Los Ángeles llega al semáforo amarillo; una reapertura más amplia podría suceder dentro de una semana
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Los Ángeles tiene un pie en la categoría más indulgente del sistema de reapertura por COVID-19 del estado, un logro trascendental para una región que alguna vez fue tan devastada por el coronavirus que se le consideró el epicentro de la pandemia en California.
De acuerdo a los nuevos datos estatales publicados el martes, la tasa de casos de coronavirus del condado, ajustada según la cantidad de pruebas realizadas, se redujo a 1.9 nuevos casos por día por cada 100.000 personas, alcanzando el umbral para ingresar al último nivel amarillo de California.
El condado tendría que mantener estos niveles hasta la próxima semana para avanzar.
“Es muy alentador ver que el trabajo que estamos haciendo juntos tiene un efecto tan profundo en la salud y el bienestar de las personas en todas nuestras comunidades”, declaró el lunes la directora de salud pública de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, antes de que se publicaran los nuevos datos estatales.
Dar este siguiente paso coronaría el impresionante progreso del condado en la escala de reapertura de California. Hace solo seis semanas que Los Ángeles salió por primera vez del nivel púrpura, el más restrictivo, en el que las operaciones en interiores están suspendidas o severamente limitadas en una serie de sectores comerciales.
En el nivel amarillo, el último peldaño de la escalera codificada por colores de cuatro categorías de California, la mayoría de las empresas pueden operar en interiores, con modificaciones.
La asignación del nivel de un condado se basa en tres factores: su tasa ajustada de casos de coronavirus, el índice que señala la cantidad de resultados positivos que surgen a partir de las pruebas realizadas y una métrica de equidad en salud, aplicada para garantizar que la tasa de pruebas positivas en las comunidades más pobres no sea significativamente más alta que la del condado en general.
Las ciudades deben registrar dos semanas consecutivas de datos calificados para avanzar a un nivel menos restrictivo y, asimismo, permanecer en una categoría al menos tres semanas antes de volver a avanzar en este sistema.
Alcanzar el nivel amarillo requiere una tasa diaria ajustada de casos nuevos de menos de 2 por cada 100.000 personas; una positividad general de la prueba de menos del 2%; y una positividad de la equidad en salud por debajo del 2.2%.
Si bien los porcentajes de positividad y equidad en la salud de Los Ángeles están dentro del rango amarillo, la región está al filo de la navaja cuando se trata de números de casos.
Sin el ajuste basado en pruebas del estado, la tasa de casos brutos del condado de 3.6 aún sería demasiado alta para progresar.
A pesar de que la mayoría de las áreas de California han reabierto ampliamente después de la devastadora oleada de coronavirus de otoño e invierno, el nivel amarillo se ha mantenido como un club pequeño y exclusivo.
Solo cuatro de los 58 condados del estado, Alpine, Sierra, Lassen y Mendocino, han llegado a esa categoría esta semana.
Esas áreas combinadas albergan a unos 123.000 californianos, una mera fracción de la población de Los Ángeles constituida por 10 millones de personas.
Otros tres condados, San Francisco, Marin y Trinity, están en el mismo rumbo que Los Ángeles y podrían alcanzar el nivel amarillo la próxima semana, si mantienen sus niveles de contagio.
Avanzar a la categoría final era aún más difícil, hasta que California revisó su plan de reapertura a principios de este mes después de alcanzar una meta autoestablecida de administrar 4 millones de dosis de vacunas en las comunidades más afectadas y desfavorecidas del estado.
Antes de eso, ingresar al nivel amarillo requería una tasa diaria ajustada de nuevos casos de menos de 1 por cada 100.000 personas.
Sin embargo, los niveles pronto serán discutibles. California tiene como meta reabrir completamente su economía el 15 de junio, aunque algunas reglas de seguridad permanecerán vigentes.
Los Ángeles, hogar de aproximadamente una cuarta parte de todos los californianos, refleja de muchas maneras el curso de la pandemia en la entidad.
