Anuncio

Todo indica que la presidencia de Guatemala se decidirá hasta el 25 de octubre

“Vinimos a votar porque estamos muy dolidos. Pero tal como puede venir uno igual (al anterior Presidente), puede venir alguien mejor, y por eso estamos aquí”.

Así confiesa Simona de Velásquez, que pese a resentir el costo de la vida y la corrupción de sus gobernantes, se trasladó a la capitalina Escuela José Joaquín Palma a votar por el próximo Mandatario.

Éste, sin embargo, se definirá hasta el 25 de octubre, pues ningún candidato obtuvo lo suficiente para librar segunda vuelta.

Anuncio

Pero, igual que De Velázquez, casi 4 millones más de guatemaltecos participaron en unas elecciones generales tras una difícil semana que incluyó ver al ahora ex Presidente Otto Pérez Molina dejar el puesto e ir directamente a prisión provisional.

Durante la jornada, los miles que se manifestaron por cuatro meses cambiaron las pancartas y marchas que tiraron a Pérez Molina por dedos entintados.

Pero ese ejemplo ciudadano se cruzó con un ambiente conflictivo. La jornada también tuvo episodios de violencia electoral entre partidarios, centros cerrados por disturbios y 900 denuncias por delitos electorales.

“Ha habido violencia, acarreos y rivalidad entre partidos políticos. Tenemos reportes desde agresiones verbales, hasta ataques, y cierres de carreteras para evitar el traslado de gente de un lugar a otro”, describió Edgar Milliam, uno de los observadores electorales de la jornada.

El Ministerio Público garantizó investigar todos los casos.

“Son los mismos partidos los agentes de la violencia, el desorden, la corrupción y la compra de votos. Si no fuera por esa conducta, las elecciones serían un ejemplo a seguir, por la actitud de la ciudadanía”, lamentó Manfredo Marroquín, presidente de la ONG Acción Ciudadana.

“Precisamente acabamos de tener un Gobierno que cayó por corrupción, y los partidos políticos son hijos de este sistema corrupto, sobre todo los que se dedican a coaccionar y a manipular el voto”, añadió.

Por eso el sabor es agridulce. Por un lado, ciudadanos apoyándose y hasta llevando alimentos a los agentes que resguardaban los recintos electorales.

Y por el otro, pobladores en departamentos como Jalapa, donde capturaron a un representante de partido repartiendo cartas con la promesa de vales por 35 dólares a cambio de apoyar a su agrupación.

Pero ni eso ni la lluvia que cayó en la capital en horas de la tarde desanimaron a los votantes a buscar su mesa. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) reportó que la mitad del padrón inscrito acudió a sufragar.

“Yo no tenía pensado votar, pero las noticias de corrupción de estos días me hicieron cambiar de opinión”, relata Patricia Castillo, quien votó en el centro Nimajuyú, de la Zona 21 en la ciudad.

“Ahora tendré toda la solvencia para protestar cuando algo no me parezca, y para demandar más del próximo equipo de gobierno”, concluyó.

La marimba que sonaba en uno de los centros de votación con canciones del país centroamericano confirmó que esta vez había razones para bailar. El civismo pudo más que el conflicto.

Quien reciba el poder en enero, tendrá los ojos fiscalizadores de 15 millones de guatemaltecos, que quieren impedir que la historia de esta administración se repita.

Anuncio