‘Se está muriendo, ¿no lo van a ayudar?’: los hospitales que atienden a los pobres no blancos de L.A. son los más afectados por el COVID-19
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A medida que la pandemia asedia los hospitales de la región, su devastador alcance se distribuye de forma desigual.
Si bien todos los hospitales en el condado de Los Ángeles se ven afectados por oleadas de pacientes con COVID-19, aquellos en comunidades de bajos ingresos, densamente pobladas y no blancas han sido los más perjudicados y enfrentan el mayor desafío en la prestación de atención, según un análisis de datos de The Times.
Los hospitales en el sur de Los Ángeles, las ciudades en el sureste del Condado a lo largo de la autopista 710 y en partes del sur del valle de San Gabriel experimentan los mayores problemas de capacidad, revelaron los datos. Muchas de estas instalaciones son relativamente pequeñas y tienen menos capacidad para agregar personal de cuidados intensivos o ampliar el espacio de camas que los hospitales más grandes del Condado.
Los datos subrayan cómo las comunidades de color se vieron desproporcionadamente afectadas por la pandemia, y los residentes latinos y negros son mucho más propensos a contraer el virus y morir a causa de él en comparación con los blancos. Los trabajadores esenciales de bajos ingresos a menudo se enferman en el desempeño de sus tareas y luego transmiten el COVID-19 a sus familias, explicaron las autoridades.
Los datos publicados por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU muestran que más de 6.000 pacientes con coronavirus fueron hospitalizados en el condado de Los Ángeles en promedio la semana pasada, casi cuatro veces más que hace un mes. El número aumentó la proporción de todas las personas admitidas con la enfermedad por encima del 40%.
Pero en algunos hospitales la situación es mucho peor.
En Kaiser Permanente Downey Medical Center, más del 80% de los pacientes tienen el virus —o se sospecha que han sido infectados—, según los datos. Algunos pacientes nuevos con la enfermedad están siendo tratados cerca de la sala de espera del departamento de emergencias o en un cuarto de triaje. Quienes están lo suficientemente estables como para irse son enviados a su casa, con oxígeno.
Los pacientes estaban “amontonados en los pasillos administrativos, apiñados en las esquinas o instalados en sillas”, describió un trabajador de la salud que pidió mantenerse en anonimato por temor a represalias. Cuando emergencias se quedó sin espacio, el personal comenzó a tratar gente directamente en la sala de espera.
“Fue como practicar la medicina en una guerra civil. Fue la peor guardia de mi vida”, afirmó la fuente.
Los pacientes con presión arterial baja y escasos niveles de oxígeno permanecieron sentados en la sala de espera durante unas nueve horas seguidas. “Los familiares gritaban: ‘Se está muriendo, ¿no lo van a ayudar?’”, relató el trabajador. “Nos mirábamos el uno al otro y decíamos: ‘¿Vamos a sacarle el oxígeno a esta señora para dárselo a otra?’”.
La situación también es alarmante en el Martin Luther King Jr. Community Hospital, en Willowbrook, que posee 131 camas y 128 pacientes con COVID-19. Para el lunes por la tarde, el centro médico tenía 215 pacientes e iba a declarar el estado de desastre interno, lo cual significa que no cuenta con el espacio ni el personal para recibir más pacientes.
“Si esto sigue empeorando, muchos hospitales comenzarán a racionar la atención”, advirtió la Dra. Elaine Batchlor, directora ejecutiva del hospital. “Significa que tendremos que tomar decisiones sobre a quién tratar y a quién no porque no tendremos suficientes recursos. Esto es horrible, es algo que ningún profesional de la salud quiere contemplar”.
Batchlor añadió que su hospital está tan lleno porque muchos de sus pacientes son trabajadores esenciales, que se ponen en riesgo todos los días y que además tenían enfermedades crónicas preexistentes, para las cuales no habían tenido el debido tratamiento. “Las amputaciones y heridas diabéticas son el procedimiento quirúrgico número uno en condiciones normales [en el hospital]”, expuso la doctora. “Esto convirtió a nuestra comunidad en una configuración muy compleja en relación con el COVID, y todo se está desarrollando en tiempo real como era de esperar”.
Muchos de los pacientes tienen seguros públicos, a través de programas como Medicaid y Medicare, o no cuentan con ninguno. Por esta razón, los hospitales más grandes a menudo se niegan a aceptar un traslado.
“Me sorprendió el hecho de que estamos tratando a más pacientes con COVID que hospitales tres o cuatro veces más grandes que nosotros”, comentó Batchlor después de ver los nuevos datos federales.
