Anuncio

¿Por qué Putin está obsesionado con Ucrania?

El presidente ruso, Vladimir Putin.
El presidente ruso, Vladimir Putin, habla durante una reunión del Consejo de Seguridad en el Kremlin, en Moscú, el lunes. (Alexei Nikolsky)
(Alexei Nikolsky / Sputnik/Kremlin Pool Photo)

WASHINGTON — Una invasión rusa a Ucrania parece inminente desde hace días, si no es que semanas, como sabe cualquiera que haya prestado atención a las noticias.

Pero en la mente de muchos está la razón por la cual el presidente ruso, Vladimir Putin, está tan obsesionado con ese estado soberano.

Putin concentró más de 150.000 militares a lo largo de la frontera de Rusia con el borde este y sur de Ucrania, donde Moscú ya ocupa territorio, y su aliado, Bielorrusia, en la línea divisoria del norte ucraniano.

Anuncio

El gobierno de Estados Unidos cree que el presidente ruso podría invadir fácilmente desde cualquier frente y en el momento menos pensado.

Una incursión en el este de Ucrania podría ser más sencilla desde que Rusia anexó ilegalmente la península de Crimea, territorio ucraniano, desde hace casi ocho años, y a partir de entonces ha respaldado a las milicias rusas contra las fuerzas ucranianas en esa zona.

Avanzar desde Bielorrusia al norte podría ser aún más inquietante porque las fuerzas rusas estarían a un par de horas en automóvil de la capital ucraniana, Kiev.

Pero si comienza una invasión, todavía hay preguntas que vale la pena examinar. Entre las más importantes: ¿Por qué Putin está tan obsesionado con Ucrania?

Hay un proverbio ruso que dice que no puede haber un Imperio Ruso sin Ucrania, debido a su larga historia cultural y económica como el corazón palpitante de la extinta Unión Soviética. Y Putin está empeñado en recrear un nuevo poderío para restaurar en su declinante país la relevancia de una superpotencia.

Para comprender cómo ve Putin a Ucrania y por qué está tan enredado en su mitología, primero miremos un mapa.

Bielorrusia, Ucrania y Georgia, en ese orden de norte a sur, son exrrepúblicas de la Unión Soviética que se separaron en naciones aparentemente independientes después de que el poder comunista colapsara, en 1991. Se asientan como una enorme barrera terrestre entre Rusia y Europa hacia el oeste.

Ucrania es la más grande, una vasta tierra rica en minerales y campos fértiles.

La pequeña Georgia fue invadida por Rusia en 2008 y las dos naciones libraron una breve guerra. Entonces, como ahora, Moscú la acusó de atacar enclaves disidentes prorrusos, como Osetia del Sur. Francia negoció un alto el fuego que puso fin a la mayoría de los combates, pero Georgia no recuperó el territorio en disputa.

Bielorrusia, junto con varias otras exrrepúblicas soviéticas, tiene o tuvo líderes amigos del Kremlin, pero Ucrania rompió con el patrón en una revolución en 2014 que sentó a funcionarios elegidos democráticamente y movió al país sólidamente hacia occidente. El entonces presidente prorruso, Viktor Yanukovych, huyó a Moscú, en lo que se conoció como la Revolución de Maidan.

Ucrania también había servido como fuente lucrativa para las arcas de Putin. Un gasoducto ruso cruza territorio ucraniano en ruta a Europa y genera grandes ganancias para Moscú, dinero que el líder del Kremlin usó para cooptar a políticos ucranianos amistosos y para comprar a sus aliados oligarcas, según expertos y exdiplomáticos rusos.

Sin embargo, Ucrania estaba saliendo de la esfera de influencia de Putin, y él intenta recuperarla desde entonces. En ese mismo año, 2014, el mandatario comenzó a devorar el este ucraniano, declarando que franjas como el Donbas eran rusas porque muchas personas allí hablan su lengua y tienen pasaportes de Rusia.

Putin, exagente de la KGB, ha dicho que el colapso de la Unión Soviética fue uno de los mayores desastres de la Historia moderna. Ha declarado públicamente que no considera a Ucrania como un país real, ni a sus ciudadanos como personas separadas. Gran parte de occidente, probablemente sin saberlo, creyó algo de la narrativa al referirse a esa nación como “la Ucrania”, como lo hace el mandatario y los nacionalistas rusos. Sería como si los estadounidenses se refirieran a “el sur” o “el oeste”, partes de EE.UU, como no naciones apartadas.

Franklin Foer, un escritor de la revista Atlantic que rastrea las raíces familiares de lo que es hoy Ucrania, argumenta que a Putin no le preocupa tanto que el país se una a la OTAN, sino que se convierta en parte de Europa “con su insistencia en el estado de derecho”.

Ucrania firmó un acuerdo de “asociación” con la Unión Europea el 21 de marzo de 2014, un mes después de la Revolución de Maidan y el mismo mes en que Putin tomó el control de Crimea.

El estado de derecho y una campaña contra la corrupción desenfrenada, que Estados Unidos y Europa han impulsado en Kiev con relativo éxito, le roban aún más al presidente ruso una herramienta para controlar o manipular el país y sus posibles cómplices, afirman los analistas.

“Lo que más temía era la democracia ucraniana, que lo privaría de influencia sobre la posesión colonial que sentía que era su derecho de nacimiento”, escribió Foer la semana pasada.

Los diplomáticos estadounidenses en Europa, incluidos los embajadores en Rusia y Ucrania, advirtieron a lo largo de la década de 2000 que mostrar cualquier inclinación hacia la incorporación de Ucrania en organizaciones occidentales como la OTAN pondría “nervioso” a Putin.

Es posible que el líder ruso ahora no quiera apoderarse de toda Ucrania, pero ciertamente quiere tomar lo suficiente del país para convertirlo en una nación fantasma sumisa, consideran expertos y analistas. Un escenario planteado por la inteligencia de EE.UU es que Putin haría que la invasión fuera rápida y solo lo suficiente como para instalar un nuevo líder. “La crisis fundamental no terminará”, tuiteó Carl Bildt, exprimer ministro de Suecia y ahora enviado principal en Europa, “hasta que Putin abandone el Kremlin y [Rusia] finalmente decida si construirá una nación moderna o si todavía quiere un imperio”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio