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¿Qué es lo que quieren los estudiantes de Los Ángeles? Ayuda para la salud mental, un adulto que escuche y tecnología confiable

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Los estudiantes asisten a clases en la Academia de Liderazgo Académico para Niñas en Los Ángeles en agosto.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Los estudiantes de las escuelas públicas de Los Ángeles comentaron que habían sufrido debido a la pandemia de COVID-19 y expresaron una necesidad “no negociable” para el éxito académico: el bienestar mental.

Sin embargo, 1 de cada 3 estudiantes de color indica que no tiene un adulto en la escuela con quien se sienta lo suficientemente cómodo para hablar sobre cómo se siente, según una encuesta publicada el miércoles.

La encuesta de alumnos de secundaria y preparatoria en el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD por sus siglas en inglés) muestra sus dificultades y necesidades de alta prioridad: acceso a tecnología, oportunidades para tutoría, clases adicionales y actividades extracurriculares.

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La encuesta incluyó opiniones de 769 alumnos y grupos focales estudiantiles y de seguimiento comisionados por una coalición llamada Communities for Los Angeles Student Success, bajo el liderazgo de United Way of Greater Los Angeles.

Aproximadamente la mitad de los estudiantes señalaron que les preocupaba no solo su propia salud mental, sino también la de sus padres, otros miembros de la familia y amigos, además de estar estresados por su salud física.

Entre los estudiantes negros, el 71% informó que enfermarse en la escuela sería un factor de estrés potencial; el 60% de los alumnos blancos se sentían así.

Los estudiantes latinos, en 10 puntos porcentuales, están más preocupados que los no latinos por su propia salud física, la salud física y mental de sus familias, así como la salud mental de sus amigos. Por un margen similar, los alumnos latinos están más preocupados por obtener buenas calificaciones y por cuidar a sus padres, hermanos u otros familiares.

Los resultados de la encuesta subrayan la importancia de escuchar a los estudiantes a medida que el distrito desarrolla sistemas de apoyo para ellos, especialmente en un raro momento cuando el distrito está relativamente lleno de recursos, puntualizó Norma Rodríguez, directora de programas y políticas de educación de United Way of Greater Los Angeles.

“La opinión de los estudiantes era fundamental antes de la pandemia, y es aún más importante ahora”, señaló Rodríguez.

Evelyn Flores, quien asistió a Mendez High School en Boyle Heights, pasó el último año académico en la escuela en línea mientras vivía con dos hermanas y sus padres en un apartamento de una habitación. El espacio cerrado y la conexión a Internet inestable, con dos estudiantes en la preparatoria, otra hermana en línea para su trabajo y su madre haciendo cursos para su examen de Desarrollo Educativo General, dificultaron el aprendizaje. Las cosas empeoraron cuando ambos padres contrajeron COVID-19 y su padre perdió su trabajo en el supermercado.

Flores y sus hermanas esencialmente vivían y asistían a la escuela en la sala de estar, mientras que sus padres estaban en cuarentena en el dormitorio. Durante unos días, pensó que su padre no lograría superar la enfermedad. Las hijas aprendieron a pagar las facturas y cocinar. Flores consiguió un trabajo en el servicio de alimentos en el muelle de Santa Mónica para ayudar con las finanzas, a veces ingresando a clases en línea mientras viajaba en el metro.

Al mismo tiempo, estaba solicitando ingreso a la universidad.

“Me sentí tonta porque estaba aprendiendo cómo solicitar ayuda financiera y sobre los requisitos de la solicitud”, comentó. “Yo estaba en el último año de la preparatoria y no sabía cómo solicitar ingreso a la universidad. No tenía los recursos que necesitaba”.

“Me sentí bastante mal”, recuerda. “Tenía la escuela y debía de gestionar todas estas cosas, priorizar a mi familia. Eso me provocó ansiedad”.

En ese momento, posponer la universidad parecía una buena idea.

La encuesta indicó que solo el 43% de los alumnos del tercer y cuarto año con destino a la universidad estaban de acuerdo o muy de acuerdo en que se encontraban adecuadamente preparados para el semestre de otoño.

Los estudios en todo el país han documentado que los estudiantes en aprendizaje remoto lograron menos progreso académico que en un año típico. Y las brechas de aprendizaje se ampliaron entre los estudiantes negros y latinos de familias de bajos ingresos.

“El COVID creó una tormenta perfecta de estrés, ansiedad y trauma en los niños de nuestro estado”, señaló Sean Varner, abogado de Riverside y vicepresidente de la Comisión Little Hoover, una agencia estatal independiente de supervisión, que recientemente publicó un informe sobre la salud mental de los alumnos.