Pero esos hospitales más grandes han rechazado durante mucho tiempo a los pacientes de bajos ingresos del sur de Los Ángeles que necesitan un nivel de atención más alto que el que puede brindar un centro médico comunitario, enfatizó la doctora. “Así es como suelen funcionar las cosas para nosotros”, remarcó. “Es solo que el COVID realmente aumentó las apuestas. Esto es una crisis y estamos viendo el mismo patrón”.
Los pacientes son trasladados a todos los rincones utilizables, incluida la tienda de regalos, que en lugar de peluches y tarjetas de felicitación ahora tiene personas en camillas que necesitan atención de emergencia.
La unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital está llena, y el personal convirtió su espacio de cuidados quirúrgicos post-agudos en UCI y comenzó a alojar a pacientes de cuidados intensivos en el departamento de emergencias. En algunas habitaciones individuales de urgencias los pacientes se duplican y, a veces, se triplican. Tanto Kaiser Downey como King tienen una de las tasas de enfermos internados por COVID-19 más altas del Condado, según los datos del gobierno.
Ese puede ser un indicador clave para las instalaciones, afirmaron los administradores del hospital, quienes también monitorean la capacidad de sus UCI. Varios de los primeros en la lista son de los vecindarios del este o del sur del Condado. La lista incluye el White Memorial Medical Center en Boyle Heights, el East Los Angeles Doctors Hospital y el Monterey Park Hospital.
La lista de instalaciones con una alta proporción de COVID-19 incluye otros dos espacios de Kaiser Permanente, que aceptan pacientes que no necesariamente cuentan con seguro a través de sus trabajos. Sus hospitales en la región experimentaron un aumento de la proporción de pacientes con COVID-19 de casi un 52% hace dos semanas a más del 80%, señaló Bill Caswell, director de operaciones de la compañía para el sur de California.
“Estas tienden a ser comunidades donde hay viviendas densamente pobladas por una variedad de razones, y donde muchas de las personas son trabajadores esenciales, por lo cual tienen una mayor exposición”, remarcó Nancy Gin, directora médica regional de Kaiser, quien ha intentado aumentar la capacidad de la UCI de la empresa y encontrar nuevas formas de atender a los pacientes en sus hogares. “Todos esos factores influyen en el por qué tenemos una tasa tan alta de COVID”.
En County-USC, uno de los hospitales públicos más grandes del país, los funcionarios dejaron de recibir nuevos pacientes en ambulancia durante 12 horas el domingo pasado, porque el hospital estaba colapsado. Si las condiciones siguen empeorando, es probable que el personal médico tenga que tomar decisiones desgarradoras sobre quién recibe atención. “Es difícil reducir a una fórmula matemática la decisión de cómo hacer el bien para la mayoría de las personas”, comentó el Dr. Brad Spellberg, director médico del hospital. “En este momento, las decisiones que tomamos hora a hora son: ¿Cómo nos alejamos de la crisis? ¿Qué hacemos para no tener que tomar decisiones de atención que impliquen una clasificación?”.
Incluso los hospitales más pequeños, en áreas más remotas, están luchando por salir adelante. Emanate Health Inter-Community Hospital, en Covina, “está a reventar”, afirmó Tanya West, una enfermera que ha trabajado los últimos seis años en el departamento de emergencias.
Allí, los niveles de oxígeno se están agotando y varios pacientes están siendo colocados en habitaciones de uso individual en el departamento de emergencias. “El personal apenas puede pasar por la sala para tratar a los pacientes”, expuso.
Ambulancias con enfermos esperan afuera con la esperanza de descargar a quienes padecen COVID-19, mientras otros se sientan debajo de los toldos, en el frío. El vestíbulo suele estar lleno. El hospital tuvo alrededor de 150 enfermos de COVID-19 la semana pasada, incluidos 22 en cuidados intensivos, más del 60% de todos sus pacientes, al mismo tiempo que maneja su volumen normal de personas afectadas de otras dolencias.
“Hay un gran aumento de pacientes con COVID, pero aún recibimos una gran cantidad de personas con emergencias típicas, desde ataques cardíacos hasta piernas rotas”, subrayó West. “Las emergencias no se detienen”.
Los redactores de The Times Melissa Gómez, Harriet Ryan, Rong-Gong Lin II y Alejandra Reyes-Velarde contribuyeron con este informe.
Para leer esta nota en inglés haga clic aquí
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