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La confianza en las escuelas públicas de California disminuye drásticamente; una tercera parte califica a Los Ángeles con una D o F

A teacher instructs second-graders in her classroom.
Un docente instruye a los alumnos de segundo grado en un colegio de Oakland. Una disminución en la evaluación de la calidad de las escuelas públicas por parte de los votantes de California es significativa, según una nueva encuesta.
(Santiago Mejia / San Francisco Chronicle)

Los votantes y los padres afirman que la educación se resintió durante la pandemia y, al menos por el momento, su confianza en las escuelas públicas se ve afectada, según una encuesta.

La confianza en las escuelas públicas de California ha disminuido debido a que los votantes y los padres concluyeron abrumadoramente que la calidad de la educación empeoró durante la pandemia, según una encuesta del Instituto de Estudios Gubernamentales (IGS por sus siglas en inglés) de UC Berkeley, copatrocinada por Los Angeles Times.

Los encuestadores pidieron a los electores que calificaran a los colegios con letras de la A a la F, esencialmente en la misma pregunta que se les hizo en un sondeo de USC Dornsife/Los Angeles Times de 2011. Hace una década, los resultados se interpretaron como aleccionadores; ahora, los números son peores.

En todo California, alrededor del 21% de los ciudadanos con derecho al voto otorga a los centros educativos públicos estatales una A o una B; en 2011 fue del 27%. Mientras tanto, las calificaciones D o F aumentaron 15 puntos porcentuales en la última década, del 13% al 28%.

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En la ciudad de Los Ángeles, el 18% de los sufragantes califica a las escuelas con A o B; aproximadamente uno de cada tres otorga una D o F a los colegios públicos. No se dispone de cifras comparables con 2011.

“La disminución es significativa”, indicó Mark DiCamillo, director de la encuesta del IGS, quien ha interrogado a votantes en California durante más de cuatro décadas. “Podría ser una tendencia a largo plazo, pero ciertamente pensaría que el impacto del COVID-19 probablemente haya contribuido a ello”.

Al igual que hace una década, los votantes aún otorgan a sus colegios locales calificaciones más altas en promedio comparadas con las que dan en todo el estado, sin embargo, la brecha se ha reducido. En todo California, el 35% del electorado evalúa con una A o una B a “las escuelas públicas a las que asisten los niños que viven en su vecindario”.

El porcentaje en Los Ángeles fue del 24%. Mejorar tanto la percepción como la realidad de los planteles educativos del condado es parte de la agenda establecida en un “Plan de 100 días”, presentado el jueves por el nuevo superintendente de escuelas angelinas, Alberto Carvalho.

La encuesta se aplicó en línea a 8.937 votantes registrados en todo el estado, tanto en en inglés como en español, del 3 al 10 de febrero. Los fondos para realizarla fueron proporcionados en parte por The Times.

El sondeo no muestra un cambio político importante en las actitudes hacia los sindicatos de docentes. Los electores siguen estando muy divididos, especialmente en líneas partidistas, y los republicanos, así como los conservadores, son mucho más críticos.

En general, las pluralidades, pero no las mayorías, están de acuerdo en que los sindicatos son demasiado poderosos, se resisten a las reformas que mejorarían las escuelas y se centran demasiado en las necesidades de los docentes en lugar de atender las de los estudiantes. Pero una diversidad mayor, el 46%, está de acuerdo en que las agrupaciones gremiales “se esfuerzan por ayudar a los maestros a tener éxito en una profesión muy difícil”. Y las opiniones están divididas casi por igual, dentro del margen de error, sobre la cuestión de si los sindicatos trabajan para mejorar los planteles educativos.

Y, dependiendo de la declaración, alrededor del 20% al 30% afirmó que no tenía ninguna opinión, lo que sugiere que el tema no era tan central en sus cálculos políticos personales.

En otras cuestiones relacionadas con la educación, la encuesta encontró:

Sólido apoyo para el preescolar universal y gratuito, incluso con un costo significativo para el presupuesto estatal. Del 67% a 25% de los electores indicaron que respaldaron el plan para introducir gradualmente el programa para niños de cuatro años para 2025.

Se mostró una estrecha división sobre el valor de los exámenes estandarizados, con el 47% de los votantes diciendo que éstos dañan la educación pública, mientras que el 42% sostuvo que brindan un beneficio. Sobre esta cuestión, surgió una fuerte segmentación generacional. Cuanto más viejos eran los sufragantes, más probable era que aprobaran esas evaluaciones.

En Los Ángeles, donde el tema de mantener o eliminar la policía escolar ha sido polémico, el sondeo halló que el 41% estaba a favor de tener guardias armados y uniformados para patrullar los planteles, por su parte, el 34% los prefería desarmados, y el 10% elegía que no hubieran, con el 15% sin opinión.

Los padres apoyaron conservar agentes del orden o personal de seguridad en una tasa más alta: 49% a favor elementos armados; 29% sin portación de armas y 7% de ninguna forma.

En cuanto a la disminución en la evaluación de la calidad de la escuela por parte de los votantes, una gran incógnita es si el cambio de hace 10 años representa una tendencia a largo plazo o una reacción a corto plazo a la pandemia.

La crisis sanitaria claramente ha jugado un papel: el 72% de los electores indicó que la calidad de la educación ha empeorado “desde el brote del coronavirus”, incluido un 40% que la evaluó mucho peor. Con algunas variaciones, esta estimación abarcó todos los datos demográficos. Entre los padres, por ejemplo, el 67% señaló que la enseñanza había desmejorado.

