Anuncio

Columna de adictos y adicciones: El testimonio de Adrián

Foto tomada de una planta de marihuana en Gardena, California.
(ASSOCIATED PRESS)

“Crecí con las creencias de mis abuelos, bebí conceptos y costumbres de mis padres y, por extensión, las transmití a mis hijos. No soy especialista, aunque tengo mucha experiencia con drogas y alcohol, en mi caso, no me queda la menor duda que, detrás de toda adicción hay dolor, eventos que nos programan desde muy niños para llevar una vida infeliz”.

“Hasta los catorce años, viví con mis abuelos en una ranchería de Michoacán. Primero se fue mi padre y dos años más tarde mi madre, hasta que pudieron mandar por mí y me vine a Los Ángeles. Yo estaba muy chico, pero mis recuerdos de aquellos años son oscuros, el desprendimiento de mi madre fue muy doloroso. Mis abuelos no eran malos, simplemente eran duros, acostumbrados al rigor y el trabajo; allá no había sana sana colita de rana, ni cariñitos, ni autoestima que cuidar”.

“Pero si el desprendimiento de mis padres fue doloroso, el reencuentro fue traumático; yo estaba entrando a la adolescencia, venía muy enojado por el abandono, la escuela me daba miedo, pero lo más impactante fue descubrir que no conocía a mis padres, ni ellos me conocían a mí, cambiamos tanto en los años de ausencia, que no nos reconocíamos”.

Anuncio

“Durante los años de escuela, los exprimí, me daban casi todo lo que pedía y nunca me parecía suficiente; siempre me dijeron que ellos trabajaban para mí y yo me lo creí. Mis padres se levantaban a las cuatro de la mañana y volvían casi a las cinco de la tarde, mi resentimiento creció y me preguntaba con coraje ¿A esto me trajeron? ¿A estar solo todo el día?”

Estimado lector, querida lectora, como tal vez usted sepa, toda adicción está considerada como un trastorno de la personalidad, la adicción a las drogas, por ejemplo, desarrolla en la mayoría de los casos, una dependencia física a la sustancia, además de un trastorno conocido como: trastorno obsesivo compulsivo.

“En cuanto pude, abandoné la escuela y me puse a trabajar. Para entonces ya consumía drogas y alcohol, seguía viviendo en casa de mis padres, aunque cada día los veía menos. Trabajaba solo para mí y mis vicios; no me sentía parte de nada, tampoco tenía amigos verdaderos, solo conocidos, adictos igual a mí, donde me sentía identificado, aun así, la soberbia y el ego no me alcanzaban, era un ser desdichado con máscara de indiferencia”.

“No conforme con hacerme la vida desgraciada, arrastré a mis padres, y a una mujer que me amaba desinteresadamente, con quien tuve dos hijas, las hice sufrir mucho, hasta que me abandonaron. Más tarde, la muerte de mi madre, me dio motivos para seguir drogándome y caer en el abismo de la depresión”.

“Como adicto, en cuanto tenía algún problema - y mire que cada día me metía en uno nuevo- corría a drogarme; después vino la depresión, exceso de pasado y ansiedad por el futuro. Era un adicto depresivo y, por mucho tiempo, ni siquiera sabía lo que era la depresión. Pensaba que ir a un psicólogo o consejero era para locos, y yo no estaba loco”.

“En mi caso, la depresión me hizo tocar fondo; vivía en un círculo de violencia, mis relaciones eran todas lo mismo, después de la luna de miel venía el hartazgo, los insultos, agresiones de todo tipo y el rompimiento”.

“Me llevó años aceptar que me había vuelto impotente ante el alcohol y las drogas; aunque me sentía una basura, no podía ver mis defectos de carácter; caminaba siempre con la mirada baja, con la esperanza de encontrar un billete, siempre en busca de una solución mágica, igual que una droga”.

Columna de Adictos y Adicciones

Mi proceso de recuperación dio inicio con la aceptación, reconocer que no podía con mi vida, que me encontraba vacío, sin amor ni compasión por nadie. Pasé por centros de rehabilitación, psicólogos, psiquiatras y grupos de Narcóticos Anónimos, pero no fue hasta que me reconcilié con Dios, que el verdadero cambio operó en mí. A quienes están sufriendo les digo que Dios restaura, no se esperen a estar al borde de la muerte para buscar a Dios, hoy puede ser ese día para usted”.

Agradezco a Adrián por su honestidad, Dios te bendiga.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

[email protected]

Anuncio