aunque lo es tanto en el establishment de la política exterior que algunos progresistas están incómodos con su nombramiento.
Es probable que su enfoque contraste drásticamente con el del secretario de Estado Michael R. Pompeo, quien deja un legado marcado por un partidismo abierto y cambios de política a menudo basados en lo que era políticamente beneficioso para Trump.
Blinken reconoció que algunos pasos de la era Trump serán difíciles de revertir. En el Medio Oriente, Biden no planea devolver la embajada de Estados Unidos en Jerusalén a Tel Aviv, por ejemplo, pero anticipó que trabajará para que los palestinos vuelvan a las negociaciones después de que Trump los marginara.
Blinken volvería a una diplomacia más tradicional, pero también admitió que el mundo ha cambiado lo suficiente en los últimos cuatro años como para exigir nuevos enfoques. Se espera cierta continuidad en el comercio y en China, al menos en sustancia, si no en tono y talante.
Los reporteros de planta Chris Megerian y Molly O’Toole contribuyeron con este artículo.
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