“Antes teníamos muchas deficiencias, pero ahora siento que, con la excusa de la pandemia, todo acaba de empeorar”, comentó Juanita García, quien tiene un nieto en una escuela preparatoria del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles. “La calidad de la educación está bajando en todas partes. Los niños no están recibiendo el tipo de instrucción o las habilidades que necesitan”.

“Éste es uno de esos temas en los que incluso la gran mayoría de demócratas y republicanos están de acuerdo”, comentó el encuestador DiCamillo.

Debido a que la pandemia “afectó enormemente” a todos, la peor percepción del público sobre las escuelas podría ser simplemente temporal y no indicativa de una tendencia significativa, dijo Kent Wong, director del Centro Laboral de UCLA, que realiza investigaciones sobre educación pública.

Eric Schickler, codirector del Instituto de Estudios Gubernamentales, concordó en que “es probable que parte de esto sea transitorio, relacionado con las interrupciones de la crisis sanitaria”.

Los hallazgos más amplios de la encuesta indicaron, sin embargo, “que hay una especie de desconfianza mayor, una sensación más amplia de insatisfacción”, agregó.

En el pasado, debido a que las escuelas están controladas localmente, mencionó, han estado menos marcadas por una división partidista, pero eso parece estar cambiando.

Las calificaciones otorgadas a los centros educativos son significativamente más bajas entre los republicanos y los conservadores que entre los demócratas.

Es probable que la instrucción pública se convierta en un tema político debatido en este año electoral. Están circulando peticiones para medidas en los comicios de noviembre que permitirían a los padres gastar fondos educativos estatales, a través de un vale, en escuelas privadas. Otro limitaría los derechos de negociación colectiva de los docentes y otros empleados. Y se espera que las votaciones de la junta escolar local, que incluirán concursos en Los Ángeles, sean más polémicas.

La educación es un punto fuerte tradicional políticamente para los demócratas y esas medidas electorales podrían ser una posibilidad remota en un estado liberal como California. Los republicanos, sin embargo, han hecho una fuerte campaña sobre temas escolares en otros estados, como Virginia, donde fueron fundamentales para la victoria del Partido Republicano en noviembre.

Una narrativa negativa generalizada sobre la teoría crítica de la raza “probablemente se está filtrando en cómo algunos republicanos y conservadores ven sus escuelas”, puntualizó Schickler. “La pandemia, y ahora estos problemas sobre lo que se enseña, han creado la tormenta perfecta para hacer que los colegios sean más un punto crítico”.

Una encuesta diferente de California encontró que los votantes otorgaron calificaciones más altas a las escuelas del estado. El sondeo PACE/USC Rossier pidió que evaluaran a los planteles públicos desde 2012. En su cuestionario anual más reciente de julio, el 38% les otorgó A o B y el 51% les dio A o B. Los padres concedieron valoraciones aún más arriba.

En ese momento, “tal vez todavía estábamos en un periodo en el que la gente apreciaba todo el trabajo que estaban haciendo los educadores”, indicó Julie Marsh, profesora de política educativa en la Rossier School of Education de la USC. “Posiblemente, lo que vemos ahora es fatiga en la duración de la pandemia y lo que le está haciendo a los colegios”.

La reciente política polarizadora en torno a la instrucción también es probablemente un factor, mencionó Marsh, quien participó en la encuesta PACE/USC.

“Me preocupa la erosión de la confianza de los ciudadanos que tenemos en nuestras escuelas públicas”, agregó Marsh. “Creo que lo estamos viendo en todo el país”.

Los defensores que apoyan las propuestas de cupones esperan capitalizar ese descontento.

“Los padres están más enojados que nunca por cómo funciona el sistema K-12 y no sorprende que haya una revuelta”, explicó Tommy Schultz, director ejecutivo de American Federation for Children, quien señaló el reciente retiro de la junta escolar en San Francisco.

“Si bien las iniciativas electorales históricamente han tenido antecedentes de pérdidas en las reformas K-12, casi en su totalidad, debido al hecho de que los sindicatos pueden gastar más y movilizarse más el día de las elecciones, es posible que la marea haya cambiado”, comentó.

Una de las iniciativas de vales propuestas está encabezada por padres desencantados del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, quienes culpan tanto al sindicato de docentes como a los funcionarios locales por lo que consideran una educación inadecuada durante la pandemia.

En general, los padres continúan teniendo una diversidad de puntos de vista.

“La huelga de UTLA de 2019 fue cuando vi por primera vez de cerca la importancia de los sindicatos para cuidar a los estudiantes”, comentó Carmel Levitan, madre de Eagle Rock.

Pero el padre del condado de Contra Costa, Ernest Falcon, concluyó que los gremios de profesores, especialmente durante la pandemia, han abogado por políticas que son perjudiciales para los estudiantes.

“No creo que la Asociación de Docentes de California representa los intereses de los niños”, subrayó Falcon, un abogado que se describe a sí mismo como un antiguo trabajador de la campaña demócrata. “No están haciendo que las escuelas sean más seguras para ellos mientras dañan a los niños con su defensa impulsada por el miedo”.

Para la encuesta, se recolectó una muestra más grande de votantes registrados de Los Ángeles, poco más de 2.100, para que los resultados específicos del condado fueran válidos cuando se examinaran fuera de la muestra estatal. El margen de error para la muestra completa de L.A. es de aproximadamente tres puntos porcentuales en cualquier sentido. El margen de error estimado para la muestra estatal es de 2 puntos porcentuales en cualquier sentido. Una descripción completa de la metodología del sondeo está disponible en el sitio web de IGS.

Si quiere leer este artículo en inglés,haga clic aquí.

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