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Algunos angelinos dicen que es hora de aprender a vivir con el COVID

El 11 de marzo de 2020, el brote de coronavirus fue declarado oficialmente como pandemia.
El 11 de marzo de 2020, el brote de coronavirus fue declarado oficialmente como pandemia. Casi un año después, Eufemia Sánchez, (CQ) de 61 años, es una paciente positiva al virus en la UCI del Martin Luther King Jr. Community Hospital (MLKCH), en Los Ángeles, CA. (Francine Orr / Los Angeles Times)
(Francine Orr/Los Angeles Times)

Mientras la variante Omicron infecta a un número récord de personas, muchos en el sur de California dicen que ya no están dispuestos a esconderse de un virus que ya ha matado a 800.000 estadounidenses.

Mientras los casos de coronavirus se disparaban en Los Ángeles la semana pasada, Jennifer Chan ingresó a la Casa California de la calle Olvera en busca del colorido y decorativo papel picado para su baby shower.

“Quería algo que dijera ‘California’ para la fiesta”, comentó Chan, de 28 años, una residente de La Mirada que tiene seis meses de embarazo y cuya familia de la costa este de Estados Unidos viajaba en avión para el evento. “Además, tenía muchas ganas de salir de casa para variar”.

Chan, quien trabaja como programadora de computadoras, en general ha sido extremadamente cautelosa durante la pandemia: Se vacunó y se le dio un refuerzo tan pronto como fue elegible y salió pocas veces de su casa.

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Pero recientemente ha anhelado la normalidad de su vida antes de la pandemia.

Hace unos meses aceptó permitir que una amiga cercana le organizara un baby shower en persona, y durante las últimas dos semanas se aventuró a ir a un supermercado e incluso cenó en dos restaurantes.

“Estoy a punto de pasar por mi propio encierro una vez que llegue este bebé”, comentó Chan, señalando su vientre. “Entonces, voy a estar absolutamente segura, pero también voy a disfrutar este tiempo y estar de pie mientras pueda”.

No está sola.

People take part in the Dia de los Reyes procession.
Personas participan en la procesión del Día de Reyes el jueves.
(Jason Armond/Los Angeles Times)

Dado que la variante Ómicron contagia a un número récord de personas en todo California y el país, muchos en el sur del estado señalan que ya no están dispuestos a esconderse de un virus que ya ha matado a 800.000 estadounidenses.

En cambio, están listos para vivir con eso.

Puede que esto no sea una catástrofe.

“Tengo muchas esperanzas de que, con todos estos factores juntos, para el otoño veremos que la pandemia termine y se convierta en algo endémico similar a la influenza, al menos en América del Norte”.

— CHUNHUEI CHI, DIRECTOR DEL CENTRO DE SALUD GLOBAL DE LA UNIVERSIDAD ESTATAL DE OREGÓN

La evidencia epidemiológica sugiere que, si bien la variante Ómicron es mucho más contagiosa que las versiones anteriores del SARS-CoV-2, también es significativamente menos letal.

En un escenario de cuento de hadas, Ómicron arrasaría con la población de Estados Unidos, quizá requiriendo unos días de licencia por enfermedad de aquellos a quienes contagia, pero también impartiendo inmunidad a decenas de millones y poniendo fin a la pandemia aquí para siempre.

Casi parece razonable, pero los expertos subrayan que es poco probable que el fin de la pandemia sea tan simple o que llegue tan rápido.

“Pienso en este momento como una transición”, comentó Georges Benjamin, director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. “El virus está en transformación y, como sociedad, estamos cambiando y aprendiendo a vivir con él”.

Es probable que el fin de la pandemia sea un proceso gradual, detalló Chunhuei Chi, director del Centro de Salud Global de la Universidad Estatal de Oregón. En última instancia, será necesario que establezcamos una relación con el SARS-CoV-2 que refleje nuestro trato con el virus que causa la influenza estacional.

Eso significa vacunarse una vez al año para prevenir los síntomas más graves del COVID-19, y comprender que, si se infecta de todos modos, es posible que se sienta muy mal durante unos días, pero es poco probable que termine en el hospital o suceda algo peor.

