Échale cerebro a tu relación
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La relación de pareja entre un hombre y una mujer puede tener más posibilidades de éxito si ambos conocen cómo funciona el cerebro del otro.
Este órgano tiene diferencias anatómicas y funcionales que marcan una diferencia entre un sexo y otro, señalan Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la UNAM y Eduardo Calixto, jefe de Neurología del Instituto Nacional de Psiquiatría.
¿Cuántos pleitos se hubieran podido evitar en su relación si en ese momento hubiera tenido presente que ellas están más adaptadas para entender conductas y expresarlas y que ellos son más parcos?.
Los especialistas enlistan algunas diferencias, como que el orgasmo de ellas dura el doble (de 12 a 16 segundos) que el de ellos.
Además, las mujeres liberan más dopamina, la hormona de la felicidad, por lo que, cuando la relación termina, la mujer tarda tres meses para regresar a sus niveles basales de dopamina y los varones sólo 28 días.
Si piensa reñir a su novio porque sus respuestas son cortas, parcas o con monosílabos, considere no necesariamente es desinterés.
Resulta que ellas hablan de 25 mil a 32 mi palabras al día, mientras que ellos sólo de 12 mil a 15 mil palabras.
Los especialistas señalan que conocer esas y otras diferencias puede ser útil para entenderse y funcionar mejor como pareja.
Si bien el cerebro de ellos pesa 1 kilo 350 gramos en promedio; y el de ellas 1 kilo 250 gramos, el de las mujeres está más organizado y tiene un proceso de mejor activación, aseguró Calixto.
Además, el hipocampo, que es el sitio de la memoria y el aprendizaje, es 25 por ciento más grande en las mujeres que en los hombres.
Esa, agrega Calixto, puede ser la razón por las que ellas recuerden más fechas memorables para la relación, así como los sucesos adversos.
Sin embargo, estas observaciones no son determinantes y tienen que verse bajo la lupa del “hombre y la mujer promedio, porque hay hombres que pueden tener rasgos femeninos y mujeres que tienen rasgos masculinos, advirtió en entrevista Ostrosky.
“Además, interviene el género, que es la identidad que asumes como hombre o como mujer culturalmente y eso puede modificar algunas actitudes”, indica la psicóloga.
“Conocer estas diferencias no son para decir qué cerebro es mejor que otro, sino para entendernos y funcionar mejor como pareja”, dijo Calixto.
“No siempre es que ‘a este cuate le valgo cacahuate’, sino que realmente no ve algunas cosas, a lo mejor no hay mala fe de parte de él, sino que no lo está viendo”, agregó Ostrosky.
Diferentes desde el vientre
Al final de la formación del cerebro, entre la quinta y novena semana de gestación, empieza el proceso de conexión neuronal en el que influye determinantemente la presencia de la hormona testosterona.
“La expresión de más testosterona (es el caso de los varones) implica que el cerebro se conecte menos y no permita el crecimiento de algunas áreas cerebrales, como lo que sí sucede en el cerebro de las mujeres”, asegura el investigador del INP.
“La diferencia cerebral oscila en las mujeres y nosotros somos varones ‘mal conectados, y mal organizados’ a nivel cerebral por la testosterona”, bromeó Calixto.
Calixto explica que el hemisferio izquierdo del cerebro es “objetivo, analítico, el que habla, entiende el lenguaje y proyecta emociones; pero el derecho es el regulador del izquierdo, aunque no lo determina”.
Estos hemisferios se conectan por el cuerpo calloso, que en el cerebro de las mujeres es 30 por ciento más grande que en los hombres.
“En ese espacio es donde se da una batalla común entre los seres humanos: el enfrentamiento entre entre lo que se quiere hacer y lo que debemos hacer”.
En esa batalla, el sistema límbico está adaptado para lo que queremos y la amígdala cerebral le dice “Sí, hagámoslo”. Pero una estructura más pequeña que ellos, el hipocampo, les dice ‘no, mejor no’. Y los tres interactúan todo el tiempo.
La amígdala cerebral es 85 por ciento más grande en el cerebro de los varones.
