COLUMNA: El despertar de una pesadilla
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Reyna cumplió un año de estar asistiendo a su grupo de Narcóticos Anónimos. Desde que empezó, el 20 de septiembre de 2016, ha vivido cambios impresionantes.
El primero, y más significativo, es la alegría que emana su rostro; nada ha cambiado, sus hijos siguen en las drogas, pero ella y la menor de sus hijas han emprendido el camino hacia la salud emocional y física.
Esta madre de familia, hace aproximadamente cinco años, pasó por un doloroso divorcio. Esa experiencia la dejó devastada y las consecuencias se reflejaron en ella y sus hijos.
Al atravesar ese desencanto, de quien pensó era el amor de su vida y salir a trabajar, Reyna se perdió a sí misma. Dos años más tarde, se dio cuenta que sus dos hijos mayores estaban enganchados en la drogadicción
“Acepté que mis dos hijos se drogaran y tomaran alcohol en casa, antes de vivir con la angustia de que algo les pasara en la calle, allá no los podía controlar”, aseveró la mujer.
“Si me preguntaban: ‘¿Qué tienes?’ Yo respondía, nada”, agregó.
Sucede que Reyna no sabía que estaba llena de miedos, resentimientos y prejuicios. En sus palabras dice que era “un rosario de emociones” que no era capaz de identificar. “No me conocía, ni siquiera sabía lo que sentía”, manifestó.
En su esfuerzo por tratar de controlar la vida de sus hijos, se olvidó de su cuidado personal. “Ocuparme de mi era bañarme y maquillarme, y muchas veces no lo hacía”, aseguró.
En esa circunstancia, además, se olvidó de su hija, que en ese tiempo tenía 9 años. “Sólo pensaba en mis adictos y la niña lo resintió; se volvió grosera y gritona, creo que le trasmitimos toda la neurosis familiar”.
En su testimonio, añade: “No podía verme a mí misma, el problema eran mis hijos; yo no fumo, ni tomo, tampoco he caído en las drogas. Además, me sentía la madre perfecta, pensaba que si mis hijos cambiaban, todo estaría bien, ¡qué equivocada estaba!”.
Ahora ella considera que todos estaban enfermos. Reyna con el tiempo se dio cuenta que “estaba más loca” que sus hijos.
“Pues sin usar ninguna sustancia, mi vida se había vuelto un caos, llena de preocupaciones, angustiada por si les pasaba algo a mis hijos, y avergonzada por el que dirán”, detalló.
Reyna hizo un gran esfuerzo. Ha puesto límites y, sobre todo, se ha encontrado a sí misma. La felicito y desde aquí le envío un fraternal abrazo.
Escríbame, recuerde que su testimonio puede ayudar a otros. Mi email es: [email protected]
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