La falta de alimentos empuja a emigrar en el Corredor Seco centroamericano
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Washington — La falta de alimentos, o en términos técnicos, la “inseguridad alimentaria” empuja a emigrar en el Corredor Seco de El Salvador, Honduras y Guatemala, una de las zonas más vulnerables de la región.
El 47 por ciento de las familias con algún miembro emigrado recientemente en esa zona sufre inseguridad alimentaria, según un estudio elaborado 2016 por el Programa Mundial de Alimentos de la ONU y presentado hoy en la Organización de Estados Americanos (OEA).
La falta de alimentos en esos hogares es moderada en el 30% de los casos y severa en el 9%, niveles que no se habían registrado nunca antes en la región.
“Este resultado, bajo cualquier dimensión de análisis, de derechos humanos o de desarrollo, es inaceptable, porque no hay democracia estable cuando millones de nuestros hermanos padecen hambre”, dijo hoy el secretario general adjunto de la OEA, Néstor Méndez, en la presentación del estudio.
Además, el 72% de los hogares encuestados aplican estrategias de emergencia para afrontar la situación, como vender la tierra, otro dato que está por encima de lo visto en la región en otras épocas de crisis.
El 19% de las familias tiene niveles de consumo alimentario considerados “inaceptablemente bajos”, al tiempo que se considera “preocupante” la pobre diversidad de la dieta incluso en hogares con consumo aceptable.
En particular, Guatemala muestra niveles preocupantes de consumo alimentario, pues el 42% de los hogares entrevistados en el país tiene niveles en las categorías “pobre o fronterizo”.
“La violencia ha sido dominante como causa de emigración en El Salvador. Esta causal resulta menos importante en Guatemala y Honduras”, destaca el informe.
No obstante, el canciller de El Salvador, Hugo Martínez, explicó que casi todo el territorio nacional es parte del Corredor Seco y que el impacto drástico del cambio climático que sufre esa zona es “particularmente” grave en su país.
“Solo en 2015 nosotros perdimos 4 millones de quintales de maíz, que equivale a 470.000 toneladas de maíz, y también perdimos unos 60.000 quintales de frijol, que son unas 6.000 toneladas”, detalló.
Por su parte, la viceministra para la Cooperación Internacional de Honduras, María Andrea Matamoros, señaló que muchas de las personas del Corredor Seco hacen “una migración interna hacia áreas urbanas” para migrar después “al exterior”.
Ambos procesos, subrayó, conllevan “un impacto dramático” para la familia que queda atrás y, en algunos casos, “en la búsqueda de mejores oportunidades vemos otras oportunidades truncadas y mayor pobreza”.
En su intervención, el titular de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutrición de Guatemala, Germán González, destacó que en su país “más de la mitad del dinero de las remesas se usa para la compra de alimentos, seguido de para las inversiones agrícolas”.
Además, subrayó otras tendencias que apunta el estudio, como la de que la población que emigra del Corredor Seco es “cada vez más joven y vulnerable”.
Para elaborar el informe se entrevistó a familias con miembros recientemente emigrados, especialmente desde el inicio del último episodio del fenómeno El Niño (2014-1016), en 22 comunidades del Corredor Seco en los tres países.
El estudio tiene como objetivo orientar políticas para la mitigación del impacto de las variables promotoras de la emigración, con énfasis en la inseguridad alimentaria.
El estudio es un trabajo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU en colaboración con la OEA, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).