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Trump dio un paseo en auto para deleite de sus seguidores después de que los médicos revelaran síntomas más serios

El Dr. Sean Conley, médico de la Casa Blanca, informa a los periodistas
El Dr. Sean Conley, médico de la Casa Blanca, informa a los periodistas en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed en Bethesda, Md., el domingo.
(Jacquelyn Martin / Associated Press )

El Presidente Trump, hospitalizado con COVID-19, recibió oxígeno suplementario el sábado - un episodio no revelado anteriormente - y ahora está siendo tratado con un poderoso esteroide entre indicaciones de que sus pulmones pueden haber sufrido algún daño, dijo el médico de la Casa Blanca el domingo.

Mientras continuaban las preguntas sobre la gravedad de su enfermedad y su progresión, Trump, al final de la tarde del domingo, organizó una caravana de vehículos en las afueras del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed y pudo ser visto a través de la ventana de su enorme camioneta negra, enmascarado y saludando a los seguidores que se reunieron afuera.

El breve viaje atrajo duras críticas de los expertos médicos que dijeron que Trump había puesto en peligro a los agentes del Servicio Secreto que iban en el auto con él.

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Antes, en una reunión informativa frente al hospital, los doctores que trataban a Trump continuaron siendo optimistas sobre su condición. Uno de sus médicos dijo que el presidente podría ser dado de alta tan pronto como el lunes, pero otro admitió que no habían sido totalmente comunicativos en su sesión informativa médica inicial del sábado.

La hospitalización de Trump, el episodio médico más grave conocido que involucra al jefe del ejecutivo del país desde que el presidente Reagan fue baleado en 1981, ha enredado la carrera presidencial un mes antes de las elecciones del 3 de noviembre. También representa un revés para la estrategia de la campaña de Trump de desviar la atención de la pandemia que ha matado a casi 210 mil estadounidenses.

La campaña del ex vicepresidente Joe Biden anunció el domingo por la noche que había dado negativo para el virus. Biden tuvo una prueba negativa similar el viernes.

En la sesión informativa del domingo, el médico de la Casa Blanca, el Dr. Sean Conley, proporcionó varios datos nuevos e importantes sobre el presidente de 74 años de edad, diciendo que había experimentado una “fiebre alta” el viernes por la mañana y que había recibido oxígeno suplementario durante aproximadamente una hora antes de ser trasladado al hospital militar en el suburbio de Bethesda, Maryland, más tarde ese mismo día.

Reveló que el nivel de oxígeno de Trump había vuelto a bajar el sábado hasta el punto de que se requería nuevamente oxígeno suplementario, y que los escáneres de sus pulmones mostraban algunos indicios de daño, aunque insistió en que no eran de “mayor preocupación clínica”.

Conley reveló que al presidente se le había dado Dexametasona, un esteroide. Los médicos prescriben ese fármaco a los pacientes de COVID-19 para combatir el daño pulmonar causado por la inflamación, que es una de las principales formas en que la enfermedad puede matar a los pacientes. Los expertos habían dicho anteriormente que la decisión de dar el medicamento a Trump sería un gran avance.

Conley no había respondido a una pregunta el sábado sobre si a Trump se le había administrado algún esteroide y también había evadido repetidas consultas sobre el oxígeno suplementario. El domingo, reconoció que había omitido alguna información en la sesión informativa anterior, diciendo que estaba “tratando de reflejar la actitud optimista” del presidente y sus ayudantes.

“Se vio como si estuviéramos tratando de ocultar algo”, dijo, añadiendo que no había sido su intención. Sin embargo, continuó ocultando alguna información, declinando decir cuán bajo había caído el nivel de oxígeno de Trump, por ejemplo. El viernes cayó “por debajo del 94%” pero no había llegado a “los bajos 80”, expuso.

La revelación de que Trump está recibiendo Dexametasona es una clara señal de que su enfermedad es grave, destacó Ashish Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown. En una entrevista el sábado, Jha dijo que estaría atento al uso de la Dexametasona, lo que sería una “señal muy clara de que tiene una enfermedad más grave”.