“Así están todo el tiempo, pero además está el área tegmental, encargada de liberar dopamina cuando estamos contentos; y arriba está el giro del cíngulo que está interpretando emociones. Todo esto conectado se llama sistema límbico y es el generador de conductas”.
“Pero hasta arriba está el ‘módulo de vigilancia y control, el director, y dice: se callan todos allá abajo porque aquí quien manda es la corteza prefrontal”.
“La corteza prefrontal dice ‘no nos importa si alguien nos agredió o no, tenemos que resolver esto civilizadamente porque no podemos golpear ni ser violentos’.
“La corteza prefrontal dice lo que debes hacer, mientras la amígdala te dice lo que quieres hacer.
“Es una lucha constante entre el sistema límbico y la corteza prefrontal”, explica.
Por otro lado, la dopamina activa tanto el sistema límbico, que empieza la fiesta: el hipocampo “¡eh!, ¡eh!, ¡eh!”; la amígdala central “¡sí!, ¡sí!, ¡sí”; y la corteza prefrontal “ya, bájenle”.
“Ningún neurotransmisor tiene la dualidad de la dopamina. Por lo tanto, cuando somos taaan felices, somos poco inteligentes; y así pasa en el enamoramiento, cuando se está muuuy enamorado, hace de las cosas más irreales, irreflexivas y estúpidas”, planteó el especialista.
Sentidos desiguales
Algunas diferencias según Eduardo Calixto, jefe de Neurología del Instituto Nacional de Psiquiatría:
El ojo de la mujeres detecta más rangos de colores que el de los hombres, lo cual está determinado por la presencia del cromosoma X.
Las mujeres tienen dos tipos de células pilosas dentro del oído y los hombres, sólo uno, de ahí que puedan detectar más frecuencias de sonidos. “Cuando los hombres escuchan 1 a 1, ellas escuchan 1 a 10 o hasta 100 potenciales de axón con el mismo sonido”.
En hombres y mujeres el sabor dulce se percibe mejor en la punta de la lengua, pero las mujeres tienen 30 por ciento más receptores que los hombres, además de que responden diferente al estado de ánimo.
“En pacientes con depresión disminuyen estos receptores y la sensibilización al dulce se pierde, por eso ella come helado porque la dejó el novio mientras que la mayoría de nosotros en sano juicio no nos acabamos un litro de helado”.
- Las mujeres tienen, por micra cuadrada de cerebro, más receptores para la temperatura, la sensibilidad y el tacto fino. De hecho, tiene 15 por ciento más percepción del tacto fino que el hombre.
“Por eso, en el hotel, usted hombre va corriendo y ‘a lo que venimos’, y ella ‘abrázame, ¿no?, aunque sea, acaríciame’”.
Bajo estrés
Número de conexiones neuronales en hombres y mujeres:
En estado emocional de control:
15 vecen en hombres
22 veces en mujeres
- Bajo estrés, la conexión de los hombres aumenta y en las mujeres disminuye.
ASÍ LO DIJO
“Los varones sí nos vamos a conectar cuando estamos en estrés, y sacamos el trabajo; en cambio las mujeres, se paralizan, hay colapso”.
Eduardo Calixto, jefe de Neurología del Instituto Nacional de Psiquiatría.
¿Habla poco?
Diferencia en el número de palabras que se pronuncian al día:
Ellas: 25 mil a 32 mil
Ellos: 12 mil a 15 mil
ASÍ LO DIJO
“Las mujeres procesamos lenguaje en el hemisferio derecho, de ahí que para contestar un ‘¿cómo te sientes?’ tenemos un amplio rango de emociones; en cambio el hombre puede responder: ‘bien o mal’.
Feggy Ostrosky, Directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la UNAM.
“Mujeres: ¿quieren que el hombre hable cuando ya se gastó sus 15 mil palabras en el trabajo y llega a su casa a platicar con ustedes”
Eduardo Calixto, Jefe de Neurología del Instituto Nacional de Psiquiatría.
Cuando digo ‘te amo’
Ellas
- Lo escuchan en 300 milisegundos y en 500 milisegundos lo conceptualizan y le dan un significado.
Ellos
- Lo escuchan en 500 milisegundos y lo entienden hasta los 700 milisegundos.
