Columna: De adictos y adicciones: Vivió para contarlo
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El próximo mes, Martín cumplirá setenta años de edad; a pesar de la vida que ha llevado, es un hombre fuerte, con mucha vitalidad. “Soy un sobreviviente, he sobrevivido a mí mismo, a mis malas decisiones y mis adicciones”.
Martín se inició en el camino de las adicciones cuando tenía catorce años. “Empecé con tabaco, mi primer cigarrillo lo encendí en una fiesta familiar, y hasta el día de hoy no he podido dejarlo”. Martín hace una pausa, se sonríe, le da una fumada a su cigarro y me dice con sarcasmo: “La verdad no lo he querido dejar, ha sido mi compañero por tantos años que estoy seguro que me llevará hasta la muerte”.
Después del tabaco siguió el alcohol y la marihuana, así hasta los veintiún años, cuando conoció la cocaína. “Entre por la puerta grande, en aquellos años la cocaína era de muy buena calidad; un amigo mío la consumía y la vendía, al principio me invitaba, después empezamos a comprar gramos, más tarde onzas, hasta que caímos en la cárcel”.
A los treinta y dos años, Martín ya tenía dos hijos y había vivido con dos mujeres. “Mis primeras esposas eran buenas mujeres, limpias y trabajadoras; las pobres llegaron a pensar que con amor podían cambiar a un adicto como yo, finalmente me dejaron, no las culpo, vivir con un adicto como yo, era muy difícil”.
Estimado lector, querida lectora, como tal vez usted sepa, toda adicción está considerada como un trastorno de la personalidad, la adicción a las drogas, por ejemplo, desarrolla en la mayoría de los casos, una dependencia física a la sustancia, además de un trastorno conocido como: trastorno obsesivo compulsivo.
Después de dos fracasos sentimentales y una estancia en la cárcel, Martín entró en una espiral de relaciones tóxicas. “Tuve dos parejas, ambas eran adictas igual que yo; no podía ser de otra manera, un enfermo emocional como yo, no podía encontrar una mujer sana, eso lo puedo ver ahora, pero en aquellos días me consumía el deseo. Mi cuarta relación estaba basada en el sexo y consumo de cristal”. Martín vuelve a sonreír y comenta que cambió de cocaína a cristal, no porque fuera mejor droga, sino porque era más barata. La adicción al alcohol y al cristal alimentaron una relación tóxica que llegaba hasta los golpes, salpicada de insultos y reconciliaciones.
Después de una nueva separación, Martín se sintió víctima y se autocompadecía; durante varios años le guardó un gran rencor a su ex, pero no aprendió la lección y, dos años más tarde, tropezó de nuevo con la misma piedra. “Cuando conocí a Sonia, yo estaba en mis cuarenta y tantos años de edad, trabajaba de vez en cuando, juntaba algo de dinero para comprar y vender cristal, pero poco a poco fui entrando en el mundo de la heroína. ¡Ay hermano! entre Sonia y la ‘morena’, casi me matan”.
“Estuve enganchado a la heroína más de cinco años, fueron los peores años de mi vida, jamás me había denigrado tanto, llegué a llorar por una cura y permití que Sonia se acostara con otros hombres para mantener nuestra adicción, fueron años muy obscuros; un día Sonia ya no despertó, estábamos tan pasados que no me di cuenta que dejó de respirar, pasé la noche junto a su cadáver”.
Columna de Adictos y Adicciones
Aquella experiencia fue el fondo de Martín, después de pasar una corta temporada en la cárcel, lo enviaron a un centro de rehabilitación, donde estuvo obligado a cumplir un programa de un año, esa fue su tabla de salvación.
De todas sus adicciones, Martín solo conserva su gusto por el tabaco; desde hace tres años vive con una mujer cristina, en ella ha encontrado un refugio y el verdadero amor. “Me duele decirlo, pero creo que nunca había querido a nadie, ni a mis hijos, en el caso de las mujeres solo miraba su cuerpo y a mis hijos jamás los procuré, en muchos sentidos he sido un cadáver emocional, solo me dejaba guiar por mis apetitos y necesidades, siempre fui muy egoísta y solo pensaba en mí”.
Después de platicar un buen rato, me despedí de Martín y su esposa, ya en la puerta, Martín me dijo casi en secreto: “Nunca dude que Dios existe, míreme a mí, me ha hecho el milagro de mantenerme vivo y de conocer el amor”.
Historias como esta me dan esperanza y confirman mi fe en Dios.
Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.
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