El avance ruso en Ucrania plantea preocupaciones sobre una nueva Guerra Fría en Europa
![El canciller alemán Olaf Scholz habla en Berlín, el 22 de febrero de 2022.](https://ca-times.brightspotcdn.com/dims4/default/86ffcd7/2147483647/strip/true/crop/5248x3492+0+0/resize/1200x798!/quality/75/?url=https%3A%2F%2Fcalifornia-times-brightspot.s3.amazonaws.com%2F78%2Fc5%2Ffd8fd8d74711bc71fdd41b355d66%2Fgermany-ireland-47202.jpg)
- Share via
BERLIN — Aunque Udo Grelzik pasó casi la mitad de su vida bajo el régimen comunista en Alemania Oriental, nunca anticipó la amenaza de una nueva Guerra Fría en Europa.
Esos días supuestamente habían quedado relegados a la época sombría del Muro de Berlín, innumerables películas de suspenso y la proximidad diaria del Armagedón nuclear. “Definitivamente estoy asustado ahora, porque nunca se sabe lo que puede pasar una vez que comienza la lucha”, dijo Grelzik, de 61 años, un desarrollador de proyectos de energía renovable que vive en las afueras de Berlín, la capital alemana.
“Lo que puede comenzar como una lucha regional podría terminar extendiéndose rápidamente. Eso es lo último que alguien quiere en Alemania o cualquier otro lugar”.
La amenaza de una gran guerra en Ucrania, acelerada por la decisión del presidente ruso Vladimir Putin, de reconocer la independencia de dos regiones separatistas ucranianas, ha provocado angustia en toda Europa, más de tres décadas después de que terminó la Guerra Fría.
La conciencia colectiva del continente se encuentra en algún lugar entre el miedo y la negación, con mucha culpa arrojada a la mezcla, ya que muchos ven con temor la perspectiva de una región nuevamente dividida en bloques orientales y occidentales.
El prolongado enfrentamiento Este-Oeste después de la Segunda Guerra Mundial y la consiguiente amenaza de una conflagración nuclear siguen siendo un recuerdo no muy lejano para muchos en Europa. Aunque los lazos entre Estados Unidos y Rusia se han desgastado cada vez más en la era posterior a la Guerra Fría, la actual crisis ucraniana parece haber llevado las cosas a un punto cercano a la ruptura.
“Es muy inquietante”, afirmó Ian Shields, profesor asociado de la Universidad de Cambridge que pasó tres décadas en la Royal Air Force de Gran Bretaña y realizó misiones de entrenamiento con armas nucleares a principios de la década de 1980. “Desde el punto de vista europeo, deberíamos estar muy preocupados por esto”.
Putin, afirmó Shields, está logrando dos objetivos clave: reforzar su popularidad interna con pronunciamientos nacionalistas, mientras abre una brecha en Europa. “Creo que políticamente Putin está jugando un juego muy inteligente y muy preocupante”, agregó. “Si no respondemos contundentemente, ¿vamos a ver literalmente un regreso a la Guerra Fría, con áreas alrededor del mundo divididas en una o dos alas?”.
“Acto de guerra”, rezaba el titular del periódico británico The Sun que describía la medida de Putin, calificando el momento como el período internacional más peligroso desde la Crisis de los Misiles en Cuba, hace 60 años.
La declaración de Putin provocó votos de una nueva ronda de sanciones de Estados Unidos y Europa contra Moscú, dirigidas a empresas, rusos adinerados y los servicios financieros del país.
Pero quizá la respuesta más importante fue el anuncio del canciller alemán Olaf Scholz, el martes, de que suspendería la certificación del proyecto de gasoducto de gas natural Nord Stream 2, de $11 mil millones, que se extiende desde Rusia hasta Alemania.
Alemania y gran parte de Europa dependen en gran medida del gas natural ruso. Más de un tercio del gas que utiliza la Unión Europea, de 27 países, para generar electricidad y calentar los hogares proviene de Rusia. Esa es una de las razones por las que a veces se vio a Berlín como un socio reacio en el intento de Washington de contener a Moscú.
El líder alemán fue críptico al explicar por qué su gobierno se había movido para bloquear la certificación del oleoducto, una medida que Washington había instado durante mucho tiempo a Berlín a ejercer contra Moscú. Las autoridades “harán una nueva evaluación de la seguridad de nuestro suministro a la luz de lo que ha cambiado en los últimos días”, añadió Scholz.
