La Cuneta Son Machín evade la política mientras mantiene su sabor ‘nica’
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Los Ángeles — Las cosas no se dieron necesariamente de manera vertiginosa para este grupo, que tuvo que esperar hasta el 2016, cuando tenía ocho años de formado y tres álbumes en el mercado, para recibir su primera nominación al Grammy anglosajón.
Pero el hecho estuvo lejos de pasar desapercibido. “Esa nominación fue una gran sorpresa para todos, porque somos de Nicaragua, un país muy pequeño que tiene poco alcance con su cultura”, le comentó a HOY Los Ángeles el bajista Augusto Mejía, a pocos días de la llegada de su conjunto, La Cuneta Son Machín, a esta ciudad, donde ofrecerá una presentación en el Festival Nicaragüense que se efectuará el 21 de mayo en Salt Lake Park (3401 E. Florence Ave, Huntington Park, CA, 90255), desde las 11 de la mañana hasta las 7 de la noche.
“No somos los primeros de allá a los que les ha pasado algo así, porque [el salsero] Luis Enrique había tenido una oportunidad semejante, aunque creo que fue en el Grammy Latino; y después, mi papá recibió un premio especial [también en la ceremonia hispana] por su trayectoria musical”, agregó el instrumentista e hijo del legendario Carlos Mejía Godoy. “Pero me parece que sí somos la primera banda nicaragüense en haber sido nominada”.
La Cuneta ha visitado el Sur de California en dos oportunidades, pero la ocasión actual los encontrará con un nuevo disco bajo el brazo, “Cañambuco”, que se lanza este viernes y que pone al frente fusiones novedosas, incluso para unos artistas como estos, que se distinguieron desde el comienzo por mezclar el ‘folklórico’ (que es como se llama a la música tradicional más distintiva de la nación) con elementos contemporáneos de la música internacional.
En el plano de las letras, La Cuneta mantiene un discurso cotidiano en el que abundan referencias a la gastronomía, las mujeres morenas y el baile, plasmado en un manejo de palabras típicas del barrio nicaragüense que pueden resultar difíciles de entender para el oyente de otras latitudes.
“Estamos experimentando con otros ritmos y grabando en otros países, como lo demuestra el hecho de que nuestros dos discos más recientes se hicieron en San Francisco, California; pero es muy importante para nosotros conservar nuestro lenguaje, nuestra manera de expresarnos, porque eso es lo que nos diferencia de otras propuestas que pueden manejar un concepto semejante”, dijo el cantante Carlos “Frijol” Guillén, quien admite influencias del folclor de su región, pero también del rap y de distintas vertientes del rock.
En vista de que lo que dicen en sus composiciones adopta una tendencia ajena a cualquier postulado específicamente social, le preguntamos a Augustín si eso no marcaba un claro distanciamiento con la escuela de su ya citado padre, quien en un momento dado se convirtió en un icono de la Revolución Sandinista, pero que recientemente le negó el uso de sus canciones a Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua.
“Crecimos en un país extremadamente polarizado, en el que la ideología determinaba para un grupo u otro el valor ético y moral que tenías, y nos dimos cuenta de que en este caso la lucha más importante no debía ser desde el ámbito político, sino desde el cultural, porque muchos de los problemas de Nicaragua tienen que ver la autoestima colectiva”, retomó el bajista.
Para este músico, al trazar una conexión entre la juventud de su tierra y las raíces culturales del mismo espacio, se logró un trabajo “importante y digno” con el que se ha identificado un enorme sector de esa misma audiencia, al que se le ha permitido además encontrar una identidad particular en medio de un mundo tan globalizado como el actual.
“Nunca nos hemos afiliado a ninguna tendencia política debido a los altos niveles de corrupción que existen en nuestro país, y de ese modo, nuestra propuesta ha fucionado mucho mejor, porque no ha generado rechazo”, agregó.
Sea como sea, su padre participa en uno de los cortes del nuevo disco, titulado igualmente “Cañambuco”; y el mismo veterano será de hecho el acto central del Festival Nicaragüense de este domingo, cuyos boletos se pueden conseguir en ticketon.com y son sumamente accesibles (cuestan $13, y los menores de 12 años entran gratis).
“El título de ese tema tiene que ver también con una de esas expresiones populares que nos gusta usar; significa andar sin ropa interior, algo que se da en regiones como la nuestra debido al tema del calor”, retomó Augustín. “Pero nosotros la empleamos como una analogía con el hecho de liberarnos de los prejuicios, los temores y todas esa cosas que nos separan, para encontrar puntos en común entre las personas y tratar de caminar juntos”.
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