‘Everest’ recrea el drama de los que arriesgaron sus vidas por un sueño
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Los Ángeles — Llegar a la cima de la montaña más alta del mundo no es cosa de juego. Y eso es algo que supieron muy bien los dos grupos de expedicionarios que se enfrentaron al Everest en mayo de 1996 y que terminaron ocupando titulares noticiosos por la tragedia en que se vieron involucrados.
El hecho se hizo tan conocido que se convirtió en objeto de numerosos libros, artículos periodísticos y hasta de un celebrado documental cinematográfico en IMAX, “Everest” (1998), que fue narrado por Liam Neeson. Pero lo que tenemos ahora frente a nosotros es una película del mismo nombre que emplea un guión y un reparto lleno de grandes actores para representar con impresionante espectacularidad lo ocurrido en esas dramáticas jornadas protagonizadas por los montañistas a cargo de los guías Scott Fischer (Jake Gyllenhaal) y Rob Hall (Jason Clarke), quienes se entregaron por completo a su meta: poder llegar a la cima prometida.
El problema es que, como lo sabemos todos, el oxígeno va desapareciendo a medida que uno asciende y las temperaturas bajan en la misma medida, lo que es particularmente cierto en el caso del Everest, cuyos más de 8,000 metros de elevación llegan acompañados no sólo de un aire cada vez más enrarecido, sino también de males que afectan las capacidades mentales, corrientes agresivas de viento y la posibilidad de tormentas de nieve y derrumbes glaciares.
Para mala fortuna de las personas representadas en esta cinta, todas las circunstancias citadas se produjeron durante el recorrido que ellas mismas emprendieron, lo que se traduce en la pantalla a través de una serie de escenas que ponen realmente los pelos de punta ante la inminencia permanente del desastre y las desconcertantes dimensiones del entorno, principalmente cuando esto se ve en su lograda versión de 3D, que resulta ideal para apreciar la majestuosidad de la montaña y los peligros que implica.
Lo cierto es que, en determinado momento, lo que había sido una emocionante cinta de aventuras se transforma en una odisea de supervivencia, y eso cambia considerablemente la tónica del relato, mientras nos lleva a pensar si vale realmente la pena arriesgarse de ese modo -y afectar también las vidas de familiares, amigos y rescatistas- con el fin de cumplir un anhelo personal, por más apremiante que este sea.
En ese sentido, “Everest” deja un poco que desear, ya que si bien se trata de una producción absolutamente espectacular -mucho de lo que se ve se filmó en la locación real, aunque la mayoría se hizo en Italia- y llena de buenas actuaciones -participan además Josh Brolin, Robin Wright, Emily Watson, Keira Knightley y Sam Worthington-, no se toma el tiempo necesario para desarrollar bien a sus personajes ni mucho menos para cuestionar la avalancha comercial del montañismo y los daños que ocasiona en terceros, pese a que todo lo que se aprecia durante sus dos horas de duración se siente escalofriantemente realista y le da forma a una experiencia que se debe tener definitivamente dentro de una sala de cine.
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