Así es como cientos de toneladas de residuos plásticos terminan en el Océano Ártico
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La basura plástica está tan presente ahora que los investigadores han encontrado centenares de toneladas de ésta flotando en el Océano Ártico.
Quizás no suena a mucho, pero es una cantidad sorprendente debido a la escasa población de la zona. Los investigadores que midieron los residuos plásticos en las aguas cercanas al Polo Norte los describieron como “generalizados y abundantes”, conforme un estudio publicado el mes pasado en la revista Science Advances.
“Ya sabíamos que la contaminación marina por plástico era alta en las latitudes tropicales y templadas”, afirmó el líder del estudio, Andrés Cózar, ecologista de la Universidad de Cádiz, en España. “Ahora, también sabemos que los residuos de plástico se extienden hasta los polos”.
Cózar y sus colegas estimaron que el 63% del Océano Ártico libre de hielo está “levemente contaminado” con varios tipos de desechos plásticos, entre ellos líneas de pesca, microesferas y fragmentos de productos. De toda la basura plástica que llega al Ártico, el 95% de ella termina en el mar de Groenlandia o en el de Barents, al norte de Escandinavia.
Aunque los otros “parches de basura” son significativamente más grandes que la acumulación de plásticos en el Ártico, las concentraciones promedio de este material halladas allí son comparable a las encontradas en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico.
En un estudio de 2014, Cózar y su equipo estimaron que esos océanos contienen entre 10,000 y 35,000 toneladas de polución plástica, que casi nunca se descompone totalmente por sí sola. Sus últimos hallazgos sugieren que el 3% de ese total mundial flota en el Ártico.
En 2013, los investigadores a bordo de la expedición de Tara Oceans que trabajaron con Cózar probaron 42 sitios de océano libre de hielo alrededor del Círculo Polar Ártico. Utilizando redes de malla, colaron trozos de plástico flotando en la superficie y residuos suspendidos en las profundidades del océano.
En su análisis, los investigadores estimaron que entre 100 y 1,200 toneladas de plástico flotan en el Océano Ártico, un rango amplio, pero que podría determinarse con mayor precisión en un futuro estudio.
La gran mayoría de los desechos son fragmentos plásticos, entre ellos piezas flotantes de espuma y artículos manufacturados hechos de polietileno y polipropileno (los investigadores estimaron que 300 mil millones de artículos plásticos pesarían alrededor de 400 toneladas).
Los especialistas también hallaron líneas de pesca y microesferas, pequeños gránulos que se agregan a las pastas dentales, los exfoliantes faciales y cosméticos. Las microesferas son demasiado pequeñas para los filtros utilizados en las plantas de tratamiento de aguas residuales, por lo cual, cuando se arrojan por los desagües terminan en ríos, lagos y océanos, detalló Cózar.
El equipo de investigación descubrió además muy pocos restos de bolsas de plástico y envolturas. Estos tipos de plástico pueden hundirse más rápido porque sus mayores superficies atraen el crecimiento de organismos, que los empujan hacia abajo.
Con el paso del tiempo, el sol causa que el plástico que flota en la superficie oceánica se degrade en pequeñas piezas, llamadas microplásticos. Los restos hallados en el Ártico eran especialmente pequeños, lo cual sugiere que viajaron un largo camino hasta llegar allí.
Debido al pequeño tamaño de los desechos y la baja población de la región, los investigadores involucrados en el nuevo estudio sospecharon que gran parte de la contaminación plástica del Ártico puede provenir de fuentes lejanas.
Para probarlo, reconstruyeron el posible camino de los residuos hacia la zona empleando datos de 17,000 boyas satelitales repartidas por los océanos del mundo. Esta información reveló que el plástico flotante queda atrapado en el Atlántico Norte, en una corriente oceánica profunda llamada circulación termohalina. Ésta actúa como una cinta transportadora global, impulsada por las diferencias de temperatura y salinidad entre las aguas cercanas al ecuador y las del helado Océano Ártico.
Las corrientes oceánicas transportan agua superficial caliente hacia el Ártico a través de un “pasaje” entre Islandia y Escocia. Cuando el hielo se forma en los mares del norte, el agua que queda se vuelve más salada, y como es más densa se hunde y fluye hacia el sur, hacia las cuencas oceánicas cercanas al ecuador.
A medida que la contaminación plástica de la costa este de los EE.UU., el noroeste de Europa y el Reino Unido converge en un giro oceánico central en el Atlántico, la basura se acumula en la superficie y es barrida por esta cinta transportadora de movimiento lento. También es posible, señalaron los autores del estudio, que las concurridas rutas marítimas entre América del Norte y Europa contribuyan con algo de esos residuos plásticos.
¿Cuáles son las escalas del plástico flotante? El mar de Groenlandia y el de Barents, que los autores definieron como “callejones sin salida para esta cinta transportadora de plástico”.
En estas zonas, el aumento de las temperaturas ha reducido los niveles de hielo veraniego en el mar y creado una capa de agua dulce que parece detener el avance de los residuos plásticos. Sin embargo, es posible -dependiendo de la densidad de los artículos- que algunos de los desechos sean forzados hacia el fondo del océano, remarcó Cózar.
Como las “áreas de acumulación” en los mares de Groenlandia y de Barents son alimentadas por los residuos a la deriva provenientes de latitudes más bajas, es posible que la cantidad de contaminación plástica en el Ártico siga creciendo, incluso si Europa y Norteamérica logran dejar de depositar basura en el océano. Esto será especialmente notable en el fondo marino, al cual Cózar llamó “el destino final” del plástico en los mares.
Qué significa esto para el Ártico
La acumulación de plástico en el océano -especialmente en el Ártico- es una señal preocupante, remarcó Cózar.
“El rango de tamaño del plástico marino es tan amplio que cualquier organismo, desde el plancton hasta las ballenas, podrían ingerir estos residuos”, alertó el experto.
Muchas aves marinas, por ejemplo, confunden el plástico en descomposición con alimento. Los animales que tienen una dieta con alto contenido de plásticos podrían sofocarse o morir de hambre al faltarles los nutrientes esenciales.
En las islas de Svalbard, de Noruega, los pájaros de tipo gaviota -llamados fulmares del norte- se alimentan al arrebatar presas de la superficie del agua. La mayoría de los fulmares muestreados habían consumido un promedio de 15 piezas de plástico cada uno, un nivel que excede ampliamente los objetivos ecológicos establecidos para la región. En el Océano Pacífico, los científicos hallaron evidencia de acumulación de plástico en lobos marinos antárticos, alimentados con pescado contaminado.
A medida que el cambio climático calienta el Ártico y derrite el hielo marino en el mar abierto, la cinta transportadora de plástico se extenderá probablemente hacia el norte. “Hemos usado plástico sólo por pocas décadas, pero el problema ha alcanzado una escala global en un plazo limitado”, señaló Cózar. “Es probable que la producción y el consumo de plástico sigan aumentando… por lo cual esto se convertirá en un problema global crónico si no se toman medidas urgentes para lograr un uso sostenible de estos materiales”.
Traducción: Valeria Agis
Para leer esta historia en inglés haga clic aquí