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María Penuelas está de pie en la cocina de su departamento de Barrio Logan preparándose para hacer caldo de pollo para la cena. La madre soltera de cuatro hijos se ríe, sabiendo que sus hijos probablemente se quejarán de que está haciendo un caldo de pollo caliente en un día cálido y soleado, pero descongeló el ave antes de comprobar el tiempo, dijo.
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Janitor’s work exposed her to risk of contracting COVID-19
Este perfil es parte de una serie en inglés que conmemora un año de la pandemia en San Diego.
Antes de la pandemia, Penuelas, de 46 años, invitaba a los niños a salir a comer, sobre todo después de un largo turno en una tienda de comestibles de Barrio Logan donde trabaja como conserje.
El miedo a la exposición al COVID-19 y el cambio de las directrices para comer en los restaurantes pusieron fin a eso.
“Hemos perdido la libertad de salir”, dijo. “Salíamos una vez a la semana para desestresarnos del trabajo y la escuela”.
Es una escapada muy necesaria, sobre todo ahora que su trabajo es más exigente y tiene más requisitos de higiene.
Trabaja 40 horas a la semana y dedica esas horas a limpiar los pomos de las puertas cada 30 minutos, a desinfectar las superficies que más se tocan en la tienda y a limpiar los baños con más frecuencia.
A veces puede parecer un trabajo ingrato, dice, pero sabe que es necesario.
“Es difícil... Hay momentos en los que creo que la gente ni siquiera se da cuenta, pero es importante limpiar por su salud, la de sus familias y la mía”, dijo.
El año pasado, cuando cientos de negocios cerraron en marzo, Penuelas rezó para que la tienda de comestibles siguiera abierta y así poder seguir trabajando.
Aun así, le preocupaba su salud y la posibilidad de exponer a sus cuatro hijos, de 5, 14, 20 y 23 años, al COVID-19. Pero como es la principal fuente de ingresos del hogar, no podía quedarse en casa.
Siguió las recomendaciones de limpieza para mantenerse a salvo, pero en diciembre Penuelas se despertó con dolor de garganta y escalofríos. Dio positivo en la prueba de COVID-19, al igual que tres de sus hijos mayores.
Los hijos de Penuelas tuvieron síntomas leves, pero ella se sintió mal y no pudo salir de la cama durante días, dijo.
Finalmente, la familia se recuperó y ella volvió a trabajar limpiando la tienda.
“Me siento bien porque he podido ayudar a los demás”, dijo. “Gracias a Dios somos esenciales para ayudar a la gente a sentirse segura de salir. Nos arriesgamos nosotros y nuestras familias, pero damos un servicio”.
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