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Calamaro se rodea de colegas ilustres para un álbum de duetos que lo encuentra a la espera

El cantautor argentino Andrés Calamaro presenta ‘Dios los cría’ mientras anhela regresar a los escenarios

“Dios los cría”, el álbum de Andrés Calamaro que se acaba de lanzar, es una obra muy particular para el reconocido cantautor argentino que pasa su tiempo entre Madrid y Buenos Aires, porque si bien se encuentra completamente integrada por composiciones de su autoría, cuenta con el aporte invaluable de muchas voces de renombre.

Al revisar simplemente los créditos del disco se descubre la categoría de los convidados, y escucharlo de forma completa sirve para determinar que su contenido procede de las ya generosas canteras de su gestor principal, pero bajo un formato novedoso que lo aleja con firmeza de sus orígenes rockeros para adoptar estilos considerablemente más apacibles que se inclinan muchas voces por el bolero y el jazz.

En la entrevista que nos ofreció desde su casa en la capital española, Calamaro habló en detalle de las circunstancias que lo llevaron a emprender esta aventura, del modo en que la realizó, de las esperanzas que tiene en un pronto regreso a los tabladillos y de las diversas discusiones virtuales que ha tenido con sus seguidores y sus detractores en los últimos tiempos.

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Andrés, háblame por favor del origen de “Dios los cría”. ¿Por qué decidiste hacer un proyecto así, de dúos, justamente en este momento?

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Bueno, no es un disco grabado en el último año; son episodios que ocurrieron entre el 2016 y el 2018. En el 2016 publicamos un disco solo con piano, con arreglos de Germán Wiedemer, que es el mismo pianista y arreglista de este nuevo trabajo. Al año siguiente sumamos contrabajo y percusión para una gira que terminamos en el 2018, y justo en el medio, entramos a un estudio para grabar ese mismo repertorio.

Fue entonces que pensé que podríamos agregar a cantantes que fueran estrellas, figuras y leyendas, con la ayuda del productor Carlos Narea, a quien conozco desde los años ’80 y que es el realizador de producciones imposibles, como una versión del “Himno a la alegría” de Beethoven en la que participaron cuarenta cantantes, una orquesta y el guitarrista de Queen, Brian May, así como de un festival que se hizo en Guadalajara, como homenaje a Placido Domingo, con una orquesta de 80 músicos y un mariachi dentro de un estadio de futbol.

Calamaro durante una de sus presentaciones en vivo.
(Agencia Reforma )

Ha habido varios discos de duetos en los últimos años, pero tú tienes aquí un cartel realmente impresionante y muy diverso, tanto en términos generacionales como geográficos, porque vas desde Julio Iglesias y Raphael hasta Sebastián Yatra y Mon Laferte, y apelas a artistas procedentes de España, Argentina, México, Colombia, Chile y Brasil. ¿Cómo se produjo esto?

Los músicos nos consideramos una familia de primos, y los cantantes somos como hermanos separados al nacer. Todas las generaciones tenemos lugares en común; pueden ser Las Vegas, Houston, Los Ángeles, Miami o donde sea que se celebren los Grammy Latinos, que son en realidad mucho más que la ceremonia que se ve por televisión. La noche anterior [a ese evento final] se hace un homenaje con recital a la Persona del Año, y en la misma tarde nos juntamos cientos de compañeros para aplaudir a los ganadores en las categorías que no vamos a ver después por televisión. E incluso un día antes, hay una ceremonia donde se premia a los veteranos por los méritos de toda su carrera musical. Ahí nos encontramos los mariachis, los raperos, Sebastián Yatra, Mon Laferte, ‘Despacito’ [sic], Residente, Ricky Martin, Juan Luis Guerra y Robi Draco.

Conocí justamente a Sebastián en Las Vegas; él se ofreció a cantar ‘Paloma’ de una forma voluble, con mucha humildad, y los modales y la humildad merecen una respuesta positiva de mi parte, por lo que cantamos juntos. Después están Julieta Venegas, Carlos Vives y Juanes, que son presencias habituales en estos premios, y a los que he visto tocar en escenarios, en persona y por la televisión. A Mon Laferte la conocí cantando las canciones de Alejandro [Sanz] o de [Joan Manuel] Serrat, no recuerdo bien. Y todos terminamos siendo amigos, compañeros de oficio.

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Lo de Julio Iglesias en “Bohemio” es especialmente significativo debido a su aspecto legendario, y se siente también de algún modo como una devolución de favores debido a que tú grabaste con él una versión nueva del corrido “Juan Charrasqueado” en su propio álbum de duetos del 2017.