En los casos leves, subrayó, “en realidad pensamos que hace más daño que bien”.

El domingo, Jha repitió esa evaluación, señalando que no estaba claro si Trump podría sufrir un daño a largo plazo en sus pulmones. Algunos pacientes tienen problemas respiratorios incluso después de su recuperación inicial, expuso.

Aunque los médicos únicamente han publicado información incompleta, Jha dijo que parece que Trump tiene un caso moderado de COVID-19.

Análisis AP: La Casa Blanca encara una crisis de credibilidad por la información contradictoria que ha proporcionado sobre la salud del presidente Donald Trump, tras su hospitalización por coronavirus

“No creo que esté fuera de peligro todavía. Podría empeorar”, manifestó Jha. “Y creo que necesita un seguimiento muy cercano”.

Como otros esteroides, la Dexametasona puede tener efectos secundarios significativos que podrían tener un impacto en la capacidad de trabajo de Trump. Estos pueden incluir irritabilidad, cambios de humor y problemas para dormir, según los expertos médicos. Al reducir la fiebre y el malestar, también puede hacer que los pacientes se sientan temporalmente mejor, incluso si su enfermedad y riesgo no han cambiado, expuso en Twitter el Dr. Robert M. Wachter, jefe del Departamento de Medicina de la UC de San Francisco.

Los Institutos Nacionales de Salud recomiendan el uso del medicamento para los pacientes de COVID-19 que necesiten oxígeno suplementario, pero advierten que no se debe usar en casos leves.

A pesar de la revelación de síntomas más serios, el equipo médico informó que Trump estaba bien el domingo.

“Desde la última vez que hablamos, el presidente ha seguido mejorando”, dijo Conley, añadiendo que el curso de cualquier enfermedad tiene “altibajos”.

Otro miembro del equipo médico, el Dr. Brian Garibaldi de la Universidad Johns Hopkins, aseguró que Trump estaba “ de pie y en movimiento” y se sentía bien.

“Nuestra esperanza es que podamos planear el alta tan pronto como mañana”, manifestó.

Sin embargo, al mismo tiempo, los médicos dijeron que Trump apenas se encontraba a la mitad de un curso de cinco días de Remdesivir, un medicamento antiviral que, según los expertos médicos, sería más difícil de suministrar fuera del ámbito hospitalario.

Jha dijo el domingo que estaba desconcertado por el comentario de que Trump podría ser dado de alta rápidamente.

“Todo esto me parece muy inusual. No se puede dar de alta a una persona normalmente en este punto”, señaló. “Obviamente pueden hacer mucho por él fuera de la Casa Blanca, pero encuentro esto extraño y no es consistente con la forma en que esto se maneja típicamente”.

Trump, claramente deseoso de señalar que su condición está mejorando, publicó un video en Twitter poco antes de su breve viaje fuera del hospital en el que insinuó que su ataque de enfermedad ya había quedado atrás.

“Aprendí mucho sobre COVID, lo aprendí yendo realmente a la escuela”, manifestó Trump, vestido con una camisa blanca de cuello abierto y un saco de traje en el video. “Esta es la verdadera escuela; lo que no es la escuela es ‘Leamos un libro’ y así lo entiendo”.

Pero su incursión atrajo una furiosa avalancha de críticas en línea. James Phillips, profesor de medicina de emergencia en la Escuela de Medicina de la Universidad George Washington y médico adjunto de Walter Reed, que no está tratando al presidente, lo llamó “locura”.

Phillips, señaló en Twitter que la limusina blindada de Trump está diseñada para ser sellada del aire exterior, concentrando cualquier partícula viral que pudiera haber pasado a través de la máscara de Trump. Todos en el vehículo deberían enfrentarse ahora a una cuarentena de 14 días, escribió.

“Podrían enfermarse y pueden morir por el teatro político”.

El domingo temprano, el asesor de seguridad nacional del presidente, Robert O’Brien, apareció en Face the Nation de la CBS, describiendo a Trump como “firmemente en control” del gobierno. Se negó a discutir los detalles de los planes de contingencia si el mandatario fuera incapacitado, pero dijo “estamos preparados” para cualquier escenario.

