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Keiko Fujimori, fuertes pasiones a favor... y en contra

En esta remota aldea andina que fue azotada por Sendero Luminoso abundan los carteles anaranjados, el color del partido de Keiko Fujimori.

Es un símbolo de la continua lealtad de sus residentes hacia su padre Alberto Fujimori, el expresidente hoy encarcelado, a quien agradecen haber ayudado a aniquilar a la guerrilla maoísta que mató a numerosos campesinos de la zona partidarios del gobierno durante la brutal guerra civil de la década de 1990.

Keiko “cumplirá lo que aprendió de su papá” si gana las elecciones, dice Vicente Vicaña, un campesino de 65 años cuya mujer y dos hijas murieron junto a 31 vecinos dentro de la iglesia pentecostal de Ccano, hasta donde llegó en 1991 un batallón extremista que fusiló y quemó a las víctimas en venganza porque los campesinos apoyaban a los militares.

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El viudo, que como muchos campesinos formó parte de los batallones que lucharon contra Sendero, pudo enterrar a su familia hace poco, 25 años después de su muerte, luego de que los restos les fueran entregados a fines de marzo tras una exhumación que realizaron forenses de la fiscalía apoyados por el Comité Internacional de la Cruz Roja.

“Alberto Fujimori ha pacificado, fue buena gente, si no (los senderistas) a todos nos hubieran matado”, afirma el anciano quechuablante que la tarde del entierro cambió sus sandalias de caucho y se colocó su mejor traje para la ocasión: una camisa blanca con el cuello desgastado, un pantalón azul y un par de viejos botines negros de cuero.

Si bien la mayoría de los peruanos dice que jamás votaría por alguien vinculado a Fujimori padre, sentenciado por corrupción y violaciones a los derechos humanos durante su gobierno, entre los residentes de aisladas zonas rurales del sureste se percibe todavía un miedo contenido a Sendero Luminoso, siguen atormentados por el recuerdo de un conflicto en el que murieron 70.000 personas y están decididos a apoyar a Keiko, convencidos de que hace falta mano dura para evitar que retorne la violencia.

Y como Vicaña, muchos de los simpatizantes de Keiko Fujimori, que va primera en las encuestas aunque sin lograr más del 50% necesario para ganar el 10 de abril, viven en más de 102.000 aldeas parecidas a Ccano, donde no hay señal telefónica, más del 77% es pobre y no hay agua potable.

Los votantes fujimoristas han recibido con satisfacción las recientes promesas de Keiko de construir carreteras, postas médicas, escuelas, institutos tecnológicos, redes de agua y desagüe y de “llegar allí donde el estado todavía no ha llegado”.

Pero así como Keiko, de 40 años, se beneficia de la popularidad de su padre en ciertos sectores, también genera profundo rechazo. El voto en contra de su candidatura llegó hasta 49% hace dos semanas, aunque luego comenzó a descender hasta 45%, según un sondeo nacional de Ipsos Perú difundido el domingo 3 de abril.

Gisela Ortiz no quiere que sea presidenta. Su hermano Luis, de 21 años y estudiante de educación en una universidad limeña, fue secuestrado y asesinado en 1992 junto a ocho compañeros y un profesor por un escuadrón del Ejército que actuaba con conocimiento del gobierno de Alberto Fujimori.

El cadáver de Luis, con cuatro tiros en la nuca, fue hallado 15 meses después en una fosa al sur de Lima. En 2009 el expresidente Fujimori fue condenado por la Corte Suprema a 25 años de cárcel por ser el autor mediato en los asesinatos y ha recibido otras cuatro sentencias por delitos de corrupción.

“Ella fue la primera dama de un régimen criminal que acabó con la vida de nuestros familiares además de cometer otros delitos graves de corrupción”, dijo Ortiz mientras marchaba el cinco de abril junto a más de 30.000 opositores a la candidatura de Keiko quien en 1994, a los 19 años, se convirtió en primera dama luego que sus padres se separaron.

Mujeres pintaron sus muslos de rojo recordando cómo en la gestión de Fujimori se produjeron más de 300.000 esterilizaciones forzadas, otros mostraban letreros con críticas al remate de empresas públicas por más de 9.000 millones de dólares y citaban el robo de 600 millones de dólares del dinero público, según cálculos de la organización Transparencia Internacional.

Ha habido más de una decena de protestas en contra de Keiko desde enero. El rechazo a su candidatura se intensificó cuando el Jurado Nacional de Elecciones marginó de la contienda a dos populares candidatos Julio Guzmán y César Acuña, faltando un mes para los comicios por violar supuestamente una nueva ley de partidos.

En cambio, el tribunal mantuvo a Fujimori, que también fue acusada de infringir la ley durante la entrega de dádivas en un acto político. El 57% de peruanos, según un sondeo de la firma GfK de inicios de abril, cree que el Jurado recibió influencias políticas en su decisión de mantener en la contienda a Keiko.

La actuación del Jurado provocó que el secretario general de la Organización de Estados Americanos, el uruguayo Luis Almagro, dijera que las elecciones serán “semi-democráticas” si no se restituyen a los candidatos y criticó el “sistema de inhabilitación que aplica” el tribunal, que permite tachar a un candidato incluso el mismo día de las elecciones.

“Toda esa controversia, todos esos problemas y crisis con el Jurado Nacional de Elecciones han tenido un impacto negativo sobre Keiko Fujimori”, dijo a la AP Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de análisis con sede en Washington.

Al parecer, Keiko no sacará más de la mitad de los votos y habrá una segunda ronda electoral el cinco de junio, pero no se sabe quién será su rival porque hay un empate técnico en el segundo lugar entre la legisladora izquierdista Verónika Mendoza y el conservador Pedro Kuczynski.

De los tres candidatos, sólo Mendoza, que abandonó la bancada oficialista tras una represión a manifestantes contra la minería, promete cambiar el modelo económico pro-empresarial que impulsó un crecimiento sin precedentes en la última década.

De ser elegida, afirma que cambiará la constitución, aumentará el gasto público y reducirá la dependencia de Perú en proyectos de multinacionales mineras que, según dice, degradan el medio ambiente. Perú es el tercer productor mundial de cobre, plata y zinc y el séptimo de oro.

Mirando a las cámaras de la televisión durante un debate presidencial, Keiko enumeró los acontecimientos de corrupción ocurridos bajo el gobierno de su padre y dijo: “sé mirar la historia de mi país, sé que capítulos se deben repetir y tengo muy claro cuáles no”.

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