Los vacunados podrán desechar las mascarillas en breve; ¿incitará eso a los escépticos a inmunizarse?
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Nunca ha sido tan fácil vacunarse contra el COVID-19. Las clínicas abundan y son cada vez más móviles; hay tantas dosis disponibles que California incluso ofrece premios en efectivo de más de un millón de dólares con la esperanza de atraer a quienes se resisten.
Pero, a menos de dos semanas de la reapertura total de California, hay un incentivo más en el horizonte: la libertad de no usar mascarilla.
A medida que el coronavirus se desvanece, aumenta la creencia, incluso entre los expertos en salud más cautelosos, de que está bien que aquellos que se encuentran completamente vacunados se quiten la mascarilla casi por completo, aunque sigue siendo esencial que los no inoculados se adhieran a su uso y al distanciamiento físico.
El consejo, afirman los funcionarios, se basa en la ciencia. Pero también hay un derivado práctico, ya que algunos de los que se han mostrado reacios a vacunarse podrían aprovechar la oportunidad de volver a algo más parecido a la vida normal prepandémica.
“Creo que todos estamos realmente convencidos y cómodos con los datos de que las personas completamente vacunadas tienen mucha protección, y eso significa que no necesitan seguir tomando todas las medidas de salud pública que hemos tenido hasta ahora”, afirmó el miércoles la directora de salud pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer.
El 13 de mayo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU (CDC) establecieron que aquellos que están completamente vacunados contra el COVID-19 pueden permanecer sin mascarilla en la mayoría de los lugares.
Días después, California anunció que alinearía sus reglas a esa pauta federal desde el 15 de junio, también la fecha objetivo para la reapertura total de la economía del estado.
Aunque es imposible categorizar la motivación de cada individuo, California vio un aumento notable en las vacunas inmediatamente después del anuncio de los CDC, lo cual revirtió momentáneamente una caída previa importante y sostenida.
Desde el 14 hasta el 20 de mayo, un promedio de casi 110 mil residentes al día recibieron su primera dosis, según datos compilados por The Times. En la semana previa al anuncio de los CDC, el índice diario fue de aproximadamente 76.400.
Por supuesto, es probable que estén en juego varios factores, en particular que las citas para los californianos de 12 a 15 años comenzaron a ofrecerse precisamente en el momento en que aumentó la vacunación.
Entre el 14 y el 20 de mayo, aproximadamente el 41% de las personas que recibieron sus primeras inyecciones tenían entre 12 y 17 años, según muestran los datos de The Times.
Cualquiera que sean las razones, el alza fue fugaz y el ritmo de vacunación del estado disminuye constantemente desde entonces.
Poder descartar las cubiertas faciales, a veces sofocantes, puede ser la cereza del pastel para algunos, pero para otros, pronto habrá un incentivo adicional.
Una junta estatal de seguridad laboral considerará este jueves una propuesta que permitiría a los trabajadores deshacerse de sus mascarillas si todos en una habitación están completamente vacunados y sin síntomas de COVID-19.
En general, los funcionarios de salud remarcan que vacunarse no solo es clave para acabar con la pandemia, sino también la forma más rápida para que los residentes vuelvan a realizar las actividades deseadas y ver a las personas que aman.
Un número cada vez mayor de estudios subraya la eficacia de las vacunas para prevenir no solo casos graves y la muerte, sino también la infección en sí. Incluso en los raros episodios en los que las personas vacunadas contraen el virus, explican los científicos, la probabilidad de que lo transmitan es mucho menor.
Esas son algunas de las razones por las que un epidemiólogo de UCLA y experto en condiciones infecciosas, el Dr. Robert Kim-Farley, cree que hay pocas razones para temer enfermarse si no se usa una mascarilla dentro de un supermercado, por ejemplo, cuando California ponga fin a esa exigencia a los vacunados, el próximo 15 de junio. “Dada la extraordinaria eficacia de esta vacuna, uno puede seguir lo que indica la ciencia y decir que tiene un riesgo muy bajo, si ha sido inmunizado”, afirmó Kim-Farley.
Aunque más del 70% de los adultos de California tienen al menos una dosis, un hito que alcanzó el estado un mes antes de la fecha límite establecida por la administración Biden, los funcionarios reconocen que aún falta tiempo para un levantamiento más fuerte.
Aumentar ese nivel de cobertura más cerca del 80%, el umbral que muchos expertos creen necesario para lograr una inmunidad colectiva duradera contra el coronavirus, implicará no solo eliminar las barreras restantes para el acceso a la vacuna, sino también convencer a quienes dudan.
Para algunos, eso podría significar simplemente aprender más sobre el poder protector que ofrecen las inyecciones.
Hasta el 24 de mayo, se habían reportado a los CDC 2.298 casos de personas completamente vacunadas hospitalizadas en todo el país, junto con 439 decesos. Los funcionarios federales de salud indicaron que el 23% de esas hospitalizaciones y el 16% de las muertes fueron “reportadas como asintomáticas o no relacionadas con el COVID-19”.
Más de 130 millones de estadounidenses estaban completamente vacunados hasta esa fecha.
Esta es “una prueba continua del poder de las vacunas en EE.UU, que sin duda mejorará cuanto más nos inmunicemos y protejamos al resto de la manada. Las pequeñas probabilidades de internaciones y decesos son muy raras”, destacó el Dr. Peter Chin-Hong, experto en enfermedades infecciosas de UC San Francisco.
Al ritmo actual, Ferrer estima que el condado de Los Ángeles, el más poblado del país, podría vacunar al menos parcialmente al 80% de sus residentes mayores de 16 años para fines de agosto. “Mi esperanza es que, a medida que queda claro y hay más ejemplos sobre lo poderosas que son estas vacunas, la gente vea que sus amigos y parientes se las aplican y experimenten así, por sí mismos, la seguridad que ofrecen, podremos entonces inmunizar a más interesados”, dijo.
Otros podrían estar más influenciados por todas las puertas metafóricas y literales que pueden abrirse al ser vacunados.
El Dr. Robert Wachter, presidente del Departamento de Medicina de la UC San Francisco, relató que el mes pasado comió en el interior de un restaurante, con amigos de otra ciudad. Al médico le preocupaba la rara posibilidad de encontrarse con alguien infectado y no vacunado que pudiera transmitirle el virus, y que éste “traspasara” su inmunidad inducida por la vacuna. Si bien confiaba en que no moriría de COVID-19 estando vacunado, temía la posibilidad de experimentar síntomas duraderos.
Pero la evidencia cada vez más convincente sobre la efectividad de las dosis y las bajas tasas diarias de casos de coronavirus en California comenzaron a hacerle cambiar de opinión. El empujón final fue el infame clima frío y ventoso de San Francisco, que lo llevó al interior del restaurante. “La certera incomodidad de temblar durante toda la cena, con cuatro capas de abrigo y un calentador funcionando a toda máquina, me hizo decir: ‘Creo que he cruzado mi umbral’”, comentó Wachter. “Por supuesto, una vez que lo cruzas, sigues haciéndolo”.
Sean Greene, redactor de The Times, contribuyó con este artículo.
Para leer esta nota en inglés haga clic aquí
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