O’Brien, que se recuperó de un ataque de COVID-19 durante el verano - comentó que esperaría que el presidente permaneciera hospitalizado “por lo menos durante otro lapso de tiempo”, añadiendo que “los días siete y ocho son los más críticos”.

Los relatos contradictorios de los médicos y los funcionarios de la Casa Blanca indican cómo Trump, que a menudo trata de moldear los hechos para que encajen en su narrativa preferida, ha extendido ese enfoque a su propia atención médica.

Cuando se le preguntó por qué no fue sincero el sábado sobre la recepción de oxígeno por parte de Trump, Conley admitió que la omisión era parte de un frente de relaciones públicas.

“Intentaba reflejar la actitud optimista que el equipo del presidente, había tenido en el curso de su enfermedad”, manifestó Conley. “No quería dar ninguna información que pudiera dirigir el curso de la enfermedad en otra dirección”.

La Casa Blanca reconoció que la conciencia de que Trump puede estar escuchando podría afectar la forma en que se presenta la información médica. La portavoz Alyssa Farah, cuestionada por los periodistas sobre la concesión de Conley de que no había sido totalmente sincero, dijo que “cuando estás tratando a un paciente, quieres proyectar confianza, deseas levantarles el ánimo y esa era la intención”.

Farah también comentó que la Casa Blanca revelaría el número de pruebas positivas que el personal de allí ha tenido. Unas horas más tarde, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, contradijo eso, diciendo que los números no serían revelados por razones de privacidad.

Además de influir en lo que dicen sus médicos, Trump también ha intentado inyectar algunos de sus propios consejos médicos en su cuidado. El sábado, Conley reveló que el presidente había preguntado si debía tomar Hidroxicloroquina, un medicamento antipalúdico que ha sido promocionado entre sus aliados y en los medios conservadores a pesar de que no hay pruebas de que sea eficaz contra el coronavirus.

“Lo discutimos. Preguntó sobre ello”, dijo Conley. “No está en ello ahora”.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-San Francisco), en su aparición en la CBS, enfatizó que “nuestras oraciones están con el presidente y la primera dama”, que también ha dado positivo en la prueba del coronavirus, pero sugirió que los demócratas de alto rango se estaban quedando a oscuras sobre la condición del presidente.

“Estamos recibiendo información como todo el mundo, en los medios de comunicación”, dijo.

Sin abordar directamente las declaraciones contradictorias sobre la condición del mandatario, Pelosi aludió a la tendencia del presidente a regañar o socavar a los ayudantes cuando sus palabras, aunque sean factuales, le desagradan. El público, dijo, no debe tener la impresión de que cuando los médicos de Trump dan un informe, “tiene que ser aprobado por el presidente. Eso no es muy científico”.

La Casa Blanca también ha emprendido un esfuerzo poco sólido para rastrear a otras personas que podrían haber estado en contacto con Trump y expuestas al virus. Un número de individuos que estuvieron alrededor del presidente durante la semana anterior han dicho públicamente que nadie de la Casa Blanca se ha acercado a ellos y les ha pedido que se hagan la prueba.

La campaña de Trump, sin embargo, trató de presentar al presidente como si se hubiera tomado en serio los protocolos de salud pública para luchar contra el coronavirus, a pesar de que ha denigrado repetidamente el uso de mascarillas, tan recientemente como en su debate del martes con su rival demócrata Biden.

El asesor principal de la campaña, Jason Miller, que apareció en múltiples programas de entrevistas, fue salpicado con preguntas sobre la aplicación laxa de las directrices gubernamentales de prevención de enfermedades en la Casa Blanca y en los eventos de la campaña a los que asistió Trump.

En This Week de la ABC, Miller acusó a Biden de usar mascarillas como un “accesorio”.

En el programa de la NBC Meet the Press, le preguntaron por qué Trump no se aisló el miércoles después de que su ayudante cercana Hope Hicks diera positivo en la prueba del virus, tal y como piden los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en casos de exposición conocida.

“Toman muchas medidas de precaución”, dijo Miller sobre el equipo de Trump.

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