Sobreviviendo al cierre: El propietario de una lonchera en Santa Ana intenta mantener esa cultura en la ciudad
- Share via
La actual pandemia de COVID-19 y el consiguiente cierre de negocios han dejado a muchos restaurantes con dudas sobre su futuro. A medida que lidian con nuevas realidades, les pedimos a algunos que compartan sus historias.
El envase de desinfectante para manos siempre ha estado al lado de la ventana de pedidos en Alebrijes.
“Somos una lonchera, por lo que las manos de los clientes siempre se ensucian, pero también la de los trabajadores”, dijo el propietario Albert Hernández en una mañana reciente, mientras los clientes que acababan de comprar en un supermercado Northgate hacían fila para ordenar.
“Pero casi ninguno de nuestros clientes lo usaba”, reveló. “¡Ahora, lo piden más que la salsa!”
El inmigrante de 44 años de Guanajuato, México, es la encarnación del sueño ‘lonchero’. Comenzó a trabajar en Alebrijes, un camión Cadillac-pink que vende comida al estilo de la Ciudad de México como alambres, tortas de milanesa y picaditas, en 2006.
Hernández finalmente se convirtió en el propietario, luego creó un imperio: ahora arrienda otras seis loncheras que venden desde simples tacos en sitios de construcción hasta modelos de alta gama que recorren oficinas y festivales.
Pero el negocio está pasando por un mal momento. Todas las loncheras, excepto Alebrijes, están actualmente paradas debido a la pandemia de COVID-19.
“Lo positivo es que todavía podemos trabajar”, dijo Hernández, asintiendo como si se resignara a la idea. “Pero se está poniendo difícil”.
Santa Ana es la única ciudad en el condado de Orange con una escena amplia de loncheras, creada por comerciantes que demandaron con éxito en 2006 el derecho legal de estacionarse en un lugar todo el día. Hernández continúa organizando a sus compañeros contra cualquier intrusión del gobierno: hace tres años, rechazaron las regulaciones propuestas por el Ayuntamiento de Santa Ana que habrían obligado a las loncheras a mantenerse a 500 pies de las esquinas de las calles y proporcionar baños.
Sus acciones crearon una floreciente cultura en Santa Ana, con al menos 70 diseminadas por la ciudad que laboraban desde la mañana hasta la noche y abarcaban el regionalismo culinario mexicano: se podían encontrar platos de mariscos al estilo Ensenada y moles oaxaqueños, así como variedades de birria de res de Jalisco, Zacatecas y Michoacán.
La mayoría se mantiene en gran parte tranquila ahora, incluyendo los Alebrijes.
El negocio ha disminuido a la mitad. Los costos de Hernández para carne, tortillas y productos agrícolas se han disparado.
Pero se niega a subir sus precios u ofrecer paquetes especiales, porque no puede permitirse ofrecer ninguna oferta.
“Hay muchas personas que dependen de nuestra comida”, dijo. “Elevar los precios sólo le daría a la gente otro problema”.
Y no ha despedido a ningún trabajador. “Han estado allí para nosotros en nuestros buenos tiempos”, manifestó. “Ahora es tiempo de que nos unamos a ellos en los malos”.
El propietario Albert Hernández y su equipo preparan pedidos dentro de la lonchera Alebrijes en Santa Ana. Aunque ha visto una caída en el negocio debido a la pandemia de COVID-19, Hernández ha logrado permanecer abierto y mantener a sus empleados.
Hernández ha tenido que suprimir la cultura que ayudó a crear. Ya no hay sillas ni cajas para que la gente se siente. Ahuyenta a los clientes que se demoran en comer, recordándoles que todos los pedidos son para llevar. Las personas ya no pueden servirse las cebollas en vinagre, las limas y exprimir las botellas de salsas; los trabajadores ahora los reparten, ya sea en una bolsa o una taza de 2 onzas a la vez.
Dos tendencias reveladoras están surgiendo entre sus clientes, dijo Hernández. Más de ellos piden tortas, lo que él atribuye a su tamaño y al hecho de que llena tanto como una comida a diferencia de, por ejemplo, los tacos.
Y aunque su clientela no latina sigue siendo más o menos la misma, sus clientes latinos se ha reducido drásticamente, un reflejo de cómo el coronavirus ha afectado desproporcionadamente sus finanzas en todo Estados Unidos.
“En este momento, hay mucha gente sin dinero”, comentó.
Hernández teme que lo peor esté por venir.
“Se avecinan tiempos difíciles”, dijo Hernández, mientras otro cliente bombeaba desinfectante en sus manos. “Pero tengo fe en Dios de que superaremos esto. Porque siempre necesitaremos los tacos”.
Para leer esta nota en inglés haga clic aquí
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.