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Plensa, un escultor mediterráneo con “los ojos en los dedos”

Como mediterráneo y como escultor, el español Jaume Plensa, uno de los creadores de obras monumentales para espacios públicos más reconocidos en el mundo, tiene “los ojos en los dedos” y necesita “acariciar las cosas”.

“No sé pensar más que como escultor”, dice a Efe este artista barcelonés ganador del Premio Velázquez 2013, quien el próximo sábado participará en la bienvenida oficial del Museo de Arte Pérez de Miami a una de sus esculturas monumentales de cabezas de niñas.

En el parque que rodea a este museo, a orillas de la bahía de Vizcaya y con la entrada al puerto de Miami como fondo, está instalada desde fines de 2016 “Awilda”, que lleva el nombre de la niña dominicana emigrada a España a la que Plensa retrató en esta obra.

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El empresario de la construcción y mecenas artístico de origen cubano Jorge Pérez compró esta escultura de un blanco inmaculado, hecha con resina y polvo de mármol, después de haberla visto en Chicago, donde estuvo expuesta para conmemorar los diez años de la famosa Crown Fountain, que Plensa levantó en el Parque del Milenio.

Antes de Chicago, la escultura, cuyo nombre completo es “Mirando dentro de mis sueños: Awilda”, estuvo en Río de Janeiro como parte de una exposición temporal.

Plensa recuerda aún con entusiasmo el maravilloso entorno que rodeaba a su escultura, que emergía del agua en la bahía de Guanabara y miraba hacia el Corcovado.

La gente le preguntaba cómo podía “Awilda” tener los ojos cerrados delante de un paisaje tan maravilloso, pero todas las cabezas de niñas que hace Plensa llevado por el deseo de captar lo efímero de una belleza en desarrollo los tienen así, porque están mirando hacia adentro, hacia el paisaje interior, dice en una entrevista con Efe.

Estos retratos, para los que primero escanea las cabezas de las modelos y luego manipula las imágenes de las mallas en 3D, de alguna manera unen la fotografía, que capta lo más evanescente, y la escultura, que quiere abrazar la eternidad, señala.

“Es verdad que las cabezas tienen esa fuerza, tan blancas y tan puras”, dice cuando se le pregunta si son su sello de marca.

Aunque su obra tiene “muchos registros”, dice Plensa, hay “dos grandes familias” compuestas por los retratos de niñas y por las grandes figuras humanas hechas con letras de distintos alfabetos en las que se puede entrar y dejarse abrazar por la escultura, como el “Alquimista”, del Massachusetts Institute of Technology (MIT).

Otra de sus características como artista, desde los comienzos de su carrera, es su inclinación a crear obra para espacios públicos, en paralelo a su trabajo para galerías y museos.

Su filosofía cuando interviene los espacios públicos es introducir un elemento que no solo sea bello en sí mismo, sino que cree belleza a su alrededor, que haga que todo parezca más bonito a quienes van a disfrutar de la obra. “El diálogo ha funcionado”, dice con orgullo.

Cuando instaló “Awilda” en Río hubo protestas de gente que decía que el material del que estaba hecha ensuciaba la arena de la playa. Al cabo de dos semanas, alguien escribió en una revista: “ya sabíamos que Río de Janeiro es maravillosa, ahora sabemos que es inolvidable”.

“Es uno de los regalos más bonitos que me han hecho a mí o a mi obra”, dice Plensa, encantado de que “Awilda” esté otra vez junto al mar, pues su obra tiene una relación especial con el agua, “el gran espacio en movimiento y que no pertenece a nadie”.

Miami es su “segunda casa”, como lo es Chicago, donde pudo hacer realidad en la Crown Fountain (2004), una obra interactiva de vídeo arte a la que define como “una escultura-archivo”, muchos de sus sueños, como andar sobre el agua, devolver las gárgolas al paisaje urbano y “celebrar la vida” a través de las personas que viven en el barrio Loop de esa ciudad.

Mil personas fueron filmadas con los ojos cerrados y con la mueca de estar apagando una vela para convertirse en gárgolas.

A Plensa le gustan esas figuras fantásticas de las catedrales y otros grandes edificios, como le gusta el color blanco, el silencio y soñar.

“Una de las partes más capitales de nuestra vida es el sueño”, dice, para subrayar que el hecho de estar fuera de control y sin que pese la educación ayuda a ver la realidad a veces “mejor que estando en la misma realidad”.

Hace solo unos días se clausuró en la galería Lelong de Nueva York una instalación de Plensa, “Silence” (Silencio), con seis cabezas de niñas hechas en madera y cubiertas de una pátina que les da el aspecto de estar quemadas, que el artista considera importante en su carrera.

Plensa prepara ahora una exposición que abrirá en Chicago en septiembre donde seguirá innovando con los materiales. Ahora le toca el turno al acero inoxidable de fundición.

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