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Rompen barreras; cada vez más mujeres incursionan en el deporte extremo de la patineta

Candice Avendaño comenzó a andar en patineta para impresionar a su novio.

“Él era aficionado a la patineta. Creo que buscaba tener algo en común, por eso comencé a patinar también”, dice Avendaño, de 17 años y residente de Boyle Heights. “Pero después de un tiempo, me di cuenta de que la patineta es algo muy divertido y que en verdad quería practicar, por eso me puse a patinar”.

Se compró su primera patineta sin el permiso de sus padres. “Les dije a mis padres que me iba a comprar unos zapatos en Internet y terminé comprándome la patineta. ¡Se enojaron mucho!”, recuerda.

De complexión pequeña, con cabello rojo fuego y vestimenta al estilo pop--punk, Avendaño suele visitar la Plaza Mariachi y otros lugares en Boyle Heights para andar en patineta y demostrar todos los trucos que ha aprendido. Es una de las pocas chicas que forman parte de la creciente cantidad de jóvenes aficionados a la patineta en Boyle Heights.

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Si bien a menudo se espera que las chicas jueguen con muñecas, les guste ir de compras y prueben diferentes estilos de peinados, las chicas como Avendaño están cambiando las reglas.

El mundo de la patineta está evolucionando y este deporte que solía atraer principalmente a los muchachos está dando un giro, a medida que más chicas están aprendiendo y volviéndose aficionadas a este deporte. En Boyle Heights, donde la cultura latina es dominante, algunas chicas, como Avendaño, están desafiando la gravedad y las alturas; una tradición que va contra de las normas.

“Mi papá me decía: ‘Eres una chica. ¿Qué estás haciendo? No debes andar en patineta. Debes andar en bicicleta o caminar”, dice Avendaño. “Y yo le contestaba: ‘No, no quiero hacer eso. Eso es aburrido. No quiero ser como todo el mundo’. Y seguí andando en patineta”.

En el caso de Kimberly Barrera, la reacción negativa provino de su madre, a diferencia de su padre que le demostró su apoyo. A esta chica de 15 años le encanta la patineta y se lo recuerda constantemente a sus amigos en las redes sociales al compartir videos de sus trucos patinando. Ya tiene pensado convertirse en profesional.

Barrera, que suele vestirse con pantalones Dickies extra grandes y zapatos Vans, dice que su estilo tradicional de patinar genera diferentes reacciones en los chicos con los que practica. “Algunos chicos piensan que está bueno, pero otros piensan que es un estilo solo para chicos y me dicen cosas, como que soy una marimacha”, afirma.

La patineta está ganando cada vez más popularidad en Boyle Heights, una comunidad con instalaciones para patinar en dos de los parques municipales, Hazard y Hollenbeck, así como también en la comunidad cercana de Belvedere en el Este de Los Ángeles. Las tiendas al menudeo como Mainline Skate Shop y The Garage, que recientemente inauguraron sus locales cerca de la Plaza Mariachi, ofrecen equipos, información y otros recursos a los aficionados locales Pero los hombres dominan este deporte.

Aunque esto no afecta a Ilse Gutiérrez, de 20 años y residente de Long Beach, a quien le encanta volver a su viejo vecindario de Boyle Heights para patinar en el parque Hollenbeck.

“Me gusta patinar aquí porque es tranquilo y los chicos me tratan bien”, señala.

Algunos hombres todavía se sorprenden cuando ven mujeres patinando. “Cuando ven una chica patinar, es como si nunca lo hubieran visto antes y se vuelven locos”, dice Avendaño.

“A los chicos realmente les gustan las chicas que también patinan”, agrega. “Te dicen piropos. Está muy bien. Eso te da más confianza, haces más amigos”.

Joe Guillén, de 16 años, y aficionado a la patineta, está de acuerdo. Dice que las chicas que patinan le parecen “increíbles” y que no siente que tiene que darles un trato preferencial a sus compañeras por ser mujeres. “No, ¿por qué lo haría?”, se pregunta. “Si vas a patinar, vas a recibir el mismo respeto que el resto”.

A otro patinador local, Junior Durán, de 15 años, le enseñaron en su infancia a respetar a las mujeres. “A mí me resulta atractivo que las chicas patinen. Está muy bien que gente de ambos sexos hagan cosas en común. No hay ningún problema. Está bien”.

Avendaño ha perfeccionado trucos como el “ollie” en el que levanta la patineta solo con los pies y el “shove-it”, donde hace un giro de 180 grados sin que la patineta toque el suelo. Ahora está practicando el “kickflip”, que es incluso más difícil porque debe lograr que la patineta dé un giro de 360 grados.

Todos estos trucos requieren de mucha práctica y pueden causar lesiones. Pero Avendaño se cuida mucho de no sufrir ninguna fractura, ya que toca varios instrumentos musicales, incluyendo el piano, la batería, la guitarra y la trompeta baja.

“La música siempre es lo primero”, dice.

Las patinadoras como Avendaño y Berrara ahora cuentan con ejemplos a seguir, como la patinadora profesional Leticia Bufoni, una superestrella brasileña que alcanzó el primer puesto mundial como patinadora durante cuatro años consecutivos y fue nominada para un premio Espy. Bufoni, que comenzó a patinar a los 9 años, anima a las chicas jóvenes a salir y hacer lo que les gusta.

Y las patinadoras también reciben mucho apoyo de tiendas como The Garage, que ayuda a los locales a tener un buen desempeño escolar y seguir sus sueños para convertirse en profesionales. La tienda al menudeo financia un programa llamado “Sk8 4 Educate” (Patinar para educar), diseñado según los programas atléticos de la escuela secundaria. Les permite a los patinadores locales unirse al equipo y tomar lecciones de patineta, siempre y cuando mantengan un promedio de calificaciones (GPA) mínimo de 2.5.

“Es un deporte extremo pero no debería ser solo para hombres”, afirma Eric Díaz, empleado de The Garage. “Debería ser para todas las personas de todas las edades. Sin importar su sexo”.

Díaz cree que a todas las personas se les debe permitir hacer aquello por lo que sienten una gran pasión. “Realmente no hay una diferencia. Todos andamos en las mismas patinetas”, afirma.

Barrera está de acuerdo y señala que tiene una gran pasión por la patineta y está decidida a seguir avanzando en este deporte.

“Seguiré patinando, no me importa lo que diga la gente”, señala. “Me encanta la patineta”.

Samantha Silva es reportera del Pulso de Boyle Heights

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