Trump está a punto de ganar Nueva York, pero el tamaño de su victoria es lo que importa a Cruz
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El 12º distrito electoral de Nueva York, centrado en el Upper East Side de Manhattan, es sede de muchos símbolos dorados de la ciudad: Park Avenue, los museos Guggenheim y Metropolitan, y el ático de un tal Donald J. Trump.
También es hogar de aproximadamente 48,000 republicanos registrados, una población empequeñecida al lado de los más de 210,000 demócratas que concedieron en dos oportunidades el distrito a Obama, con más del 75% de los votos.
Aun así, que un número relativamente escaso de fieles republicanos -más moderados, ricos y bien educados que la media del resto del país- explica por qué el precandidato presidencial John Kasich se sentó este fin de semana en la barra del deli PJ Bernstein, donde un enjambre de reporteros documentó su ingesta de kreplaj, pepinillos agrios y pastel de manzanas. Podría decirse que estaba ‘cazando delegados’.
Se espera que Nueva York, donde Trump nació y se crió en el barrio de Queens, entregue a su hijo nativo una fuerte victoria este martes, lo cual colaboraría para mantener su estrecha ruta hacia los 1,237 delegados que necesita para asegurarse la nominación del partido antes de la convención de éste, durante el verano.
Sin embargo, el tema clave aquí es el tamaño de la victoria de Trump.
Nueva York concede 95 delegados, la cuarta mayoría de todos los estados, bajo un sistema que brinda al gobernador Kasich, de Ohio, y al otro oponente de Trump, el senador de Texas Ted Cruz, la posibilidad de tomar una pequeña parte de estos, siempre que no tengan una monumental derrota.
Aquel candidato que supere el 50% de los votos del estado obtendrá todos los delegados independientes (14) de Nueva York. Si nadie obtiene la mayoría de votos, la suma será repartida. Tres delegados también se conceden en cada uno de los 27 distritos electorales de Nueva York, siguiendo la misma fórmula.
Es un sistema similar al de las primarias de California del 7 de junio próximo, que ofrece una especie de ensayo general para un concurso que puede resolver la pelea republicana por la nominación, o provocar una guerra cuerpo a cuerpo hasta la convención de julio.
En primarias del tamaño de Nueva York y California, “nadie cuenta con un presupuesto de campaña como el que tienen quienes se postulan para gobernador”, afirmó el sábado último John Weaver, estratega líder de la campaña de Kasich, mientras el vehículo negro de su candidato se alejaba del restaurante. “Entonces, ¿qué puedes hacer? Tienes que ver dónde puedes recoger delegados”.
Las encuestas muestran que Trump estaría cerca de alcanzar el 50% en todo el estado, y que ninguno de sus oponentes ofrece ninguna excusa para vencerlo este martes. “Es una tarea difícil”, le dijo Kasich a los reporteros después de dar un mordisco a su pastel de manzanas.
Sin embargo, Trump no toma nada por hecho. Hasta canceló una visita a California para pasar más tiempo en Nueva York, después de que una abrumadora derrota en Wisconsin, el pasado 5 de abril, acabara en buena medida con sus esperanzas de alzarse con la nominación sin tener que luchar por ésta en la convención del partido.
“Es genial estar en casa”, afirmó Trump al llegar a un bullicioso mitin en Long Island, su primera aparición luego de la debacle de Wisconsin. El sentimiento fue tan sincero, que el precandidato se reiteró: “Esta es mi casa”, dijo. “Es genial estar en casa”.
A Cruz, quien ganó en Wisconsin y viene acumulando delegados en las convenciones del partido en todo el país, le ha ido peor en Nueva York.
El estado, con su gran concentración de votantes urbanos y seculares, siempre fue un sitio difícil para su tipo de conservadurismo firme y religioso. Cruz se vio interrumpido en medio de una visita a un restaurante chino-dominicano del Bronx. “¡Usted no debería estar aquí!”, le gritaron. En tanto, el New York Daily News publicó en su primera plana el título “Take the FU Train, Ted!”, algo así como “¡Tómate el tren ‘al diablo de aquí’, Ted!”.
Dejando la ideología de lado, Cruz se aseguró una cáustica bienvenida al menospreciar los “valores de Nueva York” durante los caucus de Iowa, un ataque a Trump que desde entonces ha intentado explicar como ‘una referencia a la clase política’ de la ciudad y no a su gente, a quienes llamó “los mejores y más inteligentes” el pasado miércoles por la noche en CNN.
Su esposa, Heidi, también ofreció su propio tributo: “Me encanta el olor de Nueva York”, le dijo la exgerente de inversiones de Goldman Sachs a una audiencia republicana reunida en Queens. Ciertamente son palabras que rara vez se escuchan, especialmente durante el verano. “Adoro el ajetreo”, agregó.
Trump, sin embargo, se irguió en resentimiento y recordó en varias ocasiones el desdén de Cruz ante sus audiencias. “¿Cuáles son los valores de Nueva York? Número uno, la honestidad y hablar sin pelos en la lengua”, detalló el precandidato, ante los republicanos reunidos en una gala para recaudar fondos en el hotel Grand Hyatt, de Manhattan, que él restauró a finales de la década de 1970 en lo que fue uno de sus primeros grandes proyectos de desarrollo urbano.
Trump convirtió la observación de Cruz, tal como ha hecho reiteradas veces, en un ataque hacia las víctimas del 11 de Septiembre. “En nuestro momento más oscuro como ciudad, demostramos al mundo lo mejor en términos de valentía, corazón y alma”, afirmó.
Nueva York es el extraño estado donde Kasich, un distante tercer competidor en el conteo de delegados, representa la competencia más difícil para Trump.
Aquí, Kasich se desprendió del comportamiento santo y sin polémicas que demostró en otros estados -quizás sea el ambiente neoyorquino-, y le ladró a la prensa además de lanzar algunas de sus más duras retóricas de campaña.
En declaraciones a un grupo de mujeres en Manhattan, no mencionó a Trump ni a Cruz, pero sus blancos resultaron inconfundibles cuando los describió como los “dos caminos” que enfrenta el partido republicano.
“Una opción es el camino que explota la ira, fomenta el resentimiento, convierte el miedo en odio y divide a la gente”, afirmó. “El otro es un camino que los Estados Unidos ya ha recorrido antes. Es muy trillado… pero también muy sólido”.
A excepción de unos pocos bolsillos en Long Island, en los suburbios del condado de Westchester y algunas ciudades universitarias del norte, Nueva York le ofrece a Kasich su máxima esperanza de recoger delegados este martes, a ambos lados del Central Park.
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