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Desde hace más de 80 años, un grupo de fieles celebra la Pascua en el desierto de Mojave

Missionary Larry Craig, left, and his son, Paul
El misionero Larry Craig, a la izquierda, y su hijo Paul cantan himnos en un servicio de Pascua en Sunrise Rock, al sur de la ciudad de Cima, en el desierto de Mojave, California.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

Desde al menos 1935, los fieles se han reunido en este lugar junto a la carretera de Cima, a seis millas al sur de la interestatal 15, para celebrar la fiesta cristiana frente a la humilde cruz de Sunrise Rock.

Los fieles se quitaron los sombreros de vaquero e inclinaron la cabeza para el servicio de Pascua.

Cerca de 40 hombres, mujeres y niños se reunieron frente a la cruz blanca hecha de tuberías. Cantaron el himno de Pascua; algunos desafinados, pero todos en serio.

Eleva tus alegrías y triunfos alto, aleluya.

Canten cielos y tierra, respondan aleluya.

Several people stand on top of a rock formation with a cross made out of white pipes
Los dos hijos de Larry Craig y sus nietos suben a Sunrise Rock en el desierto de Mojave, donde todos los años, desde hace décadas, decenas de feligreses se reúnen para un servicio de Pascua, al amanecer.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

Esto es una iglesia, pero no hay ningún edificio a la vista en esa sección remota del desierto de Mojave. No hay bancos, solo sillas verdes y rojas colocadas debajo de las ramas de un enebro. Los himnarios de adoración y servicio están impresos en papel blanco; las páginas engrapadas proclaman el “Domingo de Resurrección”.

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Desde al menos 1935, los fieles se han reunido en este lugar junto a Cima Road, seis millas al sur de la Interestatal 15, para celebrar la festividad cristiana.

Los feligreses llegaron durante la década en que la cruz estaba envuelta en una lona, sujeta en la base con una cadena y un candado, y luego fue cubierta con una caja de madera contrachapada, en medio de una batalla por la separación de iglesia y estado que terminaría ante la Corte Suprema de Estados Unidos. Se reunieron allí incluso cuando la cruz fue robada, en 2010.

Para algunos, el año pasado fue el primer servicio perdido en décadas y solo porque la pandemia de COVID-19 convirtió el encuentro en algo peligroso. “Esto fue lo primero que me robaron el año pasado”, expresó el misionero Larry Craig a su congregación del desierto. “2020 fue el año del gran robo. Me quitaron todo lo que planeaba hacer durante el verano”.

A man and his son around a campfire in a rock pit in the desert
Paul Craig, de 37 años, a la izquierda, observado por su hijo de seis años, Beniah, enciende una fogata antes del servicio del amanecer de Pascua.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

Este domingo por la mañana fue el primer servicio al amanecer durante la pandemia. Una señal de que, aquí en el desierto, donde la cruz está atornillada a un afloramiento de granito conocido como Sunrise Rock, la vida y la adoración están volviendo a la normalidad.

La cruz, en varias formas, ha estado en este lugar desde 1934. Fue erigida por los Veteranos de Guerras Extranjeras, incluido un minero llamado J. Riley Bembry, y su intención era conmemorar a los veteranos de la Primera Guerra Mundial.

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Los veteranos eligieron el lugar porque un sombreado de color en la roca parecía la forma de un soldado.

Craig family toast marshmallows.
La familia Craig asa malvaviscos la noche anterior al servicio. “Esto es lo primero que me robaron el año pasado”, le dijo Larry Craig a su congregación del desierto. “2020 fue el año del gran robo. Me quitaron todo lo que planeaba hacer durante el verano”.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

El primer recuerdo de Linda María acerca del servicio de Pascua fue alrededor de 1964, a la edad de nueve o 10 años, cuando éste se llevó a cabo dentro de un vagón cerca de Sunrise Rock. Incluso después de que el vagón fuera destrozado y quemado, la gente siguió llegando.

“No sé si es solo porque la cruz estaba en las rocas, o qué fue lo que inició esto […]. Fue algo que hicimos y continuamos”, remarcó el hombre de 65 años. “Era un lugar importante para la comunidad”.

Aunque no era particularmente religioso, Bembry, quien fue médico del ejército durante la guerra, había aceptado cuidar ese ícono del cristianismo. Antes de morir, en 1984, Bembry le preguntó a su amigo cercano, Henry Sandoz, si asumiría esa responsabilidad. Sandoz respondió que lo haría. “Henry era un hombre que, realmente, si le decía a alguien que haría algo, lo hacía”, comentó su esposa, Wanda. “Era muy importante para él por la promesa que le hizo a su amigo y por lo que representa esa cruz”.

A man with a guitar and members of his family sit in folding chairs around a campfire at night
Micah Craig, izquierda, Paul Craig y Larisa Craig se sientan alrededor de una fogata para cantar himnos de Pascua, en Sunrise Rock.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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Henry y Wanda se tomaron muy en serio su responsabilidad como cuidadores. La ruta de Wanda, una conductora de autobús escolar, se extendía a lo largo de Cima Road y ella verificaba la cruz casi todos los días. Las veces en que ésta fue derribada o destrozada, Henry la reemplazaba.

El Domingo de Ramos de 1998, en un intento por mantener el monumento a salvo, Henry y algunos amigos atornillaron una cruz hecha de tuberías de cinco pulgadas de diámetro al granito y la llenaron de concreto. Al año siguiente, comenzaron los problemas.