“Queremos llegar a un lugar en el que ya no estemos preocupados por prevenir contagios, sino por advertir síntomas graves y la muerte”, indicó Chi.

Casi pudiera parecer que estamos en ese punto ahora, pero los científicos subrayan que no.

Tun-Hou Lee, profesor emérito de virología en la Escuela de Salud Pública de Harvard T. H. Chan, señala que la tasa de mortalidad del SARS-CoV-2 (254 muertes por cada 100.000 personas) sigue siendo mucho más alta que la de la influenza (1.8 muertes por cada 100.000 personas).

“Incluso si uno cree que la tasa de mortalidad de 254 por cada 100.000 será menor una vez que la mayoría de la población de Estados Unidos esté ‘completamente’ vacunada, mi inclinación es que la infección por SARS-CoV-2 tendrá una tasa de mortalidad más alta que la influenza”, señaló.

Para reducir aún más el riesgo de hospitalizaciones y muertes por el coronavirus, Chi comentó que le gustaría ver nuevas vacunas disponibles que sean mejores para prevenir contagios y que brinden una inmunidad más duradera, así como tratamientos farmacológicos más efectivos para aquellos que están infectados. Ambos ya están en proceso, precisó. La inmunidad generalizada que probablemente impartirá Ómicron también ayudará, incluso si es fugaz.

“Tengo muchas esperanzas de que, con todos estos factores juntos, para el otoño veremos que la pandemia termine y se convierta en algo endémico similar a la influenza, al menos en América del Norte”, indicó Chi.

Mientras tanto, la vida en el sur de California continúa.

Las clases presenciales se reanudaron el jueves en el Nicholas Dance Studio de Leimert Park después de un descanso de dos semanas, pero con una gran cantidad de medidas de seguridad firmemente establecidas.

La propietaria del estudio, Cathie Nicholas, había encapsulado el área de observación para los padres en plexiglás y tenía una capacidad limitada para tres personas. El piso del lugar se desinfecta dos veces por semana, abundan las estaciones de limpieza de manos y se requiere una prueba de coronavirus negativa, un control de temperatura y un cubrebocas para ingresar.

“Creo que hemos hecho todos los ajustes aquí y simplemente estamos adaptándonos”, mencionó Nicholas. “No ha sido fácil, pero tenemos que salir y vivir”.

El jueves por la noche, 200 espectadores participaron en la procesión anual de los Reyes Magos en la calle Olvera. Los tres reyes magos, un par de ángeles, la Sagrada Familia y una gran cantidad de pastores junto con los visitantes completaron una vuelta y media por la calle Olvera.

El evento anual, que comenzó en la década de 1970, terminó con la distribución del pan dulce mexicano, rosca de reyes, y champurrado.

La procesión se canceló en 2021 a causa del COVID-19.

L Valerie Hanley, owner of Casa California shop on Olvera Street.
Valerie Hanley, dueña de la tienda Casa California en la calle Olvera, reparte pan después de la procesión del Día de Reyes.
(Jason Armond/Los Angeles Times)

“Teníamos mucho interés de la comunidad en recuperar esto”, comentó Valerie Hanley, de 53 años, propietaria de Casa California y tesorera de la Asociación de Comerciantes de la calle Olvera. “Y creo que pudimos lograrlo porque hicimos todo lo posible para que fuera lo más seguro posible”.

Las personas usaban cubrebocas y la mayoría guardaba distancia mientras comían y bebían esa noche.

“Llega un punto en el que tienes que volver a estar con las familias, los visitantes y los clientes”, mencionó Hanley. “Es importante”.

Donna Arce, estudiante de último año de El Sereno Wilson High School, quien interpretó a la Virgen María, indicó que se sintió alentada por la disposición de la gente a disfrazarse y desfilar.

“Las personas han estado asustadas por un tiempo, así que es bueno ver una buena multitud”, comentó. “Mucha gente ha seguido los pasos, como vacunarse y usar cubrebocas, así que debemos continuar con esta tradición”.

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