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Proponen puertas a prueba de balas como solución a tiroteos en las escuelas

Un agente del sheriff conduce a los estudiantes fuera del campus luego de un tiroteo.
(Al Seib/Los Angeles Times)

Omer Barnes no pertenece a la generación de padres en Estados Unidos que mandaba a sus hijos a los centros educativos a diario suponiendo que eran seguros. Hace demasiados años, que los padres en EE.UU se sobresaltan con noticias sobre tiroteos y muertos en escuelas además no tienen la certeza de que los envían a un lugar protegido.

“Si bien este horrible fenómeno saltó a la fama con el tiroteo de Columbine (el que acabó con la vida de 12 estudiantes y una maestra en 1999) en realidad ha existido desde hace 250 años”, informó Barnes.

En un país en el que hay más armas que personas, contando desde 1999 ha habido más de 200 tiroteos en sus escuelas y 24 tan solo en 2019. “Estos son acontecimientos muy extremos y no han encontrado solución para ellos”, explicó Barnes. “Cuando se declara un incendio, por ejemplo, hay alarmas y hace años que se entrena a los niños, así como al personal docente sobre cómo actuar, por lo que ya casi no se dan ese tipo de incidentes con resultados letales. Sin embargo, con los tiroteos, la alerta es cuando ya hay un alumno muerto por bala”, lamentó.

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Salud mental tan importante como la física

Omer, quien es director de la compañía REMO Doors, contó que cuando supo cómo el colegio de sus dos hijos hacía la práctica en caso de tiroteo se llevó las manos a la cabeza. Estos ejercicios son realizados por casi todas las escuelas públicas del país y se simula que están bajo ataque. “Los niños deben esconderse bajo sus pupitres, mantenerse callados en un aula a oscuras hasta que termina la actividad, muchos de esos entrenamientos suceden sin previo aviso ni información a los padres”, explicó.

Barnes, quien viene de Israel, donde las alarmas, el terrorismo y la guerra no son ajenas a la realidad cotidiana, considera que este manejo de las cosas solo causa más pánico, como corroboran también diferentes estudios psicológicos que señalan que los ejercicios realistas pueden ocasionar mucha ansiedad y depresión en los menores.

“En Israel crecimos sabiendo que, si hay alarma por misiles entrantes o algo similar, debemos correr al ‘espacio seguro’”, recordó.

El ‘espacio seguro’ es un cuarto protegido, hecho de hormigón, que está dentro de cada apartamento, si es moderno, o bien el edificio tiene uno para uso de todos los vecinos, además tienen en diferentes lugares de la ciudad. Los niños comprenden que si oyen la alarma deben correr al cuarto y cerrar la puerta tras de sí. Saben también que pueden llevarse juguetes pero la mayoría de las veces hay en los espacios seguros objetos para entretenimiento y pasar ese mal rato lo mejor posible.

Espacio seguro en las aulas

Esa fue la idea que guió a Barnes a la hora de patentar sus puertas. “El peligro en estos casos está dentro de la escuela, no fuera, porque los tiradores suelen ser alumnos o exalumnos, por eso reforzar las entradas es inútil”, detalló.

De modo que lo que se propuso es transformar las aulas en un espacio seguro como el israelí. Inventó entonces una puerta, que se fabrica en Israel, que no es una simple puerta de metal, sino que está hecha a prueba de fuego y balas. De esta manera, con paredes de hormigón, el salón de clases se transforma en un espacio seguro. Su intención es que todas las aulas de EE.UU lo sean.

Lo especial de estas puertas es que son más baratas que las otras a prueba de bala (cuestan unos $2.500), son fáciles de instalar en cualquier marco y también de operar. Su cierre es sencillo, niños de 5 años los usan, y la puerta se tranca desde adentro.

Las puertas han sido instaladas ya en docenas de escuelas, algunas con subsidio gubernamental.

Pero Omer apuesta sobre todo a que estos mecanismos sirvan como disuasión a futuros ataques y favorezca más que todo el apoyo psicológico a los niños por parte del equipo docente especializado.

De esta forma, ambas cosas van de la mano: una vez cerrada la puerta del espacio seguro, los niños se encuentran a salvo en su interior. No tienen que apagar las luces, tampoco estar en silencio. Pueden, como en los cuartos seguros israelíes, entretenerse y esperar lo más normalmente posible, a que el peligro pase.

* Leah Soibel trabaja para Fuente Latina

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