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Después de un desastroso verano de incendios, California se prepara para un otoño potencialmente peor

Two people hug while surrounded by ruins of a home destroyed by fire
Riley Cantrell, derecha, llora mientras ella y su novio, Bradley Fairbanks, ven lo que queda de la casa de su madre, que se quemó durante el incendio de Dixie en Greenville, California.
(Josh Edelson / AFP/Getty Images)

Con más de dos millones de acres quemados en lo que va del año, la ya destructiva temporada de incendios forestales de California podría empeorar este otoño, y los pronósticos a largo plazo muestran pocas señales de alivio.

El otoño es casi siempre una carrera entre intensos vientos estacionales y la llegada de la lluvia. Las autoridades anticipan que los próximos meses serán considerablemente secos y peligrosos.

El verano trajo incendios de inusual ferocidad, que arrasaron con la ciudad de Greenville. Por primera vez, las llamas se extendieron de un lado a otro de la Sierra. Las condiciones de sequía y el aumento de las temperaturas provocadas por el cambio climático dejaron el paisaje completamente seco y listo para la combustión.

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Los bomberos y expertos en clima temen el deterioro de las condiciones en el norte y sur de California a medida que los vientos cálidos de octubre y noviembre -que alimentan algunos de los incendios más desastrosos- se avecinan, con poca lluvia en el horizonte.

Según el jefe del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California, Thom Porter, la superficie quemada este año sigue el ritmo de 2020, la peor temporada de incendios forestales registrada en el estado. Aproximadamente 4.2 millones de acres ardieron ese año, y muchos de esos incendios -incluidos los devastadores siniestros de Creek y Glass, y el de Bobcat en Los Ángeles- comenzaron recién en septiembre.

“Estamos justo en medio de la temporada alta de incendios forestales”, reconoció. “Todo el mundo debe permanecer alerta”.

Aún más preocupante, destacaron los funcionarios, es el hecho de que seis de los incendios forestales más grandes en la historia registrada del estado han ocurrido desde 2020. “El año pasado fue visto como un tiempo muy loco en California”, señaló Park Williams, científico de incendios y clima de UCLA. “Puede haber sido fácil decir: ‘Es un evento único. No vamos a tener otro año como 2020 durante bastante tiempo’. Pero ahora, al año siguiente, estamos notando algo similar”.

Combinadas, las últimas estadísticas reflejan el empeoramiento de la crisis climática del estado, en la que los incendios forestales impulsados por el viento se alimentan de un terreno plagado de sequía, que se ha calentado y preparado para encenderse a la primera señal de chispas.

Los asediados equipos de bomberos de California ya han luchado contra más de 7.000 incendios forestales este año, precisaron las autoridades.

Según Porter, el pronóstico para los próximos meses podría significar aún más destrucción. “De septiembre a diciembre se prevé para todo el estado bastante sequía, más eventos de viento y que continúe la gran actividad de incendios”, dijo.

De hecho, es probable que muchos de los factores que han alimentado las conflagraciones de California empeoren antes de mejorar. La vegetación seca que preocupó a los bomberos en julio solo se ha resecado más durante los meses de verano, sin lluvia.

En el incendio de Dixie, que afectó condados en el norte de California y se considera el segundo incendio forestal más grande del estado registrado, el meteorólogo Jack Messick indicó que la sequedad alimentaba el siniestro cada vez más grande, que superó los 900.000 acres esta semana y pronto podría unirse al de Complex, de agosto del año pasado, en el récord de un millón de acres.

“Durante los próximos siete días, no esperamos ninguna precipitación, que es lo que realmente necesita este incendio”, destacó Messick el lunes pasado. “No está prevista”.

Tony Scardena, asistente forestal regional del Servicio Forestal de EE.UU, indicó que el perímetro del incendio de Dixie es ahora de más de 800 millas, el equivalente a “conducir la carretera I-5 desde la frontera sur de California hasta la norte”.

Y aunque muchos de los siniestros del estado de este año fueron avivados por fuertes ráfagas, los vientos estacionales de Santa Ana y Diablo suelen llegar en septiembre y octubre. “Esta es la época en la que nos encontramos toda clase de sorpresas, donde esperamos con gran expectación para ver qué nos depara la temporada eólica marina”, expuso John Abatzoglou, profesor asociado de climatología en UC Merced.

Ya este mes, vientos de hasta 40 mph ayudaron a impulsar las brasas del incendio de Caldor sobre una cresta de granito que muchos pensaban que actuaría como un amortiguador para la popular ciudad turística de South Lake Tahoe.

Más de 4.000 bomberos, incluido el personal de la Guardia Nacional de California y el Ejército de EE.UU, pudieron defender a Tahoe en una lucha total de días, pero muchos dijeron que las llamas estaban ya demasiado próximas.

