Una familia que prefiere jugar de cuclillas
- Share via
Resulta que ser catcher está en el ADN de Sharlize Palacios.
“Mi papá dice que mi hermana (Sashel) y yo nacimos en cuclillas”, dijo la catcher de softball de Eastlake High con una sonrisa.
Papá sabe que sí.
Kiko Palacios fue tres veces receptor de beisbol de la Sección de San Diego en Castle Park (1990-92).
“Vi algunos videos muy viejos de él que tenía mi abuelo en México”, recordó la titana de 5 pies, 7 pulgadas de estatura. “Lo vi tirarle fuerte a un corredor en segunda base y a otro tirarlo por el cerco con un golpe. Me sorprendió lo talentoso que era”.
Así que Sharlize se dedicó a ser parte del legado de catchers de los Palacios.
Ella trató de copiar todo lo que pudo del juego de su papá. Lo más notable consiste en cómo ella tira desde detrás del plato. Tira de rodillas, igual que lo hacía su papá.
“Nunca he recibido una sola lección de nadie más que de mi papá”, dijo Sharlize, quien se ha comprometido a jugar softbol universitario en Arizona. “Lo primero que me dijo fue que mantuviera la calma allí y confíe en mis reacciones”.
La primera vez que sacó de rodillas a un corredor fue en un juego de estrellas cuando tenía 11 años. Sharlize eligió un corredor en segunda base.
“La multitud estaba realmente en silencio, pero papá salió saltando de la caseta gritando”, recordó. “Al principio no me dejaba tirarme de rodillas. Lo hice sin ni siquiera pensarlo la primera vez. Ahora es una segunda naturaleza. Mi papá duró hablando de ese momento por mucho tiempo”.
La primera vez que los entrenadores de Arizona vieron cómo sacaba al corredor tirando de rodillas, le preguntaron dónde había aprendido a hacer eso.
Señaló a su papá, que es asistente de entrenador en Eastlake.
Sharlize también debería ser seleccionada catcher oficial de la liga cuando se vaya a su último año.
Le costó un menisco desgarrado en la rodilla la temporada pasada después de haber ganado con honores de primera sección del primer equipo como estudiante de primer año y segundo año. La lesión la obligó a perderse 10 juegos el año pasado, pero evitó someterse a cirugía. Regresó para el juego final cuando Eastlake llegó a la sección de la División I, pero perdió ante Rancho Bernardo 3-0.
Palacios, bateadora de .520 el año pasado después de batear .534 como estudiante de primer año y .536 como estudiante de segundo año, fue la jugadora designada en ese juego.
“Ese era mi sueño de jugar en las finales, así que no podía fallar”, dijo. “Mi papá no quería que jugara por la universidad, pero lo hice de todos modos. Estuve practicando con un soporte de bateo y nunca le dije”. Bateo dos de tres en el juego de campeonato.
“Soy muy competitiva, no me gusta perder”, dijo. “Recuerdo la sensación de salir del campo después de perder la final. No quiero quedarme corta de nuevo. Me sentí como niña en la tienda de dulces ese día, jugando en la final. Quisiera que todos pudieran haber sentido eso”.
Sharlize comenzó a cachar bajo la tutela de su padre a los 8 años. Sashel, quien fue a Arizona State y jugó profesionalmente, comenzó a los 7 años.
“Ambas aprendieron muy rápido”, dijo Kiko. “Me vi mucho a mí mismo en la forma en que jugaban. La recepción es una rutina. Ambas chicas están en el juego al 100 por ciento. A veces jugaban cinco o seis juegos al día en el verano en algunos de los lugares más calurosos. Ellas lo amaban”.
Incluso el hermano menor de 12 años, Sabian, ya está en la cachada, aunque también juega un poco en segunda base. Todavía no tira de rodillas.
“Cuando te pones ese equipo de cátcher, te hace sentir invencible”, agregó Kiko. “Está medio chistoso cómo los tres terminaron jugando mi posición”. No le hubiera gustado que fuera de otra manera.
Monahan es periodista independiente.