Otros fueron menos diplomáticos.
El martes en la BBC, el general Richard Shirreff, ex comandante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de Gran Bretaña, advirtió que la situación podría convertirse en “una guerra de escala no vista en Europa desde 1945. Creo que es difícil exagerar la gravedad de la situación”.
En París, un funcionario francés le dijo a France 24 que la declaración del líder ruso el lunes fue “rígida y paranoica” y traicionó las promesas hechas al presidente Emmanuel Macron. El líder francés habló con Putin dos veces por teléfono, el domingo, en un intento frenético por reducir las tensiones y convertirse quizá en el principal interlocutor de Europa con su homólogo ruso.
En naciones de Europa del Este como Polonia y Hungría, alguna vez estados satélites soviéticos, los funcionarios se preparaban para una posible afluencia de refugiados de la vecina Ucrania. Los antiguos estados de primera línea en la Guerra Fría, y los miembros actuales de la OTAN, no se hacen ilusiones sobre las consecuencias potencialmente calamitosas de una guerra en Europa.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, condenó la acción de Putin como “una burda violación del derecho internacional”.
El primer ministro italiano, Mario Draghi, calificó el reconocimiento de Rusia de las dos regiones separatistas como “una violación inaceptable de la soberanía democrática y la integridad territorial de Ucrania”.
Durante mucho tiempo, Italia ha sido vista por muchos como blanda con las sanciones contra Rusia. El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi forjó una estrecha amistad con Putin, y Matteo Salvini, el líder populista de extrema derecha y ex ministro del Interior, prodigó grandes elogios a Rusia.
Alemania, hogar de la economía más grande de Europa, también ha sido vista a veces en Washington como reacia a acelerar a fondo las sanciones contra Rusia, por varias razones, especialmente su dependencia del gas natural ruso para las necesidades energéticas y sus muchos vínculos comerciales con Rusia.
Además, hay un persistente sentimiento de culpa entre algunos alemanes por la destrucción infligida a Rusia en la Segunda Guerra Mundial.
Sumado a ello, muchos alemanes, especialmente en la antigua Alemania Oriental, creen que Occidente es en gran parte responsable de los disturbios actuales. A menudo citan la política agresiva de Washington de impulsar la expansión de la OTAN hasta las fronteras de Rusia, algo que Moscú considera una grave amenaza para la seguridad.
“El problema es que Occidente no ha mostrado suficiente respeto por Rusia y sus intereses”, dijo Grelzik, que vivía cerca de una importante base soviética en el Este, antes de la caída del Muro de Berlín, en 1989.
“La causa de todo esto ahora mismo es la expansión de la OTAN. Y la actitud de que después de la Guerra Fría, Occidente podía hacer lo que quisiera. Putin sintió que tenía que reaccionar y mostrar fuerza”.
La devastación de la Segunda Guerra Mundial también dejó una profunda tensión pacifista en Alemania. “Nie wieder Krieg” (Guerra nunca más) ha sido un eslogan popular durante décadas, que aparece en calcomanías de parachoques y otros lugares.
Los sobrevivientes de la Guerra Mundial y sus secuelas, y una generación más joven, que solo ha oído hablar de la Guerra Fría de los ancianos o relatos históricos y dramáticos, abrazan el objetivo de no tener más conflictos bélicos.
“Los líderes políticos occidentales tuvieron mucho tiempo para actuar de manera más diplomática y ser un poco más cautelosos con el Este”, expresó Stefan Marten, de 40 años, administrador de la ciudad en un suburbio de Berlín. “Pero ya es demasiado tarde”.
Al igual que muchos otros alemanes, Marten condena las acciones de Putin en Ucrania y siente que las opiniones del líder ruso sobre el estado de derecho y los derechos humanos son incompatibles con las normas occidentales. Aun así, considera, la crisis actual podría haberse evitado.
“A nivel diplomático, Rusia debe ser tratada como un igual, y no ha sido así durante muchos años”, remarcó Marten. “Eso es lo que llevó a la situación en Ucrania”.
Los corresponsales especiales Kirschbaum y Boyle informaron desde Berlín y Londres, respectivamente, y el redactor de The Times McDonnell, desde Nueva York. El corresponsal especial Tom Kington, en Roma, contribuyó con este artículo.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.