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El diminuto diario que narra la atroz persecución de una familia durante la Inquisición española en México

“Salvado, por el Señor, de terribles peligros, yo, Yosef Lumbroso”...

Con estas 10 palabras empezó una historia que sigue cautivando a casi 500 años de que ocurriera.

La dramática vida y la muerte de la adinerada familia Carvajal en el siglo XVI volvió a emocionar a México gracias a que una búsqueda de décadas de un tesoro nacional llegó a un final feliz inesperado.

La pieza más llamativa de este tesoro es un ajado manuscrito cuyas 46 páginas miden apenas 9 x 10,5 centímetros y están escritas con letra casi microscópica.

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Su autor fue Luis de Carvajal, conocido como “El mozo”, un español quien, junto con su madre y hermanas, fueron encontrados culpables de ser falsos cristianos, “relapsos, impenitentes pertinaces” por la Inquisición de la colonia española de México en el siglo XVI.

Fue condenado “a ser quemado[s] vivo[s] en vivas llamas de fuego hasta que se convierta[n] en cenizas”.

Poderoso tío

En el cuadernillo, Luis de Carvajal narra su historia desde que zarpó de Europa con destino al Nuevo Mundo y, más específicamente, a Veracruz.

Llegó a México -entonces conocido como Nueva España- con su próspera familia al principio de la colonización de las Américas.

Su tío, Luis de Carvajal “El viejo”, gobernaba parte del norte de México y pronto hizo enemigos, incluyendo un virrey ávido de poder dispuesto a eliminarlo.

El ambicioso virrey descubrió que El mozo practicaba la religión judía en secreto, un crimen castigado con la muerte en los tiempos de la Inquisición española.

Cuando fue detenido por primera vez, las autoridades lo dejaron ir con una advertencia. Varios expertos coinciden en que probablemente fue para poder rastrearlo.

Delator arrepentido

Lejos de renunciar a su religión, Luis de Carvajal se convirtió en un líder en la comunidad judía clandestina de México.

Cuando los inquisidores lo apresaron de nuevo unos años más tarde, fue condenado a muerte.

Antes de ser ejecutado, fue torturado tan brutalmente que reveló los nombres de 120 de sus correligionarios secretos, según le contó a Natasha Pizzey de la BBC la historiadora Alicia Gojman.

Sus captores lo obligaron a escuchar cómo los “herejes”, que incluían a su propia madre, eran torturados en la celda junto a él.

Trató de suicidarse porque no podía con la carga de haber delatado a su familia y amigos, pero no logró”, dice Gojman.

Bajo el sombrero

Conocemos los atroces detalles de la persecución de Luis de Carvajal ya que logró mantener diarios secretos.

Fueron cuidadosamente elaborados, escritos en letras diminutas en latín y español.

Decoró algunas páginas profusamente con pan de oro que raspó de las hojas de una Biblia.

Además de su “Memorias”, sobrevivieron otros dos manuscritos: “Los artículos de nuestra sagrada fe o Lex Adonaí” y “El modo de adorar a Dios y ejercicio devotísimo de oración”.

Cada cuadernillo no era más grande que un iPhone, de manera que es probable que pudiera mantenerlos escondidos debajo de su sombrero.

Luis de Carvajal escribió sobre cómo era ser un joven judío en el Nuevo Mundo, sobre la exploración de su herencia religiosa y la práctica de sus creencias a pesar de los peligros.

Pero gran parte de las memorias se centran en esos trágicos días antes de ser quemado en la hoguera, con descripciones vívidas de él cayendo de rodillas al escuchar los gritos de su madre siendo torturada, cuando tiraban sin piedad de sus piernas y brazos en el potro.

Encontró consuelo en la poesía, escribiendo versos y oraciones para reafirmar su fe ante tanta crueldad.

La desaparición del tesoro

Finalmente, en un acto público de fe el 8 de diciembre de 1596, a los 29 años de edad, el cuerpo de Luis de Carvajal o Yosef Lumbroso ardió después de haber sido sometido al garrote vil, junto con el cuerpo de su madre y sus hermanas Isabel, Catalina y Leonor, y otros cuatro “herejes”.

Cinco años más tarde, Mariana, otra hermana, fue quemada públicamente en la estaca.

Milagrosamente, el libro secreto de Luis sobrevivió.

Durante siglos, los delicados manuscritos estuvieron en el Archivo Nacional de México.

Atesorados como uno de los primeros artefactos que documentan la llegada de judíos a América, fueron estudiados por investigadores de todo el mundo.

Pero en 1932 se desvanecieron, dando lugar a sospechas entre el pequeño grupo de académicos que tenían acceso a ellos de que uno de ellos se había robado los preciosos diarios.

Después de todo, eran lo suficientemente pequeños como para esconderlos debajo de un sombrero.

Sin rastro de los documentos, la búsqueda eventualmente se suspendió y la pista se perdió.

Y de repente...

Hace 18 meses esto apareció en el sitio web de la casa de subastas Bloomsbury de Londres.

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