Estudiantes demandaron a Delta luego de que uno de sus vuelos arrojara combustible sobre una escuela de Whittier
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Tres estudiantes de Pioneer High School, en Whittier, demandaron a Delta Air Lines después de que uno de sus aviones arrojara combustible de aeronaves sobre su campus y otros suburbios del condado de Los Ángeles.
La querella, presentada en nombre de los alumnos por dos firmas de abogados, es la segunda presentada contra la aerolínea desde el 14 de enero pasado, cuando el Vuelo 89 de Delta lanzó hasta 15.000 galones de combustible sobre diversas ciudades y escuelas en todo el Condado.
Los tres estudiantes sufrieron varios síntomas, como irritación de la piel, náuseas y angustia, después de haber estado expuestos al combustible, según la demanda. En el documento se acusó a Delta de negligencia, y se solicita una compensación por angustia emocional, así como por honorarios médicos y de abogados.
Un representante de Delta Air Lines no pudo ser contactado para hacer comentarios en este artículo. En una declaración previa efectuada a The Times, la compañía señaló: “Lamentamos profundamente cualquier impacto que esto haya tenido en ustedes y sus familias. Cuando decimos que somos una aerolínea que pone al frente sus valores lo decimos en serio... y continuaremos trabajando con líderes de la comunidad para ayudar a los afectados por el [episodio del] Vuelo 89”.
El avión, con destino a Shanghái, había estado en el aire sólo unos minutos cuando se desvió bruscamente del rumbo, girando al norte sobre el Océano Pacífico hacia Malibú. La nave eventualmente haría un aterrizaje de emergencia en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (LAX) 25 minutos después del despegue, pero no sin antes hacer un vertido de combustible de emergencia para perder peso.
La mayoría de las ciudades y escuelas afectadas se encontraban en el sureste del condado de Los Ángeles, una región dividida en 27 ciudades y vecindarios no incorporados, con poblaciones latinas e inmigrantes, en su mayoría de clase trabajadora. Entre ellas se cuentan partes del sur de Los Ángeles, South Gate, Downey, Whittier y Cudahy.
Un total de 60 pacientes fueron atendidos después del incidente. Veinte niños y 11 adultos de la primaria Park Avenue Elementary School, en Cudahy, fueron tratados por lesiones menores.
La ira por el vertido de combustible escaló aún más cuando se reveló que el controlador de tráfico aéreo le había preguntado al Vuelo 89 de Delta si necesitaba vertir combustible de emergencia, pero el piloto lo rechazó y después, menos de 20 minutos más tarde, comenzó a hacerlo mientras el vuelo regresaba a LAX.
Los pilotos rara vez descargan combustible, pero cuando lo hacen, generalmente es sobre el agua o en altitudes más elevadas, para que este pueda atomizarse y dispersarse antes de tocar el suelo.
El derrame de combustible de Delta conmovió a Cudahy, una pequeña comunidad de clase trabajadora e inmigrante, que no es ajena a los problemas ambientales. La ciudad es una de las más pequeñas pero más densas del condado de Los Ángeles. Alrededor de 24.000 habitantes conviven comprimidos en 1.2 millas cuadradas a lo largo del corredor de la autopista 710, atestada de camiones de carga.
En 2015, cuando se cerró la planta de reciclaje de baterías Exide, en la cercana ciudad industrial de Vernon, que arrojó arsénico y plomo a las comunidades del sureste de Los Ángeles, Cudahy fue una de las más afectadas. Aunque no se encuentra en la zona de limpieza de 1.7 millas por la cuestión de Exide, las muestras de sangre de niños en Cudahy mostraron altas cantidades de plomo.
Veinte años antes de la descarga de combustible de Delta, el 14 de enero pasado, los estudiantes de Park Avenue Elementary vieron el suelo de la escuela burbujear. Resultó que la institución había sido construida sobre desechos tóxicos. Las autoridades descubrieron que el patio de recreo estaba contaminado por petróleo. Durante ocho meses, los alumnos fueron trasladados en autobús a escuelas fuera de Cudahy.
Días después del accidente con el combustible, cuatro maestros de Park Avenue presentaron demandas contra la aerolínea, alegando que sufrían de angustia emocional y molestias físicas porque el piloto no había seguido el protocolo. El Distrito de Gestión de Calidad del Aire de la Costa Sur también castigó a la compañía con un aviso de violación de normas y advirtió que podría enfrentar sanciones civiles por causar inconvenientes públicos.
Los abogados de los tres estudiantes de Pioneer High School agregaron que el incidente podría haberse evitado si el piloto hubiera seguido los protocolos, y plantearon otros problemas. “Delta y su tripulación del Vuelo 89 tenían la obligación de notificar al controlador de tráfico aéreo cualquier necesidad o intención de descargar combustible durante un vuelo, y sabían -o debían saber- que el avión estaba demasiado bajo para hacerlo de manera segura”, afirmó Matthew McNicholas, un abogado de los demandantes. “Este incidente pone en duda si esta negligencia se extiende a otras políticas y protocolos de Delta”.
Alejandra Reyes-Velarde, reportera de planta de The Times, colaboró con este artículo.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí
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