En el vecindario de Christmas Valley de la cuenca del lago Tahoe, los árboles carbonizados y las rocas encaramadas detrás de las casas de dos pisos mostraron cuán cerca se había aproximado el fuego. “Es una especie de juego de lo que va llegar primero”, remarcó Abatzoglou. “Eventos eólicos marinos significativos con ignición, o esa gloriosa media pulgada de precipitación”.

El incendio de Caldor, que arrasó con más de 217.000 acres y destruyó al menos 776 casas en aproximadamente tres semanas y media, estaba contenido en un 50% este miércoles.

Aunque el progreso contra el siniestro fue significativo, hay “mucho más trabajo por hacer”, indicó Dusty Martin, un comandante unificado de incidentes para la zona oeste del fuego, trabajo que podría complicarse por temperaturas abrasadoras y la amenaza de intensos relámpagos.

Durante los próximos días, se pronostica que la presión baja se moverá desde la costa y empujará la presión alta hacia el este, lo cual traerá la posibilidad de tormentas eléctricas. Estas conllevan la probabilidad de lluvias, pero también de relámpagos peligrosos, explicó Brian Brong, meteorólogo de la estación de Reno del Servicio Meteorológico Nacional.

La principal preocupación, añadió el experto, es que los rayos provoquen nuevos incendios en la vegetación históricamente seca. La amenaza de tormentas que se desarrollan sobre el incendio de Caldor es más alta el jueves por la noche y hasta el viernes, cuando también se espera que aumenten los vientos.

Mientras tanto, las nuevas perspectivas estacionales del grupo de servicios predictivos del National Interagency Fire Center muestran mucho viento y poca precipitación para los meses venideros.

El norte de California enfrenta un “potencial de incendio significativo” hasta al menos noviembre, indica el pronóstico, con niveles de humedad de la vegetación “por debajo de los valores críticos en la mayoría de las áreas”.

La región recibió menos de la mitad de sus precipitaciones normales para el año de lluvias, que se extiende desde el 1º de octubre hasta el 30 de septiembre, y se espera que persistan canales de aire fuerte y seco hasta septiembre.

“Estos fuertes canales seguirán trayendo intensos vientos que elevarán el potencial de nuevos incendios, con un comportamiento de fuego extremo y tasas de propagación rápidas”, dice el pronóstico, “y exacerbarán los esfuerzos para controlar los numerosos y enormes incendios forestales en curso”.

El panorama es igualmente sombrío para el sur de California, que hasta ahora registra menos incendios que el norte. Se esperan temperaturas por encima del promedio, lluvias por debajo de lo normal y vientos regulares de Santa Ana en la región hasta diciembre.

Williams, de UCLA, afirmó que al sur de California le ha ido mejor esta temporada porque la sequía es más aguda en la parte septentrional del estado. Sin embargo, el sur también “tiende a desarrollar muchos más incendios realmente grandes en el otoño”, dijo, avivados por la sequía, el calor y los eventos de viento de Santa Ana. Una ola de calor récord en septiembre pasado también allanó el terreno para varios encendidos. “California todavía podría tener un camino muy largo por delante”, advirtió, y agregó que el destructivo incendio de Camp, en 2018, comenzó recién en noviembre.

Además, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica predice al menos una débil corriente de La Niña en 2021, un patrón meteorológico que podría impedir que las tormentas y la humedad golpeen el suroeste de los Estados Unidos, comentó Williams.

La Niña prepararía el escenario para otra devastadora temporada de incendios en 2022. Aunque para Williams “siempre tenemos que desear lo mejor” cuando se trata del pronóstico a corto plazo, el cambio climático causado por el hombre está dificultando la llegada de la buena fortuna.

La terrible temporada del año pasado, que duplicó con creces el récord anterior de acres quemados en el estado, está demostrando ser menos anormal de lo que todos esperaban. “Cuando pensamos en el largo plazo, los ‘años de buena y mala suerte’ se anulan mutuamente”, añadió Williams, “y la verdad es que no se trata de la suerte: es el cambio climático lo que reseca todo”.

Porter, quien ha visto a los bomberos del estado enfrentar algunos de sus mayores desafíos este año en forma de incendios forestales más veloces, calientes e intensos, instó a los californianos a no bajar la guardia.

Hasta el miércoles, 2.048.883 acres se habían quemado en todo el estado y más de una docena de grandes fuegos forestales seguían ardiendo. “Estamos a la par del año pasado para esta época”, destacó Porter. “Eso es aleccionador. Esta es la nueva realidad; esto es lo que estamos enfrentando”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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