El golpe de efecto del medallista olímpico Javier Frana
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México — Un cuarto de siglo después de ganar bronce en el tenis de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, el argentino Javier Frana usa las palabras como un golpe de efecto con el que desarma los partidos en piezas y los explica en la televisión.
“Soy una persona básica, simple, mi función como comentarista es explicar lo invisible para el ojo de la persona que no compitió, yo debo sacarlos de la crítica fácil”, dijo en entrevista a Efe Frana, quien trabaja hace dos décadas en la cadena internacional Espn como analista de su deporte.
Es un hombre sobrio que aborrece quedarse en el pasado y ni siquiera recuerda la fecha cuando ganó su medalla olímpica, un día como hoy en compañía de Christian Miniussi en el concurso de dobles de los Olímpicos.
“Fue de las cosas más lindas de mi vida. El partido de cuartos de final (ante Suiza) fue emocionante porque aseguramos la medalla de Argentina en los Juegos, pero en semifinales contra Alemania el duelo se puso picante. Boris Becker hizo un gesto y eso generó reacción, aunque al final se disculpó”, recuerda al referirse al duelo ganado en cinco sets por Becker y Michael Stich.
Fue campeón en individuales de los torneos de Nottingham 1995, Santiago 1993 y Guaruja 1991 pero lo recuerdan más por sus proezas en dobles, sobre todo su título en Roland Garros en doble mixto en 1996 en compañía de Patricia Tarabini.
Javier jugó sin desentonar en los grandes templos de la ATP y además ser respetado en el circuito, acumuló la experiencia que hoy le sirve para su trabajo.
“Uno siempre se prepara, antes de los partidos arma una idea de quién va contra quién, está atento, analiza las posibles tácticas de uno y del otro y luego lo comunica”, cuenta.
A los 50 años, el periodista viaja por el mundo como si todavía fuera un tenista profesional, solo que no tiene la presión de defender ningún ránking y mejor se concentra en las historias mínimas de los partidos como si fuera un traductor del idioma del tenis al dialecto de quienes nunca pisaron una cancha.
“Tengo el desafío de hablar a la vez a gente que sabe mucho de tenis y a quien nunca tocó una raqueta, huyo de lo obvio pero trato de contar de manera sencilla para hacerme entender”, señala.
El vuelo de la pelota en el césped y en la altura, qué se siente al cerrar un partido o cómo buscar alternativas si el ‘drive’ o el “revés” son temas de los que Frana suele disertar con la claridad de un abuelo contador de cuentos y la erudición de quien jugó en el alto nivel y goza de credibilidad por eso.
“Javier es un caso especial porque lo practicó y es un didacta de nacimiento, su don más grande es la capacidad para enseñar, lo que él propone no está escrito en ningún lugar ni se estudia. Se le hace fácil ver los partidos desde otro punto de vista y mi labor es encontrar el “timing”, el momento de ponerle el tema para que se luzca”, dice a Efe Luis Alfredo Álvarez, su compañero de batería.
Mañana martes se cumplirán 25 años de que Frana y su amigo Christian Miniussi recibieron la medalla olímpica de bronce en Barcelona un día después de ganarla. Javier no lo celebrará porque no sabe la fecha y por algo mejor: está concentrado en utilizar las palabras de la manera más inteligente en el máster 1000 de Montreal como hizo alguna vez con sus golpes de zurda en la cancha.
“A veces este trabajo exige. En mi caso lo más difícil es estar fuera de casa. Disfrutó los Grand Slams, pero lo mejor que tienen es el final porque regreso a la familia y eso es lo más importante en mi vida”, dice y sin darse cuenta habla como un tenista de esos que adoran el circuito pero entienden su vida como algo más que un juego con un toque de belleza y una red en medio.