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Guardia Nacional de P.Rico, héroes socorristas del huracán Irma en San Martín

Solo valió una llamada telefónica para salir a toda prisa, arrancar los motores del avión militar WC-130 desde la Base Aérea Muñiz de San Juan y viajar hacia la isla de San Martín para repatriar a los primeros 85 ciudadanos estadounidenses que quedaron varados tras el paso del huracán Irma.

“Es la primera vez en mis 19 años aquí, que un general de Estados Unidos me llama y me dice: ‘Arranquen y busquen a esas personas’”, relató hoy a Efe Humberto “Tillo” Pabón, teniente coronel del grupo “Los Bucaneros”, de la Guardia Nacional Aérea de Puerto Rico.

Fue el sábado pasado y bajo la amenaza del huracán José, que Pabón recibió la llamada y obviando el proceso burocrático militar, viajó con su escuadrón de cinco oficiales por 45 minutos hacia el Aeropuerto Internacional Princesa Juliana de San Martín, donde encontraron a un centenar de personas esperando ser rescatadas.

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Niños, jóvenes y adultos, divididos entre nacionalidades y ubicados detrás de una verja, esperaban desesperadamente por cualquier tipo de ayuda, tres días después de que el potente huracán Irma arrasara con sus vientos de 185 millas por hora (298 kilómetros por hora) indiscriminadamente sobre la isla.

Tras el azote, la isla quedó prácticamente incomunicada, sin servicio eléctrico ni agua potable y la desesperación entre los ciudadanos se empezó a generar más fuerte y agresiva, por lo que algunos amenazaban a otros para robarles y quitarles cualquier comida que tuviesen.

“La situación está bien difícil porque a los turistas los sacaban de los cuartos de los hoteles y los amenazaban con machetes”, indicó Pabón.

“Cada uno de nosotros tiene su historia. La más que me tocó fue la de ayudar a alguien que no conozco y por un texto encontrar a esa persona: una mujer con dos hijos, uno de 4 años y otro de dos meses que llevaban varios días sin comer”, abundó.

Héctor Román, mejor conocido como “HL” y miembro de la Guardia Nacional puertorriqueña desde el año 1994, fue el piloto del monumental avión que arribó el pasado sábado a la destruida isla caribeña a buscar al primer grupo de estadounidenses para ser trasladados hacia San Juan.

“Destrucción total. Allí no quedó nada en pie. El huracán dio con todo”, relató Román a Efe sobre su primera impresión de la paradisiaca isla que ahora esperará tiempo indefinido por su reconstrucción para convertirse nuevamente en uno de los territorios más contemplados del turismo caribeño.

Para Román, quien dijo que ha estado activo en zonas de combate, la experiencia de haber rescatado a esas 85 personas y luego 89, ha sido una de las mejores en su vida.

“La gente entraba llorando al avión. Cuando aceleré, pues la gente se emocionó. Me emociona el saber que le estaba salvando la vida a la gente y que la Guardia Nacional le dio la mano”, enfatizó el oficial.

El avión WC-130 fue construido en el año 1964 como un “cazahuracanes”.

No cuenta con equipo técnico digital, sino análogo, pero está hecho con los mismos motores, alas y fuselaje que cualquiera de último modelo.

Su capacidad es de 80 personas, pero para esta misión se “configuró” y se han logrado montar más de esa cantidad de individuos, hasta llegar a 118, la mayor cifra de los casi 15 viajes que han realizado “Los Bucaneros” a San Martín en cuatro días.

Desde entonces han llegado por via aérea unas 1.600 personas.

“Para que sepas la magnitud de esto: en tiempo de guerra normalmente no te deciden exceder estas limitaciones, pero con esta particularidad, pues lo están haciendo”, explicó a Efe el ingeniero Alberto Torres, miembro de una de las dos tripulaciones que han estado llevando a cabo los viajes a San Martín.

“Hemos podido lograr sostener la operación. Nuestros mantenedores están haciendo una labor extraordinaria porque saben que el factor humanitario es grande. Cuando la misión de rescate cambia, pues todo el mundo va a querer aportar y contribuir”, aseguró Torres.

Según contaron los miembros de “Los Bucaneros”, la emoción de los rescatados fue de gran valor cuando sus semblantes cambiaron totalmente al adentrarse al avión militar y saber que sus vidas ya no corrían peligro.

“Habían muchos nenes pequeños, madres desesperadas, locas por montarse a la avión. Se les notó esa sensación de alivio cuando entraron al avión, lograron sentarse y sentir esa seguridad de ya no tener que pasar por la situación”, dijo por su parte Joan Rosario, oficial militar de 34 años.

“Se siente bien que hayamos puesto nuestro granito de arena para ayudar”, aseguró Rosario, quien también ayudó a damnificados del terremoto de Haití en el año 2010, por lo que comparó un poco la devastación del país caribeño a la isla de San Martín.

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