Hay un poco de eso, sí, pero yo creo que esta sociedad con Julio responde a que nos tenemos en el radar, tenemos cosas en común y nos gusta cómo somos. Yo soy un porteño muy madrileño y Julio es un madrileño bastante argentino y muy dominicano. Estamos acostumbrados a ser recibidos en muchos países a los que vamos a trabajar, a enamorarnos o a tener nuestras aventuras. El punto culminante de esta complicidad había sido cantar juntos “Juan Charrasqueado”, y ahora, esta versión de “Bohemio” marca su regreso a la escena de la grabación, porque no lo había hecho justamente desde ese disco.

Como lo dices, esto reúne a diferentes generaciones, con canciones que son todas de mi repertorio y que provienen del rock, aunque aparezcan aquí grabadas de otro modo. Y se puede decir con seguridad que, de los 15 o 18 cantantes que aparecen -todos buenos-, Julio Iglesias se luce, dando una clase magistral, con ese estilo propio, intransferible y lleno de generosidad y amor por el oficio [que tiene].

Ya que el disco se grabó antes de la pandemia, ¿cómo fue el proceso de registro de las voces de los invitados?

Grabar a la distancia no es algo exclusivo de momentos así, sino una decisión operativa que se usa desde hace 20 años. Antes de eso, hubiéramos tenido que viajar por varios países con una maleta llena de grabaciones, y lo habríamos hecho encantados. Hubiéramos estado en Brasil para grabar con Milton [Nascimento], en Montevideo para grabar con Fernando [Cabrera], en Buenos Aires para grabar con León [Gieco] y Gabriel [Vicentico], y así. Pero ahora, se puede mandar las pistas en un correo electrónico. De todos modos, los cantantes solemos grabar a solas, a no ser que se trate de un proyecto orquestal o en vivo. El oficio del cantante es solitario.

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Hace unos cuantos días tuviste que posponer nuevamente la gira europea que se había suspendido ya en el 2020. ¿Cómo ves las posibilidades de regreso a los escenarios?

Nosotros no posponemos; son los locales los que cambian las fechas esperando que se den ciertas condiciones. Se vendieron las entradas, se comprometió a los músicos y a los asistentes de escenario, se reservaron los hoteles y los boletos de avión. Yo no suspenso nada. Lo único que necesito es volver a ensayar un poco, porque ha pasado un año y medio [desde los últimos conciertos] y no quiero presentar las mismas canciones.

Hay países donde los protocolos son distintos. En Estados Unidos ya hay público en los eventos deportivos; en Inglaterra se van a celebrar festivales musicales; y en España, después del evento exitoso de Love of Lesbian, se ha anunciado ya un festival con 25 mil personas y medidas normales. Pero mi gira involucra a muchos promotores de diferentes lugares y con situaciones distintas.

¿Y qué hay con la vacunación? ¿Lo has hecho?

A mí me gustaría que dieran las vacunas en las farmacias; ya hubiera ido a ponerme cuatro diferentes. No tengo problemas [en hacerlo]. Tampoco conozco a nadie que se haya vacunado y se haya enfermado de otra cosa. Imagino que pronto van a empezar a pedir los certificados para viajar.

A fines del 2020, participaste en la serie documental de Netflix “Rompan todo”, que despertó muchas pasiones, y tu propia intervención generó una serie de comentarios hostiles que tú respondiste de modo particularmente amable en las redes sociales. Eres sin duda alguna un icono del rock latinoamericano, pero parece que muchos tienen todavía contigo una especie de relación de amor/odio. ¿Cómo te sientes con eso?

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Mira, yo no tengo automóvil ni manejo; sería un horrible angelino. Tampoco tengo reloj. Sin embargo, tomo la temperatura de la calle. Si me siento con cuatro amigos, todos piensan distinto que yo. En Buenos Aires se usa mucho el sarcasmo, la ironía, el ‘trash talking’, y no siempre nos entienden. Soy músico de rock, y por mandato, el rock tiene que ofender, pisar todos los charcos. Además, crecí en una familia donde se hablaba en serio de política, de música, de cultura, de vanguardia. Algunas de mis ideas están adelantadas al tiempo por muchos años.

Hay gente que me discute y que se ríe conmigo, y si hace falta, los dejo que lloren en mi hombro. El mundo occidental está partido por la mitad. Yo soy un feminista de toda la vida, y ahora hay un feminismo muy agresivo. [Hay] unas ideas estrafalarias a propósito de los animales, el medio ambiente, las razas. Yo siempre he sido una persona tolerante, liberal, nada autoritaria, y creo que se está llegando a extremos que no tienen otra utilidad que dividir a las personas, generar enfrentamientos.

En Argentina hay un escenario de división; en Chile hay otro, en Perú hay otro. En Colombia también, ahora mismo. Y en España. Tenemos diferentes mapas fracturados y la cuestión cultural está muy revuelta. Yo siempre formé parte de las minorías. La nueva ley de Hollywood para filmar películas es un delirio. Estos son caprichos de la clase media; no voy por la vida abrazando árboles. A mí me discuten cuando tengo razón, y no voy a dejar de tener razón porque me discutan.

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