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OPINIÓN: ¿Quédate en México o con México?

La política de "Permanecer en México" implementada durante la administración Trump sigue vigente.
La política de “Permanecer en México” de la administración Trump ha agravado estos problemas de salud pública.
(AP)

Al inicio de su gestión, incluso cuando aún no era presidente, pero ya decidía absolutamente todo, alguien convenció a AMLO que por ningún motivo debía pelearse con Estados Unidos. Un pleito en ese entonces abriría un frente que sería costoso no solo externamente, sino que alimentaría voces internas acerca del riesgo que significaba su gobierno en temas sensibles como la inversión extranjera. Quien lo convenció tenía razón, el problema fue la estrategia.

Teniendo a Donald Trump como contraparte y completamente ignorante de las relaciones internacionales, AMLO entendió que la fórmula era ceder en todo. En México, los actores que debieron haber levantado la voz ante esta inaudita cesión de soberanía, estaban noqueados por la aplastante victoria de AMLO, temerosos de las represalias o por lo menos, en la tradición de los intelectuales y academia mexicana, no querían un pleito frontal con un presidente tan poderoso. Hubo incluso artículos de “especialistas” que la consideraron una estrategia inteligente. Sus colaboradores en el tema, como hoy, llenaron de alabanzas y bendiciones sus ocurrencias.

Llegaron dos o tres temas relevantes. El nuevo acuerdo que sustituiría al Tratado del Libre Comercio y la gestión del recurrente proceso migratorio exacerbado por una numerosa migración centroamericana. Para Donald Trump, esos dos temas eran centrales y serían la plataforma de su reelección. Recordemos que todo esto ocurrió en 2018 y 2019, lejos aún de la pandemia del COVID que nadie anticipaba.

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En el hoy llamado en México T-MEC (nombre que incluso se sometió a consulta popular), con tal de que se firmara, se aceptó todo, hasta la intervención en asuntos laborales estrictamente mexicanos y las llamadas reglas de origen y niveles salariales que nada tienen que ver con la realidad mexicana ni con los factores que nos harían competitivos en ese tratado. Hoy, cuando se empiezan a pagar las facturas de esa sumisión, se argumenta infantilmente que “entendimos otra cosa”.

El tema migratorio no es menos complejo y demuestra cómo subordinamos nuestra soberanía. El gobierno de AMLO cedió, a cambio de nada, controlar los flujos migratorios de centroamericanos dedicando la cuarta parte de la Guardia Nacional, anunciada para dar seguridad a los mexicanos, a perseguir migrantes. Como si México no tuviera problemas de seguridad y pudiera darse el lujo de dedicar la cuarta parte de sus recursos para que el vecino no se enoje.

La otra concesión importante es el programa que en Estados Unidos llaman “Permanecer en México”, según el cual los solicitantes de asilo esperarían en México el trámite de su solicitud. Por inaudito que parezca, México aceptó convertirse en sala de espera de EE.UU. Dicho de otra forma, se dispuso del territorio mexicano.

Alrededor de 70 mil solicitantes de asilo, mayoritariamente centroamericanos, se quedaron en México, desatendidos, en condiciones deplorables de vida, exponiendo su seguridad y tensando el de por sí deteriorado ambiente social en las localidades fronterizas. No hay mejor ejemplo funcional de cesión de soberanía.

Al llegar Biden suspendió el programa, pero no resolvió el problema y, al contrario, el tema migratorio y la frontera con México aparecieron como caóticas ante la sociedad estadounidense y, por si algo faltara, hace unos días la Suprema Corte de Estados Unidos que inicialmente había suspendido el acuerdo de un Juez de Texas que ordenaba reinstalar el programa “Permanecer en México”, rechazó el aplazamiento de dicha reinstalación.

En síntesis, el poder judicial de Estados Unidos emite fallos sobre programas que se desarrollan en territorio mexicano, como si fuéramos colonia.

El problema es que México ya se prestó con Donald Trump a jugar ese papel y ahora no puede negarse. Nuestros brillantes funcionarios argumentan, como si realmente tuvieran margen de maniobra, que se trata de una decisión unilateral estadounidense. Claro, como fueron todas las anteriores que ellos diligentemente acataron.

Un principio elemental en toda negociación es que hay que tener cuidado en lo que se concede ante una contraparte más poderosa, porque ya concedido, retirarlo es casi imposible. Los enviados de AMLO no tuvieron ese cuidado.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW: @mexainstitute

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