Adultos aprenden a leer en español en Vista
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SAN DIEGO — Nunca es tarde para aprender y este grupo de hispanos se ha convertido en una verdadera inspiración.
Llegaron de México cuando eran muy chicos y las dificultades económicas los orillaron a sacrificar sus estudios y a tener que buscar un trabajo para poder aportar dinero a su casa.
Reconocen que han sentido pena. No quieren que familiares, amigos o conocidos sepan que no saben leer ni escribir en su idioma natal, pero ahora, el deseo de superarse es más fuerte y han encontrado en sus clases de alfabetización una segunda oportunidad para cumplir sus sueños.
Desde hace un año, la biblioteca comunitaria de Vista ofrece clases gratuitas para adultos, tanto de alfabetización como de primaria y secundaria, gracias a una colaboración entre el Condado y el Consulado General de México en San Diego a través del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).
Héctor Ortega, coordinador de la plaza comunitaria de la biblioteca de Vista, subrayó que el escuchar las historias de los alumnos que conforman dichas clases, es una “verdadera inspiración” y un reflejo de la realidad que pasan muchos mexicanos que llegan a este país desde muy temprana edad.
“Yo no tenía idea de cuántas personas en nuestra comunidad no saben leer ni escribir en su idioma español”, comentó. “Cuando empezaban a venir y cuentan que les da pena, es por eso que no sabemos, porque no lo dicen, no quieren que sus familiares, conocidos o jefes lo sepan”.
La demanda es alta. Actualmente, se han conformado grupos de 12 o 13 personas, pero se requieren más. Para ello, esta plaza está solicitando voluntarios, maestros que quieran donar parte de su tiempo para ayudar a hispanos a leer y escribir; los requisitos son haber terminado el bachillerato y tener dominio perfecto del español.
Las historias que se cuentan en el salón de clase son un gran ejemplo.
La señora Martha Oliveros llegó a San Diego cuando apenas era una niña, proveniente de Aguascalientes y nunca le dieron la oportunidad de entrar a la escuela.
Ahora, se dedica a limpiar cuartos de hotel, aunque reconoce que el no saber leer ni escribir le ha traído grandes dificultades en su trabajo, principalmente cuando tiene que llenar reportes.
“La gente que no sabemos leer ni escribir no podemos progresar, nos dejan ahí atorados”, mencionó. “Cuando tengo que llenar un papel, aunque los den en español, a veces les echo mentiras, que se me olvidaron los lentes, porque me da vergüenza decirles que no se escribir”.
Oliveros quiere superarse, aprender español y después inglés. Luce motivada en sus clases, inclusive le gustaría que fueran más y duraran más tiempo.
“Ya tengo muchos años aquí, quiero salir adelante y si llego a aprender, me gustaría enseñar a más personas”, confesó. “Mi sueño es ser diseñadora de interiores y éste es el primer paso”.
Venancio Rodríguez de 58 años, creció con la idea de que “la escuela era para los ricos”, ése fue el mensaje que le dieron sus padres, por lo que nunca recibió educación.
“Cuando quise ir a la escuela me dijeron que para no mí no había, para mí solo había trabajo”.
Dedicado a la ganadería desde niño, busca una nueva oportunidad en los Estados Unidos, país al que llegó proveniente de Guerrero y dijo que por ahora, “con escribir su nombre se conforma”.
“Vine a esta clase por lo menos a aprender a escribir mi nombre, porque no tengo ningún grado de estudio”.
Claudia Barajas, originaria de Michoacán y una de las primeras estudiantes de este grupo, asegura que a un año de ingresar ha aprendido bastante y cada vez, está más motivada a salir adelante. Aunque en un principio sentía pena, ahora ha encontrado un mundo nuevo.
Cuando va a misa, ya puede leer el misal. Al caminar por las calles, puede reconocer los señalamientos.
“Puedes hacer muchas cosas si te lo propones y yo quiero aprender”, comentó. “Yo me sentía ciega y desesperada por no saber leer”.
Señala que cuando llegó a California, su familia no quería que entrara a la escuela y en su lugar, tuvo que buscar un trabajo como niñera.
Para ella, es difícil “tener que depender de alguien”, ya que en situaciones cotidianas como acudir a una clínica o recibir una carta, siempre ha tenido que contar con otra persona que la ayude.
“Estoy convencida en que gracias a estas clases algún día lo voy a poder hacer”.
La maestra Ana Patricia Cervantes, encargada del grupo de cinco personas, resaltó que su mayor motivación es apoyar a sus connacionales.
“Quieren superarse y tener una mejor oportunidad de trabajo, terminar primaria, secundaria pero sobre todo aprender inglés”, destacó.
Agregó que a pesar de estar en Estados Unidos, este grupo busca aprender español para mantenerse fiel a sus raíces y culturas.
“Es el lenguaje con que ellos se comunican con sus hijos”, dijo. “Primero aprenden español y después quieren sus clases de inglés”.
Cervantes mencionó que una vez que la mejor forma en que estas clases se han dado a conocer ha sido “de boca en boca”, siendo los mismos alumnos quienes informan a la comunidad sobre esta oportunidad gratuita.
El buen ambiente es visible en todas las clases y es común ver como entre los mismos alumnos se ayudan y motivan para en menos de lo que se imaginan, aprender a leer y escribir y conocer un mundo completamente nuevo, que les permita abrir más puertas y alcanzar “el sueño americano”.
La biblioteca de Vista está ubicada sobre el 700 Eucalyptus Avenue y el número para recibir información sobre las clases o si quiere ayudar como maestro voluntario es (760) 643-5144.
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