Varner y otros comisionados citaron el martes datos que sugerían que el estrés por la salud mental de los jóvenes de la entidad había empeorado antes de que llegara la pandemia. Además de un mayor aislamiento, los jóvenes “luchaban a diario con la ansiedad por la seguridad de los miembros de la familia que son trabajadores esenciales o estaban estresados por la pérdida de ingresos de los padres”, explicó Varner. “Y, trágicamente, muchos de ellos están lidiando con el dolor de la pérdida de sus seres queridos como resultado del COVID-19”.

Incluso antes de la pandemia, las tasas de suicidio y autolesión de adolescentes estaban aumentando, indicaron los comisionados de Little Hoover en su foro en línea. En California, las enfermedades de salud mental son la principal causa de hospitalización entre los jóvenes, informaron.

Y los estudiantes de Los Ángeles dejaron en claro, en la encuesta y los grupos focales, que brindar más apoyo para el bienestar mental “no es negociable” para ellos y representa “un requisito previo para el éxito académico”, según el informe que acompaña a los resultados de la encuesta.

A person smiles over a book.
Marco E. Joven Domínguez, el primero de su familia en asistir a la universidad, está en la Universidad de Harvard estudiando gobierno y filosofía.
(Josie W. Chen / Harvard Crimson)

Marco E. Joven Domínguez, quien se graduó en la primavera de la Academia de Humanidades de Justicia Social en San Fernando, mencionó que comenzó a sufrir migrañas debilitantes por largos días en la computadora haciendo cursos y solicitudes universitarias. Su padre contrajo COVID-19 mientras trabajaba como conserje, luego su madre se enfermó. Joven Domínguez manejaba el hogar mientras él y su hermano menor continuaban tomando clases en línea con una conexión a Internet inestable.

“Fue un período muy solitario”, señaló. “No pude darles un abrazo de Año Nuevo. Esa soledad tuvo un gran impacto en mi salud mental. Mi hermano y yo nos sentimos tan solos, tan distantes de nuestros amigos y nuestra familia extendida. Sentí que no tenía a nadie con quien hablar sobre esta experiencia”.

Más de un tercio de los estudiantes en la encuesta de United Way / CLASS revelaron tener alguna responsabilidad no relacionada con la escuela. Aproximadamente el 11% mencionó que tiene un trabajo fuera de la escuela. Además, el 13% agregó que era responsable de cuidar a los padres, abuelos u otros adultos, mientras que el 29% era responsable de los hermanos menores o familiares.

Aproximadamente la mitad informó que estas responsabilidades les generaban estrés.

Además, una cuarta parte de los estudiantes señalaron que estaban al menos un poco preocupados por satisfacer sus necesidades básicas, como alimentos, un lugar para vivir y tecnología esencial.

La encuesta estuvo abierta a todos los estudiantes de secundaria y preparatoria del LAUSD desde junio hasta finales de agosto de 2021, poco después del comienzo de la escuela. Los alumnos participantes representaron a más de 100 campus y organizaciones locales.

Se teme que los estudiantes sufran contratiempos potencialmente de por vida debido al cierre de escuelas, pero la encuesta también muestra las tensiones a las que se enfrentan hoy en día, para las que todavía existe la posibilidad de brindar ayuda.

“Necesitamos tratar esto como el mismo [nivel de] emergencia que cuando comenzó la pandemia porque el nivel de gravedad es igual”, señaló la presidenta de la junta escolar de Los Ángeles, Kelly Gonez, quien participó en una sesión informativa en línea sobre la encuesta.

Ese punto de vista fue compartido por Alicia Montgomery, directora ejecutiva del Center for Powerful Public Schools, con sede local.

“Siempre que queremos empoderar a las personas para que se comprometan, lo logramos escuchando y haciendo realmente lo que han pedido que se realice”, explicó Montgomery.

Joven Domínguez señaló que su hermano, quien cursa el 11° grado, ha tenido problemas para adaptarse a la reanudación de las clases presenciales y está luchando para completar el trabajo a tiempo y mantenerse dedicado. Agrega que él también siente que todavía se está recuperando del aislamiento social y del progreso académico inadecuado durante la pandemia. Pero tanto él como Flores han llegado a la universidad, ejemplos de lo que puede suceder cuando los estudiantes encuentran su propio espacio de resiliencia. Y ambos estaban activos en organizaciones sin fines de lucro externas que brindaban asesoramiento.

Flores, cuyos padres inmigrantes nunca llegaron a la escuela preparatoria, es un estudiante de primer año en Cal State Los Ángeles. Joven Domínguez logró entregar sus solicitudes a tiempo y es el primero de su familia en asistir a la universidad. Está en Harvard University estudiando gobierno y filosofía.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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