Receta para esos ‘días’
Cuando el hombre le dice a la mujer: ‘estás en tus días’, ocurre que los estrógenos y progestágenos registran una actividad importante.
Para esos casos, Eduardo Calixto, jefe de Neurología del Instituto Nacional de Psiquiatría, sugiere a las mujeres responder lo siguiente:
“Te voy a explicar: ‘en mis días’, en la primera etapa de mi ciclo menstrual se incrementan los estrógenos, que son los que permiten mayor conectividad neuronal, eso genera que yo me pueda aprender más cosas y sea más exitosa.
“También se modifica la acumulación de grasa en mi cuerpo: mis labios y mi pelo crecen para que te enamores más de mi; se me cristalizan los ojos y mis labios se ponen más rojitos para que te guste.
“Porque después, cuando esté cerca de la ovulación, se abra la posibilidad de que esté más dispuesta a tener más actividad sexual y quizá podamos tener un hijo para que compartamos nuestros genes.
“Después de eso, aparece la progesterona y me va a dar más hambre para alimentar a nuestro posible hijo.
“Y para que me ponga más lábil y emocional y empate con el pequeño en esta emoción, me va a dar más sueño, pero también me voy a poner más irritable.
“Y si el embarazo no pasa, voy a ovular, a tener mi ciclo menstrual y tú, en cambio, tú no pasas por estos cambios: eres igual el día 1, el 14 y el 28”.
¿Por qué ellas lloran por todo?
El llanto es el acto que más desgasta al organismo a nivel bioquímico, de neuronas, glucosa y oxígeno.
“El llanto se tiene que limitar rapidísimo, nadie puede llorar más de 10 minutos en forma aguda; así es que a esos llantos de desgarro... cuéntele con reloj en mano. Eventualmente, la persona en llanto agudo se tiene que tranquilizar. No podemos mantener ese llanto porque es mucho consumo de glucosa”, dice Eduardo Calixto, jefe de Neurología del Instituto Nacional de Psiquiatría
De ahí que la mayoría de bebés, niño o niña, se queda dormido después de tanto llorar.
“La amígdala cerebral izquierda comunica directamente al centro regulador respiratorio y al centro regulador cardiaco y es responsable del llanto y del enojo, porque hay una gran liberación de adrenalina que produce palpitaciones y la respiración profunda”, explica el especialista.
Como la amígdala izquierda funciona más rápido en las mujeres por la cantidad de conexiones nerviosas que tiene -aunque en el hombre es más grande de tamaño-, se tarda más en responder.
No es que lloren más, sino que llegan a ese estado más rápido.
En el giro del cíngulo el cerebro maneja la información de dolor y conceptualización de emociones propias y de las caras de quienes estamos viendo.
“Parte de la amígdala cerebral detecta las caras, pero el giro del cíngulo interpreta emociones. Las mujeres tienen 20 por ciento más grande el giro del cíngulo, por lo que también está más conectado y eso hace parecer a las mujeres ‘más sensibles’”, indicó Calixto.
Esta parte del cerebro es el “responsable de que cuando te dicen ‘ya no te quiero’... en 300 milisegundos sientes una presión en el pecho”.
Y si agregan: ‘me estás rompiendo el corazón’, puede contestar, ‘no, te estoy activando el giro del cíngulo”.
La oxitocina
La oxitocina, agregó Calixto, es conocida como la hormona del apego, del amor.
“Sin ella no tendríamos la sensación de pertenencia. Con ella se da el orgasmo, el trabajo de parto, mamá e hijo secretan oxitocina cada vez que se abrazan, es un maravilloso vínculo de apego mientras el bebé no camina.
“Al empezar a caminar, decimos: ‘hijo, has de este mundo tu fuente de oxitocina’ y, entonces, andamos buscando quién nos abrace y nos quiera, y cuando lo hacemos tenemos pertenencia.
“Las mujeres liberan más oxitocina que los varones, por eso los apegos amorosos son más intensos por parte de ellas”, indicó.
El especialista recomienda a los hombres que vuelvan a abrazar como un proceso que se reaprende. Así ambos liberarán oxitocina.
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