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Los fans dominicanos transforman el Marlins Park en un carnaval

MIAMI, FL - MARCH 12: The Dominican Republic reacts to winning a Pool C game of the 2017 World Baseball Classic against Colombia at Miami Marlins Stadium on March 12, 2017 in Miami, Florida. (Photo by Mike Ehrmann/Getty Images) ** OUTS - ELSENT, FPG, CM - OUTS * NM, PH, VA if sourced by CT, LA or MoD **
MIAMI, FL - MARCH 12: The Dominican Republic reacts to winning a Pool C game of the 2017 World Baseball Classic against Colombia at Miami Marlins Stadium on March 12, 2017 in Miami, Florida. (Photo by Mike Ehrmann/Getty Images) ** OUTS - ELSENT, FPG, CM - OUTS * NM, PH, VA if sourced by CT, LA or MoD **
(Mike Ehrmann / Getty Images)

La simbiosis perfecta, un hombre tocado con una máscara de caballo y un güiro en la mano junto a un grupo de “chercheros” que suenan tamboras y cornetas en un juego de pelota.

Tal vez ni siquiera se conocían — no todos los días se une a la juerga un centauro alentado por el “romo” —, pero en realidad no importaba. Fue un encuentro orgánico. Los rumberos aporreaban los cueros y el equino bailaba en armonía y consonancia con el alegre relajo del momento.

Pronto todos brincaban y cantaban: “El caballo, el caballo” , mientras bloqueaban el diamante e impedían presenciar las acciones del partido.

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Sin embargo, nadie se quejaba. Era el precio por pagar en aquel encuentro histórico el pasado sábado en el Marlins Park de Miami entre los equipos de República Dominicana y Estados Unidos correspondiente al Grupo C del Clásico Mundial (WBC).

El rocín y sus nuevos amigos eran parte de los 37,446 ruidosos fanáticos que abarrotaron aquella noche de carnaval y récords el recinto de la Pequeña Habana. Nunca antes habían entrado tantas personas al estadio de los Marlins para ver un desafío de béisbol.

¿Por qué? ¿A qué se debía tanto derroche de pasión y orgullo?

“Es algo que llevamos en la sangre”, explicó Tomás Rivera, un dominicano que viajó desde Nueva York para ser parte de la fiesta del WBC en el sur de Florida. “Creo que cada dominicano nace con esa pasión al béisbol y a nuestra patria”.

Acompañado de su hermano y un grupo de 40 “tigres” de la Gran Manzana, Rivera fue uno de los primeros en arribar a estadio el jueves previo al primer juego del torneo entre los campeones defensores y Canadá. Por primera vez tenía la oportunidad de ver en vivo a la novena de sus amores y no quería perderse un solo detalle del espectáculo que se celebra cada cuatro años.

“Compré los tickets de entrada y boletos de avión y reservé el hotel desde diciembre”, confesó.

Un mar criollo

Miami, que ha sido sede del WBC en sus cuatro ediciones, acogió a un gran total de 163,878 hinchas durante los seis partidos y tres jornadas de la competencia en el Marlins Park con lo que se superó por 9,254 fans la cantidad registrada en 2013 (154,624).

Y fueron los dominicanos los grandes responsables de semejante éxito de taquilla. Los tres juegos del equipo dominicano atrajeron 101,768 fanáticos, un promedio de casi 34,000 por jornada.

Tan solo bastaba dar un rápido vistazo a los estacionamiento, afueras, gradas y pasillos del estadio para comprobar el gran poder de convocatoria del club dirigido por Tony Peña y encabezado por figuras de la talla de Robinson Canó, Manny Machado, Nelson Cruz, José Bautista y José Reyes, entre otros.

Un furioso y divertido tsunami de seguidores ataviados con los colores del equipo, arropados con banderas dominicanas y camisetas pintaba de rojo, azul y blanco el Marlins Park que vibraba con cada lanzamiento.

“El béisbol es el ADN del dominicano”, sentenció Juan Rivera, dominicano residente en Miami en las afueras del parque. “Desde que nacemos seguimos el béisbol y todo joven de nuestro país tiene ese sueño: jugar pelota. También nos gusta la música... somos un país alegre”.

Una visión

El éxtasis en Miami es una extensión de la locura que se vive a nivel mundial en un torneo que reúne 16 equipos de diferentes países representando cinco continentes.

También es un sueño hecho realidad. El producto de una visión del entonces comisionado de las Grandes Ligas quien en 2006, junto a la asociación de peloteros y la federación internacional de este béisbol crearon el primer Clásico con la esperanza de globalizar el deporte.

Retirado y próximo a cumplir 75 años, el anhelo de Bud Selig era que el torneo formara parte de su legado y le encantaba la idea de que se disputara en Tokio, México e incluso Toronto.

“Mucho después de haberme ido, é sto [el WBC] será cada vez más grande, grande, grande”, dijo Selig en una reciente entrevista.

Y su predicción ha dado en el blanco.

Los partidos de esta cuarta edición, que se trasmiten a través de la televisión y otros medios de comunicación en 182 países y territorios, se han llevado a cabo en Corea del Sur, Japón, México, Miami, San Diego y Los Ángeles en California. Se calcula que el certamen tiene un alcance de 415 de hogares en todo el mundo.

“Tenemos el honor de ser una de las pocas ciudades que ha sido cuatro veces del WBC”, reconoció Juan C. Martínez, director de eventos y promociones de los Marlins de Miami, al comentar sobre el entusiasmo de la fanaticada en casa de los peces.

“Esto es solo un pedacito de lo que es el béisbol del Caribe, para nosotros es algo que llevamos en la sangre. Es pura pasión. Quizá éstos fans no tienen oportunidade de ver a sus equipos en sus respectivos países y vienen aquí y demuestran su pasión. Y para los peloteros es una oportunidad única de representar a su país y hacerlo con mucho orgullo. Es una fiesta de una manera que no se ve regularmente en un juego de los Marlins”.

Pero no todo era mangú y merengue en Miami. Entre las tamboras y los plátanos, también se destacan colombianos, estadounidenses y canadienses que apoyan a sus respectivos países.

“No importa en qué escenario sea, los colombianos estamos allí para apoyarnos. Puede ser fútbol, un reinado de belleza, sumo y hasta béisbol, aunque muchos quizá no lo entendemos del todo”, reveló la colombiana Sarah Sweney el domingo en el estadio.

Sweney y su novio Ariel Cuervo, ambos residentes en Miami y cafeteros, llegaron el coliseo para alentar a su novena durante el electrizante choque ante República Dominicana que se extendió a episodios extras.

Al final, Colombia cayó y quedó eliminada, pero el resultado no desanimó a Cuervo.

“Mi Colombia ha jugado ‘bacanísimo’”, sentenció.

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