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Pese a la circulación de la variante Delta, la situación en California es mucho mejor que en Florida y Texas; aquí están los motivos

Kim Dimaunahan Telemetry Oncology RN, right, brings medication to covid positive patient
Kim Dimaunahan, enfermera de oncología de telemetría, a la derecha, lleva la medicación a un paciente positivo de COVID.
(Francine Orr/Los Angeles Times)

A pesar de un aumento significativo en casos de coronavirus y hospitalizaciones este verano, California pudo, hasta ahora, evitar las altas tasas de infección y los hospitales cada vez más sobrepoblados que ya se evidencian en otros estados.

La tasa de casos de coronavirus se mantiene aquí por debajo del promedio nacional y es significativamente menor que la de Florida y Texas: dos puntos comunes de comparación, dado el tamaño de su población y las respuestas pandémicas claramente diferentes.

Los expertos señalan que los índices de vacunación superiores al promedio de California y las políticas de uso de mascarilla obligatorias, recientemente implementadas en algunas partes del estado, contribuyeron a prevenir una situación más sombría.

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Si bien los gobernadores de Florida, Texas y otros estados se han opuesto a permitir que los gobiernos locales exijan el uso de cubrebocas, California dio luz verde a los condados para promulgar tales órdenes en espacios públicos cerrados para todos los mayores de dos años de edad, independientemente de su estado de vacunación.

“Tengo esperanzas para California y Los Ángeles; tenemos niveles más altos de vacunación y hemos aumentado el número de personas que se ponen al día y se vacunan”, consideró el Dr. Robert Kim-Farley, epidemiólogo médico y experto en enfermedades infecciosas de la UCLA Fielding School of Public Health. “Sin embargo, todavía nos queda mucho camino por recorrer para lograr un mayor nivel de inmunidad comunitaria, debido a la mayor transmisibilidad de la variante Delta”.

California informó 141.1 nuevos casos de coronavirus por cada 100.000 residentes en los últimos siete días; la tasa es la mitad de la de Texas, con 297.8; y menos de una cuarta parte de la de Florida, de 653.8, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU (CDC). El índice de California también es menor que el promedio nacional, de 232.1.

La avalancha de pacientes con COVID-19 recién admitidos en los hospitales de Florida es ahora mucho peor que en cualquier otro momento durante el pico invernal. A principios de enero, Florida reportaba más de 1.150 nuevos pacientes con COVID-19 ingresados por día. Pero durante la última semana, el estado registró un promedio de 2.071 nuevas admisiones hospitalarias diarias.

Por el contrario, California informa 772 nuevas admisiones hospitalarias por COVID-19 al día, solo el 32% de su pico invernal, de 2.380. Sobre una base per cápita, la tasa de nuevas hospitalizaciones diarias de Florida es cinco veces peor que la de California.

Texas ahora informa 1.403 nuevas hospitalizaciones por COVID-19 por jornada, el 75% de su pico invernal, de 1.873.

También hay algunas señales de que el alza de la variante Delta en California se está desacelerando después de que los funcionarios públicos de muchos condados instituyeron el uso de mascarilla universal en entornos públicos cerrados. Asimismo, algunas empresas empezaron a exigir pruebas de vacunación como condición para el empleo o el ingreso a sus instalaciones.

Durante la semana que terminó el domingo, el condado de Los Ángeles informó un total de 20.979 nuevos casos de coronavirus, un modesto incremento del 6.5% con respecto a la semana anterior, señaló el martes la directora de Salud Pública, Bárbara Ferrer. En comparación, el condado experimentó un alza del 22% la semana anterior.

Durante el mismo período, el resto de California reportó un total de 55.422 casos, un aumento del 20% con respecto a la semana anterior. La semana previa a esa, el alza fue del 57%.

Este verano, el condado de Los Ángeles fue uno de los primeros gobiernos locales de la nación en recomendar, y luego exigir, el uso de mascarilla en entornos públicos cerrados, una medida que pronto fue seguida por otros, incluidos los condados de Sacramento y Santa Bárbara y gran parte del Área de la Bahía de San Francisco.

“Los datos de todo el mundo y de nuestro condado han demostrado repetidamente que el uso de cubierta facial es una capa valiosa de protección contra la transmisión de virus respiratorios”, enfatizó Ferrer.