Lo que estaba en juego era el hecho de que Sunrise Rock se encontraba en la Reserva Nacional de Mojave, en terrenos federales. En el otoño de 1999, después de que el superintendente de la reserva recibió cartas de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) instando a que se retirara la cruz porque era una violación de la Primera Enmienda, ella preguntó a los Sandoz si considerarían quitarla. “Henry no solo dijo que no, sino que ‘diablos, no’”, recuerda Wanda, de 77 años. “‘Puse esa cruz para que perdure, y no la quitaré’, afirmó”.

A man reads pages, silhouetted against the dawn sky with a campfire in the background
Larry Craig da su sermón, en el que trabajó durante el último año.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

En 2001, un exempleado del Servicio de Parques Nacionales, con el respaldo de la ACLU, presentó una demanda contra la agencia. Un juez ordenó que se cubriera la cruz hasta que se resolviera el asunto. El servicio de Pascua continuó de todos modos. “Cubrirla solo significaba que alguien pensaba que eso modificaría lo que estábamos haciendo. No iba a cambiar que nos reuniéramos”, expresó Larisa Craig, de 40 años, quien de niña pasaba la noche en una camioneta, con un clima gélido, para que su padre pudiera dar el sermón el domingo de Pascua.

People sit in folding chairs, watching a preacher and a man with a guitar in front of a rock formation topped with a cross
Cerca de 40 personas se reunieron para el Domingo de Pascua en Sunrise Rock, luego de que el servicio del año pasado fuera cancelado debido al COVID-19.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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“Este no es solo un lugar sagrado porque hay una cruz allí. Es un lugar sagrado por la gente que se reunió”.

Los feligreses vieron cómo la batalla por la cruz se prolongó durante más de 10 años. Entre los abogados que defendieron el monumento estaba el ahora senador Ted Cruz.

Como la única forma en que la cruz podía permanecer allí era si Sunrise Rock fuera propiedad privada, se llegó a un acuerdo: un intercambio de tierras entre los Sandoz y el servicio de parques. La oficina de California de los Veteranos de Guerras Extranjeras tomaría posesión del terreno alrededor de la cruz.

Aunque un tribunal de distrito falló en contra del compromiso, la Corte Suprema de Estados Unidos finalmente tomó el caso y determinó que la sentencia era defectuosa. El tribunal de distrito lo reconsideró y finalmente aprobó la transferencia.

“Esto fue algo que valió la pena preservar […] para cada generación que vino mucho después de nosotros”, comentó Larisa Craig. Los miembros de la comunidad han realizado ceremonias de bautismo para sus nietos, celebrado bodas y lamentado la partida de sus seres queridos.

La cruz ha sido un elemento fijo para muchos, incluida Linda María, quien ahora tiene 65 años. Se casó allí en 2006 (su esposo quitó la caja de madera contrachapada para las fotos de su boda). Allí se bautizó su nieta. Hace once años, recibió una llamada mientras acampaba en Sunrise Rock, diciéndole que su nieto estaba naciendo. Luego, regresó para reunirse con todos en el desierto.

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Cuando Henry Sandoz murió, en 2015, el programa de su servicio conmemorativo presentaba una foto de él, luciendo un sombrero de vaquero y con la cruz al fondo. También se incluyó una referencia a su “lucha exitosa para preservar un monumento a los caídos en la guerra en el desierto de Mojave”.

A man stands in the shade of a juniper tree in the desert
Larry Craig acampó con sus tres hijos y sus siete nietos antes del servicio del Domingo de Pascua.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

Su nieta, Audry Wilcox Ledua, fue bautizada en el sitio cuando tenía cinco meses. Ella planeaba hacer su boda allí en mayo pasado, hasta que llegó el COVID. “Tiene un gran significado en nuestra familia”, afirmó la joven de 22 años. “Definitivamente es uno de mis lugares favoritos”.

Wilcox Ledua y su esposo condujeron desde Cedar City, Utah, el viernes, para poder asistir al servicio dominical. La pareja, que terminó casándose en abril del pasado año, celebraba ese día su primer aniversario.
A las 7 a.m., la gente formó un semicírculo alrededor de un fuego crepitante que los mantenía calientes ante la brisa fría. Algunos condujeron desde Baker y Boulder City, y se habían despertado a las 3 o 4 a.m. para estar allí. Larry Craig, quien vive a unas 90 millas de distancia, en Newberry Springs, continuó la tradición de acampar, esta vez con su esposa, sus tres hijos y siete nietos (la cuarta generación que reza en este lugar).

Craig, que realiza el servicio desde hace más de 30 años, comenzó con una media luna todavía visible en el cielo azul claro. Poco después, el grupo observó cómo salía el sol sobre Kessler Peak, bañando el monumento de luz.

No había un código de vestimenta: los feligreses vestían jeans y zapatillas de deportes o botas de vaquero. La nuera de Craig lo llamó el “servicio al amanecer de los vaqueros”.

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Después de la misa, el grupo comió fruta, yogur y los famosos rollos de canela de Wanda Sandoz mientras se reunían entre amigos. Los niños trepaban por las rocas que llevaban hacia la cruz.

Algunos no se volverán a ver hasta el próximo domingo de Pascua. Pasará otro año para volver a escuchar un sermón de Craig en Sunrise Rock.

Si alguien le pregunta al hombre de 67 años por cuánto tiempo más liderará el servicio, su respuesta es: “Hasta que Jesús me lleve a casa”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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