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Una enfermedad relacionada con el COVID está atacando a un creciente número de niños en California

Después de llegar al Hospital de Niños de Los Ángeles, el corazón de Xitlali se detuvo momentáneamente.
Rosa Vásquez junto a su hija Xitlali, quien desarrolló MIS-C en mayo. Después de llegar al Hospital de Niños de Los Ángeles, el corazón de Xitlali se detuvo momentáneamente. Se recuperó días después, pero aún sufre efectos a largo plazo.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Durante varios segundos, el corazón de Xitlali Vásquez, de ocho años de edad, dejó de latir.

Los padres de la niña la habían llevado al Hospital de Niños de Los Ángeles en mayo pasado, cuando su temperatura comenzó a subir sin control y el delirio la sumió en una especie de sueño febril. La internaron en cuidados intensivos porque los especialistas se preocuparon por la inflamación alrededor de su corazón y arterias.

Su madre miraba impotente desde el pasillo mientras los doctores se apresuraban a revivir a su hija menor. Pasarían unos días más antes de que la niña recuperara la conciencia total, e incluso más días antes de que se le permitiera regresar a su hogar en Hawthorne.

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“Fue como una pesadilla”, relató Rosa Vásquez sobre la hospitalización de su hija, durante 12 días. “Hubo un momento en el que pensé que iba a morir”.

Xitlali, que significa “estrella” en náhuatl, fue una de las primeras menores del condado de Los Ángeles en ser diagnosticada con síndrome inflamatorio multisistémico, una enfermedad rara y potencialmente mortal conocida como MIS-C que infecta a los niños expuestos al coronavirus.

Siete meses después, al menos 45 niños en el Condado fueron diagnosticados con esa enfermedad, y uno murió.

Al igual que el coronavirus, que ha infectado a más de 1.85 millones de personas en California, la mayoría de las cuales son negras y latinas, el MIS-C también ha afectado de manera desproporcionada a niños negros y latinos.

En el condado de Los Ángeles, los chicos latinos como Xitlali representan el 73% de los casos reportados, según datos del departamento de salud pública. Y en todo el país, son el 40% de los casos de MIS-C. El segundo grupo más grande lo conforman los niños negros, que representan el 36% de todos los casos, según los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Mayo Clinic sugiere que las diferencias en el acceso a la atención médica y la posibilidad de riesgos genéticos pueden jugar un factor en la disparidad, pero se necesitan más estudios para ayudar a determinar a ciencia cierta por qué la MIS-C afecta a los pequeños negros y latinos con más frecuencia que a otros.

En el caso de Xitlali, es posible que la niña, que cumplió nueve años en julio, contrajera el virus de sus padres. Vásquez relató que ella y su esposo enfermaron a fines de marzo con lo síntomas similares a los del COVID-19. Pero la pareja dio negativo en las pruebas. Ninguno de sus hijos, de 12 y 24 años, se enfermó, ni tampoco la madre de Vásquez, de 68 años.

Xitlali, que a menudo está muy cerca de su madre, no mostró signos del coronavirus hasta semanas después, cuando sus ojos se inyectaron en sangre y la fiebre la llevó al punto del delirio.

A girl sits in front of a Christmas tree in her home
Es posible que Xitlali Vásquez contrajera el coronavirus de sus padres.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Aún se desconoce mucho sobre la MIS-C, incluidos sus efectos a largo plazo, si algunos niños están genéticamente predispuestos a la enfermedad y si el recuento de casos puede ser mayor. Los investigadores creen que algunos menores diagnosticados entre enero y mayo con la enfermedad de Kawasaki, una rara condición inflamatoria que afecta a unos 5.500 niños en EE.UU cada año, en realidad podrían haber tenido MIS-C.

Lo que resulta claro es que los casos de MIS-C están directamente relacionados con un aumento en las infecciones por COVID-19, una correlación que, según los médicos, podría coincidir fácilmente con un posible aumento durante las vacaciones, dado el incremento continuo de casos de coronavirus. En la última semana, siete niños más fueron diagnosticados con el síndrome en todo el estado, según el Departamento de Salud Pública de California.

“Con la cantidad de casos [de coronavirus] que estamos viendo en Los Ángeles ahora, estimo que habrá más niños con MIS-C internados en las próximas semanas”, anticipó la Dra. Jackie Szmuszkovicz, cardióloga pediátrica del Hospital de Niños de Los Ángeles y una de los médicos que atendieron a Xitlali. “Estamos en un momento crítico”.

