Jon Favreau le da una nueva y vibrante vida a ‘The Jungle Book’
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Los Ángeles — No cabe duda de que, en su afán por hacer dinero fácil, Hollywood sigue empeñado en fabricar ‘remakes’ y en repetir incesantemente sus fórmulas exitosas. Pero eso no quiere decir que haya que descartar de plano todo lo que va por ese lado, como lo demuestra la nueva versión de “The Jungle Book”, que no tendrá un sabor precisamente original, pero posee en cambio diversos méritos artísticos, por no decir tecnológicos -y de última generación-.
En primer lugar, y a pesar de que esto se basa en la popular novela publicada por el autor británico Rudyard Kipling en 1894, no nos cabe duda de que se trata en realidad de una nueva versión de la archiconocida interpretación animada de 1967 que se encontró en manos de Disney, la misma compañía que produce la cinta actual. Hay aquí menos números musicales, claro, pero los que están le pertenecen a la citada propiedad, mientras que la fisonomía de los personajes replica la de sus antecesores más conocidos en la pantalla grande.
Sin embargo, además de varias diferencias narrativas, este “Jungle Book” ostenta una diferencia esencial: se trata de un trabajo en el que se combina la acción real (actores de carne y hueso y locaciones auténticas) con la elaboración de criaturas digitales (correspondiente a todos los personajes de animales). Por ese lado, lo que se aprecia no deja nunca de sorprender, sobre todo cuando se ve sometido a un formato de 3D que falla clamorosamente en otra clase de propuestas, pero que brinda en este caso un impresionante sentido de la textura y de la profundidad.
Como era de esperarse, la trama sigue el rumbo de rigor, es decir, el del niño humano (Mowgli) que es rescatado de la selva por una pantera (Bagheera) y criado por una manada de lobos, pero que se enfrenta luego a los incesantes ataques de un tigre (Shere Khan) que quiere aniquilarlo, mientras encuentra refugio en un oso (Baloo); en ese sentido, no hay que esperar novedades en lo que respecta a las simples lecciones morales y de solidaridad que se desarrollaron en el pasado.
Pero estas ideas clamorosamente básicas alcanzan una nueva dimensión cuando se ponen al mando de Jon Favreau, el hábil director estadounidense que es tan capaz de hacer una modesta pero encantadora película con alusiones latinas como “Chef” como de fraguar gigantescas producciones de superhéroes (fue el realizador de las dos primeras entregas de “Iron Man”). Pese a que seguimos sin estar del todo convencidos por el uso de la tecnología digital en la elaboración de figuras con referentes reales, esto es lo más realista que hemos visto dentro del mismo campo.
Tampoco hay que quitarle méritos a Neel Sethi, el chico indioamericano de 12 años que hace de Mowgli, y que cumple con su parte derrochando un carisma y una simpatía absolutamente esenciales para una interpretación de esta clase. Y aunque el plano de las voces se encuentra brillantemente encabezado por el entrañable Bill Murray, reconocimos de inmediato a Scarlett Johanssen cuando hizo su aparición la tentadora y letal serpiente Kaa, lo que demuestra que esta dama no tiene ni siquiera que aparecer físicamente para deslumbrarnos.
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