Durante la última semana, California informó un promedio de 1.871 casos nuevos por día, aproximadamente un 38% menos que hace dos semanas, según datos compilados por el Times.
Los recuentos de casos no han sido tan bajos desde la primavera pasada.
La última tasa de siete días de nuevos casos de coronavirus en California, 33 por cada 100.000 personas, es la más baja de cualquier estado y se encuentra muy por debajo de la tasa nacional de 116.4, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
La abrupta caída del estado en cuanto a las infecciones recientemente confirmadas tampoco parece ser un espejismo resultante de la disminución de las pruebas. Desde marzo, el promedio de siete días de exámenes diarios de COVID-19 ha rondado los 200.000.
Mientras tanto, la proporción de esas pruebas que dieron positivo se ha desplomado, a una tasa de siete días del 1.2% a partir del martes. Durante los días más oscuros de la ola de otoño e invierno, la tasa de positividad semanal en todo el estado se acercó al 15%.
La cantidad de pacientes con resultados positivos por coronavirus en los hospitales de California también ha seguido cayendo. El lunes, había 1.776 y 431 estaban en cuidados intensivos. Ambas cifras se encuentran entre las más bajas registradas durante toda la pandemia.
A medida que las infecciones y las hospitalizaciones se desploman, también lo hace el número de californianos que mueren a causa del COVID-19. Durante la última semana, el estado ha informado alrededor de 62 nuevos decesos por día, cifra por debajo de la registrada durante el aumento, cuando la cantidad de fallecimientos diarios era típicamente de cientos, según muestran los datos del Times.
En general, California ha tenido más de 3.7 millones de casos confirmados de coronavirus y más de 61.100 residentes han muerto por COVID-19.
Funcionarios y expertos dicen que continuar con el progreso reciente dependerá de dos factores principales: que más personas se vacunen y el cumplimiento continuo de los protocolos de salud pública que pueden evitar que el coronavirus gane un nuevo punto de apoyo.
Los residentes solo necesitan mirar la situación que se desarrolla en otras áreas del mundo, como en India, para una advertencia sobre la rapidez con la que la pandemia puede volver a descontrolarse.
“Las escenas que estamos viendo en todo el mundo son escalofriantemente familiares para todos los que soportaron el aumento en este condado”, manifestó Ferrer durante una sesión informativa. “Y aunque nuestra situación ha mejorado mucho desde entonces, no somos inmunes a volver a ver este tipo de sucesos. Debemos utilizar todas las herramientas que tenemos para evitar que esto suceda”.
Aunque es alentador ver la disminución de la tasa de mortalidad, “casi todos los que mueren hoy por COVID estarían vivos si estuvieran completamente vacunados”, agregó.
“Si bien ha sido un año aterrador lleno de incógnitas sobre este nuevo virus y con frecuencia cambia la orientación, desde el uso del cubrebocas hasta la desinfección de los alimentos, sabemos que las tres vacunas que estamos usando son muy seguras”, señaló Ferrer.
Los datos de los CDC muestran que los proveedores en todo California han administrado 29.1 millones de dosis totales hasta ahora.
Hasta la fecha, el 47.2% de los californianos se ha aplicado al menos una dosis y el 28.8% se considera completamente vacunado, lo que significa que han recibido las dos inyecciones requeridas de las vacunas de Pfizer-BioNTech o Moderna, o el antígeno de Johnson & Johnson que consta de una sola dosis y cuya aplicación se reanudó recientemente.
Si bien es cierto que “una dosis ofrece algo de protección” contra el COVID-19, “no es un nivel de protección tan fuerte como el que ofrecen las dos dosis”, según Ferrer, y los funcionarios de salud dicen que es fundamental que los residentes completen la inoculación requerida.
Solo en Los Ángeles, casi 278.000 personas que han recibido una primera dosis están atrasadas para su segunda inyección, según las cifras que presentó Ferrer el lunes. El intervalo recomendado entre dosis es de tres semanas para el antígeno de Pfizer-BioNTech y de cuatro semanas para el de Moderna.
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