Los funcionarios destacaron que Delta sigue siendo una amenaza para la salud pública y esperan que los casos aumenten aún más en las próximas semanas. Sin embargo, confían en que las medidas ya tomadas aplanarán -y finalmente revertirán- la trayectoria de la pandemia, sin recurrir a imposiciones más estrictas.

La principal razón de ese optimismo es el nivel relativamente sólido de cobertura de vacunas de California. Según las últimas cifras de los CDC, el 77.5% de los californianos elegibles (mayores de 12 años) ya han recibido al menos una dosis, y alrededor del 63% se considera completamente vacunado.

En Florida, cerca del 69% de los residentes de edad similar están vacunados al menos parcialmente y el 57% completó su serie de inoculaciones. Las tasas comparables en Texas son del 64.3% y 53.7%, respectivamente, según muestran las cifras federales.

Funcionarios y expertos coinciden en que la inmensa mayoría de las personas hospitalizadas en la actualidad por COVID-19 en California y en todo el país aún no se habían vacunado.

De 117 individuos ingresados en los hospitales públicos del condado de Los Ángeles principalmente por COVID-19 entre el 15 de junio y el 5 de agosto, 112 no estaban completamente vacunados y solo cinco lo estaban, según la Dra. Christina Ghaly, directora de servicios de salud del condado. “La vacuna salva vidas”, expresó el martes. “Reduce el riesgo de infección, de propagar el virus a otros y, de manera crítica, al hacerlo reduce el riesgo de que esas personas sirvan como una placa de Petri en la que el virus puede continuar mutando progresivamente de formas más peligrosas, que ponen a todos en riesgo”.

Más allá de las vacunas, los funcionarios de salud y los expertos han notado durante mucho tiempo que las condiciones pandémicas varían según una serie de factores. Algunas áreas pueden tener reglas más estrictas relacionadas con el coronavirus o albergar a residentes que, por cualquier motivo, probablemente tomen precauciones individuales en su vida cotidiana.

Otras zonas pueden mayormente burlarse de tales limitaciones.

Quizá en ninguna parte es más evidente la brecha entre California y Florida y Texas que cuando se trata de las mascarillas. El Estado Dorado instó a todos los residentes, incluso a aquellos que están completamente vacunados, a usar cubrebocas en ambientes interiores cuando estén en público, y las exige en las escuelas de nivel K-12.

Los gobernadores de Texas y Florida, por otro lado, prohibieron en gran medida a las escuelas y los gobiernos municipales instituir tales mandatos, aunque algunos líderes locales desafiaron tales órdenes.

A la luz del aumento repentino, el gobernador de Texas, Greg Abbott, ordenó al departamento de salud estatal que utilice agencias de empleo para encontrar personal médico adicional y también envió una carta a la Asociación de Hospitales de Texas, solicitando que los hospitales pospongan los procedimientos médicos electivos.

Una doctora de emergencias que trabaja en Austin, Texas, Natasha Kathuria, oriunda de Orlando, Florida, escuchó de colegas en su estado natal que la situación allí es aún peor, y le preocupa hacia dónde se encamina Texas. La especialista ya debió enviar pacientes a sus casas porque no tenía la capacidad de atenderlos. “Esto es medicina para desastres”, afirmó. “Nunca nos habíamos sentido tan desanimados durante la pandemia”.

Aunque los funcionarios de California expresaron cierta preocupación por el rápido aumento de las hospitalizaciones, en general creen que el sistema de salud del estado no sufrirá el mismo estrés que durante la devastadora oleada de otoño e invierno.

Pese a que el incremento de nuevas infecciones comenzó a afectar a los hospitales de California, el número de muertos por COVID-19 se mantiene relativamente bajo, con un promedio de 32 decesos por día durante la última semana. Eso está muy lejos de los recuentos regulares de tres dígitos observados durante oleadas anteriores.

Aunque es posible que los recuentos de muertes no aumenten como lo hicieron antes en la pandemia, especialmente porque muchos de los californianos más vulnerables, a saber, los ancianos y aquellos con problemas de salud subyacentes, se vacunaron, Ferrer advirtió que aún es demasiado pronto para decirlo con certeza.

En el condado de Los Ángeles, añadió, a alguien que muere por COVID-19 se le diagnostica un promedio de 37 días antes. “Dado que nuestra alza actual de casos es relativamente reciente, es demasiado pronto para evaluar completamente el impacto de esta última ola de infección”, señaló.

Desde Houston, Molly Hennessy-Fiske, redactora de planta de The Times, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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