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Columna: El mito estadounidense que impulsa a algunos latinos a apoyar la destitución

Gov. Gavin Newsom speaks at a rally against the upcoming California gubernatorial recall election.
El gobernador Gavin Newsom habla, el miércoles pasado, en un mitin en San Leandro contra las próximas elecciones revocatorias.
(Kent Nishimura / Los Angeles Times)

Muchos de los votantes de color que apoyan la revocación del gobernador Gavin Newsom tienen algo en común: respaldan la idea de que el trabajo duro y la autodisciplina son realmente todo lo que se necesita para triunfar en esta sociedad.

Podríamos llamarla la ideología del salir adelante por sí mismo. Es el mito libre y cautivante del “hombre hecho por cuenta propia”, con raíces en la masculinidad de los vaqueros del oeste -gemela del machismo de los caballeros latinos-.

En esta pandemia, se transformó en un desprecio de las regulaciones por el COVID-19 de Newsom, así como en la oposición a las ayudas estatales para las personas que se han quedado sin trabajo.

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Actor John Wayne during the filming of "The Horse Soldiers."
El actor John Wayne, ícono del machismo de los vaqueros, durante la filmación de “The Horse Soldiers”.
(Associated Press)

Juan Rivera es un residente latino pro-Trump, de 21 años y de San Marcos, que apoya la revocatoria. Cuenta que votó por la personalidad de YouTube Kevin Paffrath, pero no le molesta que, probablemente, sea un republicano quien se convierta en gobernador si la destitución tiene éxito. “La gente no quiere trabajar porque el gobierno les sigue dando dinero”, me dijo Rivera. “Es ridículo”.

La creencia en “el sueño americano”, que ve a este país como una tierra de oportunidades, predispone a algunos latinos a tildar a los pobres o desempleados de vagos, carentes de “ganas”. Esta idea oculta cómo la historia y el gobierno determinan los resultados, incluido el acceso a recursos básicos como agua potable, atención médica y carreteras.

La fe ciega en el individualismo, que promueve la antipatía por las instituciones, puede llevar a algunos latinos a no participar en las elecciones o votar en contra de sus intereses.

Un estudio reciente del Pew Research Center encontró que los latinos son “más propensos que la población en general de EE.UU a creer en partes fundamentales del sueño americano: que el trabajo duro dará sus frutos y que cada generación sucesiva está mejor que la anterior”. Los latinos también son más optimistas sobre su futuro que el estadounidense promedio, y el 75% espera que su nivel de vida sea superior al de sus padres, en comparación con solo el 56% del público en general de EE.UU.

En particular, el estudio además encontró que el optimismo disminuye de una generación a la siguiente a medida que los hijos y nietos de los inmigrantes se ven viviendo una realidad diferente.

“El trabajo duro es necesario, pero no es una condición suficiente para experimentar el éxito”, consideró Isidro Ortiz, politólogo y profesor de activismo chicano en San Diego. “De igual manera se requieren oportunidades para que el trabajo arduo pueda traducirse en éxito económico. Y ahí es donde entra en juego el gobierno”.

Larry Elder, el candidato republicano a la cabeza de la elección de la revocatoria, que responsabiliza a los negros por los problemas de los negros y niega la realidad del racismo sistémico, ganó apoyo con este simple mantra: “El trabajo duro triunfa”.

El llamamiento de Elder a una minoría de californianos negros y morenos con este mensaje no sorprende a Jasmine Hill, profesora asistente de políticas públicas y sociología en UCLA. “Es una narrativa muy atractiva, porque dice que si sigo trabajando duro, eso funcionará para mí”, expuso. Fundamentalmente, asume que la pobreza y las privaciones son elecciones personales.

La investigación de Hill, como la de otros sociólogos, considera que esta visión politizada desafía la realidad de que las personas de color trabajan duro.

Los afroamericanos y los latinoamericanos tienen más probabilidades de obtener trabajos esenciales, en los sectores de almacenes, camiones y construcción, que requieren de tareas agotadoras fuera del hogar, a menudo sin acceso a una licencia por enfermedad pagada. Sin embargo, siguen ganando salarios más bajos que los empleados blancos.

Peor aún, este concepto falaz de que los oprimidos se merecen su suerte inspira malas políticas, que agravan los problemas sociales y refuerzan los estereotipos racistas. “Es extremadamente malo para la comunidad, particularmente nuestra relación con las personas de color”, añadió Hill.

Tanto los demócratas como los republicanos han elaborado políticas que reforzaron estas falsedades. La reforma de la asistencia social de Bill Clinton, de 1996, interrumpió la ayuda a las familias pobres, aceptando como verdaderos los ataques racistas de la era Reagan contra la inmoralidad de las madres negras y sus familias.

Y aunque la mayoría de la gente negra y morena cree que fuerzas como el racismo institucional y la discriminación histórica contribuyen a la desigualdad, esa comprensión ha disminuido con el tiempo.

No es sorprendente que muchas personas de color que apoyan la destitución estén a favor de lo que los republicanos como Elder llaman “elección de escuela”, específicamente, dar a los padres vales financiados por los contribuyentes en lugar de invertir en las escuelas públicas.

“Queremos opciones para nuestros hijos porque queremos que se eduquen correctamente”, me dijo Eddy Marmolejo, presidente estatal de la Asamblea Nacional Hispana Republicana. “Los padres tienen que decidir qué es lo mejor para un niño”. El apoyo a esta política también se deriva de la creencia arraigada en la supremacía del individuo, incluso a expensas de los pequeños más vulnerables de la sociedad.

Por supuesto, los republicanos cuya cosmovisión preservaría las desigualdades existentes reconocen que ya no pueden ganar las elecciones sin el apoyo de la gente de color, particularmente a medida que cambia la demografía.

Por lo tanto, están intensificando la retórica sobre el hombre artífice de su éxito, y esperan que establezca una conexión con los inmigrantes trabajadores. “La innovación y el trabajo duro deben celebrarse”, tuiteó recientemente el candidato republicano Kevin Faulconer. “En cambio, los californianos y sus negocios han sufrido, sometidos por regulaciones interminables”.

En un ensayo titulado “La ideología del aislamiento”, la escritora Rebecca Solnit señala los peligros del mito de la autosuficiencia total: “Llevada a su conclusión, esta manera de pensar dicta que incluso los actos son elementos independientes que el hombre que se ha hecho solo puede fabricar para usarlos como mejor le parezca”.

Quizás la mejor manera de romper el hechizo de esta narrativa destructiva es contar historias reales, acerca de cómo mejoran las vidas. Ortiz explica que para las comunidades negras y morenas, el progreso siempre nace de la lucha comunitaria.

“Todos los avances en derechos civiles que se han producido, en su totalidad surgieron de una acción colectiva que enfatiza la cooperación”, remarcó. Caer en la historia del individualismo rudo nos roba nuestro poder. Justamente para eso existe.

@jeanguerre

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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