El misterioso síndrome mató al menos a 23 menores en EE.UU e infectó a más de 1.280, recuentos que se incrementaron en más del 125% desde julio, según un análisis de datos de los CDC realizado por The Times. La información se actualizó por última vez el 4 de diciembre, y será nuevamente puesta al día en enero, adelantaron los CDC.

La MIS-C se ha diagnosticado en pacientes menores de 12 meses de vida y hasta los 20 años; la mayoría de entre siete y nueve años de edad. En California, al menos 152 niños contrajeron la MIS-C, según el Departamento de Salud Pública del estado.

Un niño, cuya edad y nombre no fueron revelados, murió a causa de la enfermedad este mes. Los funcionarios de salud del Hospital de Niños de Los Ángeles, donde el paciente era tratado, informaron que el menor tenía una “condición cardíaca compleja y preexistente”, y que murió de complicaciones relacionadas con la MIS-C. El deceso marca la primera muerte infantil relacionada con COVID-19 en el Condado.

El departamento de salud del estado no separa los decesos por MIS-C de los ocurridos por COVID-19. Entre las más de 22.000 muertes por COVID-19 en California, tres han sido niños de 17 años o menos, según muestran los datos estatales.

Si bien el síndrome es poco común, puede ser grave y potencialmente mortal. Por lo general, los niños desarrollan síntomas de MIS-C aproximadamente de cuatro a cinco semanas después de la exposición al coronavirus, que a menudo no se detecta porque la mayoría de ellos son portadores asintomáticos. Los síntomas de MIS-C incluyen fiebre, dolor en el abdomen y el cuello, vómitos, diarrea, sarpullido, labios rojos, ojos inyectados en sangre y agotamiento.

Los menores llegaban al hospital con fiebre y eran dados de alta solo para regresar días después, en estado de shock, relatan los médicos. Otros ingresaban con dificultad para respirar y debían recibir oxígeno o ser colocados en un respirador. Un diagnóstico de MIS-C generalmente se hace solo después de que un menor da positivo en la prueba de anticuerpos COVID-19.

“Hay niños que no están lo suficientemente enfermos como para ser internados. Otros entran directamente en estado de shock, con insuficiencia multiorgánica”, relató la Dra. Jane Burns, profesora y directora del Centro de Investigación de Enfermedad de Kawasaki, en UC San Diego. “No entendemos por qué los músculos del corazón básicamente bombean mal en estos niños, pero eso se puede revertir muy rápidamente con el cóctel adecuado de tratamiento inflamatorio. Pueden pasar del umbral de la muerte a la mejora en un día”.

Un informe de los CDC de agosto pasado señaló que la obesidad era la afección médica subyacente informada con mayor frecuencia entre los niños con MIS-C. Sin embargo, dos tercios de los pequeños diagnosticados en ese momento no tenían condiciones preexistentes, mostró el informe.

Según Vásquez, Xitlali había obtenido excelentes resultados en su examen de salud, en enero. Después de su lucha con la MIS-C, desarrolló diabetes tipo 1, que se debe en parte a una inflamación en su páncreas relacionada con la rara enfermedad, según piensa su madre.

Los expertos en salud dicen que el tratamiento temprano es clave para mitigar la gravedad de la MIS-C. Una combinación de información limitada sobre la enfermedad, evitar las visitas a hospitales y consultorios médicos en medio de la pandemia y el hecho de que los síntomas iniciales a menudo se presentan en el tracto gastrointestinal, similar a la gripe, llevó a algunos niños a la sala de emergencias solo después de que los síntomas leves se volvieran muy severos.

“No se demore en atender a su hijo si está enfermo”, enfatizó Szmuszkovicz. “La duración de la hospitalización será más corta si podemos controlar la inflamación antes”.

Vásquez, quien todavía se estremece al recordar ese día de mayo, cuando los médicos trabajaron frenéticamente para reactivar el corazón de Xitlali, sabe muy bien lo rápido que todo puede empeorar. “Cuando nuestros niños se enferman, queremos tratarlos con remedios caseros y Tylenol, pero desconocemos que podrían morir si no los llevamos al lugar correcto”, remarcó.

Recientemente, Xitlali se volvió hacia su madre mientras en la TV había un informe noticioso. “Un niño murió por lo mismo que yo tuve”, le dijo a Vásquez, con incredulidad. En la familia, persiste el miedo por la pequeña. Pero ella está viva y, por eso, su madre se siente agradecida.

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