Una familia que prefiere jugar de cuclillas
La estudiante de último año de Eastlake, Sharlize Palacios, recibió desde chica clases de su papá Kiko Palacios, quien era un talentoso jugador de beisbol en Castle Park High. (Nelvin C. Cepeda U-T)
TERRY MONAHAN
Resulta que ser catcher está en el ADN de Sharlize Palacios.
“Mi papá dice que mi hermana (Sashel) y yo nacimos en cuclillas”, dijo la catcher de softball de Eastlake High con una sonrisa.
Papá sabe que sí.
Kiko Palacios fue tres veces receptor de beisbol de la Sección de San Diego en Castle Park (1990-92).
“Vi algunos videos muy viejos de él que tenía mi abuelo en México”, recordó la titana de 5 pies, 7 pulgadas de estatura. “Lo vi tirarle fuerte a un corredor en segunda base y a otro tirarlo por el cerco con un golpe. Me sorprendió lo talentoso que era”.
Así que Sharlize se dedicó a ser parte del legado de catchers de los Palacios.
Ella trató de copiar todo lo que pudo del juego de su papá. Lo más notable consiste en cómo ella tira desde detrás del plato. Tira de rodillas, igual que lo hacía su papá.
“Nunca he recibido una sola lección de nadie más que de mi papá”, dijo Sharlize, quien se ha comprometido a jugar softbol universitario en Arizona. “Lo primero que me dijo fue que mantuviera la calma allí y confíe en mis reacciones”.
La primera vez que sacó de rodillas a un corredor fue en un juego de estrellas cuando tenía 11 años. Sharlize eligió un corredor en segunda base.
“La multitud estaba realmente en silencio, pero papá salió saltando de la caseta gritando”, recordó. “Al principio no me dejaba tirarme de rodillas. Lo hice sin ni siquiera pensarlo la primera vez. Ahora es una segunda naturaleza. Mi papá duró hablando de ese momento por mucho tiempo”.
La primera vez que los entrenadores de Arizona vieron cómo sacaba al corredor tirando de rodillas, le preguntaron dónde había aprendido a hacer eso.
Señaló a su papá, que es asistente de entrenador en Eastlake.
Sharlize también debería ser seleccionada catcher oficial de la liga cuando se vaya a su último año.
Le costó un menisco desgarrado en la rodilla la temporada pasada después de haber ganado con honores de primera sección del primer equipo como estudiante de primer año y segundo año. La lesión la obligó a perderse 10 juegos el año pasado, pero evitó someterse a cirugía. Regresó para el juego final cuando Eastlake llegó a la sección de la División I, pero perdió ante Rancho Bernardo 3-0.
Palacios, bateadora de .520 el año pasado después de batear .534 como estudiante de primer año y .536 como estudiante de segundo año, fue la jugadora designada en ese juego.
“Ese era mi sueño de jugar en las finales, así que no podía fallar”, dijo. “Mi papá no quería que jugara por la universidad, pero lo hice de todos modos. Estuve practicando con un soporte de bateo y nunca le dije”. Bateo dos de tres en el juego de campeonato.
“Soy muy competitiva, no me gusta perder”, dijo. “Recuerdo la sensación de salir del campo después de perder la final. No quiero quedarme corta de nuevo. Me sentí como niña en la tienda de dulces ese día, jugando en la final. Quisiera que todos pudieran haber sentido eso”.
Sharlize comenzó a cachar bajo la tutela de su padre a los 8 años. Sashel, quien fue a Arizona State y jugó profesionalmente, comenzó a los 7 años.
“Ambas aprendieron muy rápido”, dijo Kiko. “Me vi mucho a mí mismo en la forma en que jugaban. La recepción es una rutina. Ambas chicas están en el juego al 100 por ciento. A veces jugaban cinco o seis juegos al día en el verano en algunos de los lugares más calurosos. Ellas lo amaban”.
Incluso el hermano menor de 12 años, Sabian, ya está en la cachada, aunque también juega un poco en segunda base. Todavía no tira de rodillas.
“Cuando te pones ese equipo de cátcher, te hace sentir invencible”, agregó Kiko. “Está medio chistoso cómo los tres terminaron jugando mi posición”. No le hubiera gustado que fuera de otra manera.
Monahan es periodista independiente.
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.